Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 52

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RENCOR

On a peine à haïr ce qu’on a tant aimé 89.

Corneille

Cuánta piedra nocturna

cuántas sordas arenas

cuántos pozos transidos

cuántas auroras muertas

cuántos muros de espanto

cuánta agonía lenta

cuánto peso de sombras

cuánta ceniza espesa

sobre tu alma desnuda

sobre tu boca hambrienta

sobre tu ávido cuerpo

sobre tu sangre yerta.

¡Y aún persistes! Hurgando

con tozuda demencia

subterráneos obscuros

y galerías ciegas

vas abriendo tus cardos

tus orquídeas perversas

tus garfios acerados

tus manos de tiniebla.

¿Qué volcanes feroces

qué bárbaras tormentas

qué azadones rabiosos

qué sañudas piquetas

qué mordazas de olvido

qué losas justicieras

conseguirán al fin

hundirte bajo tierra?

La voz sola

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