Читать книгу La vida de los Maestros - Baird T. Spalding - Страница 22

Оглавление

XIX

A la mañana siguiente, a las cinco, todos estábamos reunidos en la terraza del templo. Después de los saludos de rigor nos instalamos formando una rueda y según la costumbre, uno leyó extractos de las sagradas escrituras. Esa mañana habían sido elegidos entre los documentos del templo. Jast los tradujo. Tuvimos la sorpresa de constatar que la primera cita correspondía al primer Evangelio según San Juan y la segunda al primer Evangelio según San Lucas. Pedimos buscar nuestras Biblias para comparar. Se nos permitió de buen grado. Jast nos ayudó a hacer los paralelos y nos sorprendimos del parecido de las dos Escrituras.

Apenas habíamos terminado, cuando sonó la campana que anunciaba la comida matinal. Entramos todos al interior. Después de la comida nos preparamos todos a descender al pueblo y no pensamos más en los paralelos entre las escrituras. Allí nos encontramos con una asamblea de numerosas personas de la vecindad. Jast nos dijo que eran especialmente pastores, que en verano conducían sus rebaños a los altos pastos, y que el momento de descender de nuevo a los valles se acercaba rápidamente. Era costumbre reunir anualmente a esas personas, un poco antes de su partida.

Atravesando el pueblo nos encontramos con el sobrino de Emilio que nos sugirió dar un paseo un poco antes de comer. Aceptamos de buen grado, ya que teníamos deseos de conocer los alrededores. En el curso del paseo nos mostró de lejos diversos pueblos del valle que presentaban un interés especial. Sus nombres, una vez traducidos, se asemejaban mucho a esos de los primeros capítulos de la Biblia. Pero el verdadero significado del conjunto se nos reveló solamente más tarde, después de que hubimos regresado al camino del pueblo, desayunado y tomado lugar en la reunión.

Había alrededor de doscientas personas reunidas cuando nuestros amigos del templo aparecieron. El sobrino de Emilio se dirigió hacia dos hombres que tenían un objeto que se parecía a un grueso libro. Cuando lo abrieron, vimos que era una caja en forma de libro. La caja contenía paquetes de hojas similares a páginas de libros. El padre del sobrino de Emilio eligió uno y puso la caja en el suelo. Se lo dio al primer hombre y este lo abrió. Enseguida pasó las hojitas una a una. Después de leerlas, las pasaba al segundo hombre y este las volvía a meter en la caja.

La lectura proseguía con Jast como intérprete. No tardamos en darnos cuenta que la historia se parecía de una manera sorprendente al evangelio según San Juan, pero con muchos más detalles. Siguieron hojitas similares al evangelio de San Lucas, después otras similares al de Marcos y otras en fin al de Mateo.

Después de la lectura, los oyentes se reunieron en pequeños grupos. Nosotros, junto a Jast, buscamos a Emilio para que nos diera explicaciones. Emilio nos informó que esos documentos se leían en cada asamblea anual y que el pueblo, en el que se hacía la lectura, era el centro del país que había sido antiguamente el teatro de aquellas escenas. Le hicimos notar la similitud con las historias relatadas en la Biblia. Respondió que muchas de las historias del Antiguo Testamento habían sido tomadas de los documentos que acabamos de ver, pero que las escenas más recientes, como aquellas de la crucifixión habían pasado en otra parte. Sin embargo, el conjunto estaba centrado sobre el nacimiento y vida del Cristo. El tema principal era la búsqueda del Cristo en el hombre y buscaba mostrar a los extraviados, alejados de este ideal, que el Cristo vivía siempre en ellos. Emilio mismo nos dijo que el lugar del acontecimiento no tenía mucha importancia, porque el deseo de los Maestros era sobre todo perpetuar el sentido espiritual de los acontecimientos.

Empleamos el resto del día y de la jornada siguiente en hacer comparaciones y tomar notas. Por falta de espacio no puedo reproducirlas aquí. El lector comprenderá el sentido espiritual de la historia de las hojitas, releyendo los capítulos citados de la Biblia. Descubrimos que el padre del sobrino de Emilio que había hecho la lectura, descendía en línea directa del padre de Juan Bautista. Era costumbre que un miembro de su familia leyera los documentos en esta asamblea. El templo donde nos alojábamos había sido un lugar de adoración para Juan y Zacarías.

Nuestros amigos manifestaron el deseo de hacer su camino. Nosotros convinimos entonces con Jast para que se quedara y que los otros se fueran. Al día siguiente acabamos de leer los documentos, y al otro día partimos a nuestro turno. Aunque la hora era muy temprana todos los aldeanos se habían levantado para desearnos buen viaje.

La vida de los Maestros

Подняться наверх