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Saber imponerse

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Saber imponerse es cuestión de práctica. No es tan difícil como parece. Sigue estos consejos:

• No te encojas: mantén la espalda recta y estirada, los hombros bajos y anchos.

• Busca el contacto visual, sobre todo en situaciones incómodas o desagradables.

• Sé amable sin ser sumiso. No sonrías dócilmente ni pongas cara de querer conquistar el cariño de los demás.

• No te rías cuando otras personas te pongan en ridículo o se rían de ti. Lo que socava tu dignidad te desautoriza.

• No te insultes («qué idiota soy»). No coquetees con tus debilidades y fallos para hacerte el simpático.

• Di claramente lo que quieres y lo que no quieres. Habla con frases cortas y sencillas, sin muchas florituras ni justificaciones.

• No supliques para que te comprendan. Tienes todo el derecho a solicitar algo o a negarte, aunque el interlocutor no muestre la más mínima comprensión. Manténte firme si los demás no respetan tus deseos. Recuerda tu solicitud una y otra vez.

• La dignidad y el respeto no son un callejón de dirección única. Trata a los demás como quisieras que te trataran a ti.

Las mejores réplicas se las lleva el viento si no se goza de autoridad. Sin embargo, si irradias la fuerza suficiente, incluso un sencillo «hola» puede tener un efecto aplastante. Es decisiva la energía que hay detrás de las palabras.

No podemos evitar, aun contando con un escudo protector o comportándonos con autoridad, que alguien se burle de nosotros. Si esto ocurre, no eres tú quien ha cometido un fallo, sino el agresor. No tienes que hacerte reproches, sino que debes cuidar de tu bienestar. En las próximas páginas te informamos sobre las medidas que puedes tomar después de la agresión.

Defiéndete de los ataques verbales

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