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La ecología de saberes y la traducción intercultural

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La ecología de saberes y la traducción intercultural son las herramientas que convierten la diversidad de saberes visibilizada por la sociología de las ausencias y por la sociología de las emergencias en un recurso capacitador que, al hacer posible una inteligibilidad ampliada de contextos de opresión y resistencia, permite articulaciones más abarcadoras y más profundas entre luchas que reúnen las variadas dimensiones o tipos de dominación de modos diferentes. La ecología de saberes comprende dos momentos. El primero consiste en la identificación de los principales conjuntos de conocimientos que, al discutirse en una determinada lucha social, podrán destacar dimensiones importantes de una lucha o una resistencia concretas: contexto, reivindicaciones, grupos sociales implicados o afectados, riesgos y oportunidades, etc. Esa diversidad es mucho menos fascinante en el terreno de la lucha que en el de la teoría. Incluso puede ser paralizante. Puede provocar una cacofonía de ideas y puntos de vista que serán incomprensibles para algunos de los grupos implicados y aumentarán la opacidad sobre «lo que está en juego» y «lo que se debe hacer». Asimismo, puede suponer una sobrecarga de análisis teórico, político y cultural, necesariamente limitada por una excesiva lucidez intelectual y una cautela y una ineficacia excesivas. Atenta a esa posibilidad, la ecología de saberes debe complementarse con la traducción intercultural e interpolítica. Esta última tiene el objetivo específico de reforzar la inteligibilidad recíproca sin disolver la identidad, ayudando así a identificar complementariedades y contradicciones, plataformas comunes y perspectivas alternativas. Estos esclarecimientos son importantes para fundamentar de forma sólida las decisiones sobre alianzas entre grupos sociales y articulaciones de luchas, así como para definir iniciativas concretas tanto en lo que respecta a sus posibilidades como a sus límites.

Al permitir la articulación de diferentes movimientos sociales y de diferentes luchas, la traducción intercultural contribuye a transformar la diversidad epistemológica y cultural del mundo en un factor favorable y capacitador, promoviendo así la articulación entre luchas contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. La traducción intercultural no es un ejercicio intelectual separado de las luchas sociales, motivado por un impulso cosmopolita cualquiera. Es más bien una herramienta usada para, desde el reconocimiento de la diferencia, promover consensos sólidos suficientes que permitan compartir luchas y riesgos. Al no ser un ejercicio intelectual, no tiene sentido que lo lleven a cabo militantes con «perfil intelectual» ni «intelectuales orgánicos», el nombre que Antonio Gramsci (1971: 6) dio a sus miembros politizados o «conscientes» de la clase obrera europea de los años veinte del siglo pasado. Gran parte del trabajo de traducción intercultural se da en reuniones o sesiones de trabajo militante, de capacitación, de formación, de educación popular, llevado a cabo a través de las intervenciones de los participantes, sin protagonismos especiales. Por esta razón, en lo que respecta a la construcción de resistencia y luchas sociales, la traducción intercultural tampoco es una actividad excesivamente individualizada. Es una dimensión del trabajo cognitivo colectivo siempre que hay ecologías de saberes, intercambios de experiencias, valoración de luchas (propias y ajenas) y escrutinio del conocimiento que los grupos sociales dominantes movilizan para aislar o desarmar a los oprimidos. El trabajo de la traducción intercultural tiene una dimensión de curiosidad, de apertura a otras experiencias, pero es una curiosidad que no nace por curiosidad diletante, nace por necesidad. En la gran mayoría de los casos, el trabajo de traducción intercultural se desempeña en grupo, de manera anónima e informal en interacciones dominadas por la oralidad.

Es posible distinguir varios tipos de traducción intercultural, tanto en lo que respecta a los procesos de traducción como a los tipos de conocimientos o culturas entre los que se hace la traducción. De acuerdo con este criterio, la traducción intercultural puede ser difusa o didáctica. La traducción intercultural difusa es la más frecuente, la que, como acabo de mencionar, ocurre informalmente como una dimensión del trabajo cognitivo colectivo. Se caracteriza por la fluidez, el anonimato y la oralidad. La traducción intercultural que se da en los talleres de la UPMS (Universidad Popular de los Movimientos Sociales) (véase el capítulo 12) es de este tipo. El segundo tipo es la traducción intercultural didáctica. Se da en procesos que combinan, por un lado, lo individual y lo colectivo y, por el otro, lo oral y lo escrito. Se refiere a situaciones en las que los líderes de movimientos u organizaciones se distinguen por el trabajo de traducción que llevan a cabo para fortalecer las luchas sociales en las que están implicados. Su individualidad no es, en este caso, individualista, pues su trabajo no solo expresa una voluntad colectiva, sino que también tiene en el punto de mira fortalecer la lucha contra la dominación económica, social, cultural y política. Por otro lado, la oralidad, que domina en la práctica de la organización y de la lucha política, se complementa con la reflexión escrita y publicada. En el capítulo 10 presentaré a Gandhi como un caso de traducción intercultural didáctica.

Según el criterio de los conocimientos o las culturas que participan en la traducción, es especialmente relevante distinguir dos tipos de traducción: traducciones Sur-Norte o Norte-Sur y traducciones Sur-Sur. Las primeras se dan entre conocimientos o culturas del Norte global (occidentalocéntricas o eurocéntricas) y del Sur global (que también incluye Oriente), y las segundas se dan entre diferentes conocimientos o culturas del Sur global. «Localizar» los conocimientos y las culturas en diferentes regiones epistémicas del mundo no significa de ningún modo imaginar que estamos ante «mónadas» leibnizianas, es decir, estructuras dotadas de «razón suficiente», completamente autónomas y distintas. Después de tantos siglos de intercambios y movimientos transnacionales de personas e ideas, exponencialmente acelerados en las últimas décadas con la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación, no existen entidades cognitivas o culturales puras que se puedan comprender sin tener en cuenta influencias, miscegenaciones, hibridaciones. Hablamos de regiones culturales o epistémicas como conjuntos de estilos, problemáticas, prioridades de pensamiento y de acción dotados de alguna identidad al compararse con otros.

Tanto la ecología de saberes como la traducción intercultural ya han sido analizados en detalle en trabajos anteriores (Santos, 2014a: 188-235; 2017a: 237-261). En los capítulos 4, 6, y 7 abordaré los aspectos metodológicos de la construcción de ecologías de saberes específicas en el contexto de luchas concretas; en el capítulo 10 se presentarán algunos ejemplos de traducción intercultural.

El fin del imperio cognitivo

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