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El espíritu de Platón y la cosmología mecánica

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¿Cuáles son los orígenes de nuestro afán de buscar “verdades absolutas”? Primeramente, encontramos una razón en la filosofía griega, con su ideal de buscar una verdad universal que sustente toda la realidad visible4. El rabino inglés Jonathan Sacks, en su libro La dignidad de la diferencia5 lo llama el espíritu de Platón en nuestra imaginación occidental. Platón tenía la convicción que la Verdad se encuentra en las ideas, en una eternidad fuera del mundo, que va más allá de las particularidades, lo material y el caos de las experiencias. En su libro La República, encontramos la idea esencialista de que “la verdad” es universal y atemporal, o sea, que cuenta para todas personas y para todos los tiempos. Lo particular es percibido como fuente de conflictos, prejuicios, errores y guerra, mientras lo universal sería el ámbito de la verdad, la armonía y la paz. El “problema” de la diversidad se resolvió por una idea de uniformidad6.

La filosofía griega se fortaleció en el siglo XVII, en la época de la Ilustración, cuando, con el nacimiento de la ciencia y la tecnología, se generó una cosmología mecánica, que separó el ser humano de la naturaleza, viendo la última como un objeto de estudio, explotación y ganancia. Desde este momento, surgió una economía basada en la suposición que el ser humano es parte del mundo de las ideas, de la cultura, más que de la naturaleza, y que el ideal normativo de este mundo es el hombre blanco, fuerte, joven, y occidental, que estira sus brazos hasta los puntos del universo, como representado en el cuadro famoso de Leonardo Da Vinci7. La tradición cristiana fue fuertemente influenciada por la tendencia antimaterialista e idealista de Platón, y por la separación entre el ser humano y la naturaleza en el pensamiento del siglo XVII.

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