Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 59

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RUE DU CHAT QUI PÊCHE91

Una sierra mellada

cortó el bloque de casas decrépitas.

Desconchadas cornisas

herrumbrosas goteras

dejaron penetrar un resquicio de luz

sobre el ataúd de la calle siniestra.

Las paredes panzudas

sudan un agua negra.

Y en un sórdido hotel

—cubil de la miseria—

los exiliados buscan un imposible cielo

tras las ventanas ciegas.

La voz sola

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