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La cuestión de la autoría

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Para las epistemologías del Sur, la cuestión de la autoría es compleja; engloba tipos de autoría que van más allá del paradigma de individualismo autoral privilegiado por las epistemologías del Norte, que se caracteriza por distinciones como la de sujeto/objeto, conocedor/ conocido, mente/cuerpo y teoría/práctica. Para las epistemologías del Sur, el propio concepto de autoría es problemático. En la modernidad occidental, el concepto de autor implica nociones como originalidad, autonomía y creatividad. Forma parte del mismo conjunto de filosofías idealistas que subyacen al individualismo posesivo moderno. Este concepto de autoría casi no tiene validez en las epistemologías del Sur, puesto que, para ellas, los conocimientos más relevantes o son inmemoriales o son generados en el ámbito de las experiencias sociales de opresión y de las luchas contra esa opresión. Sea como sea, pocas veces son identificables como una única persona o proceden de una única persona. Las experiencias colectivas nuevas o antiguas son siempre subyacentes a esos conocimientos. Los conocimientos irrumpen, muchas veces de formas sorprendentes, en momentos de acción o de reflexión, momentos especialmente tensos debido a los riesgos y desafíos en juego. O entonces se trata de memorias colectivas (conocimientos tácticos, latentes) que preceden en gran medida a los contextos de vida y lucha del presente.

Una vez descritos lo peligros del concepto de autoría, se pueden identificar por lo menos dos tipos de autoría: por un lado, los conocimientos colectivos; por el otro, los conocimientos de los superautores. La mayoría de los conocimientos que surgen de la lucha son colectivos o funcionan como tales. Muchas veces los conocimientos más cruciales no tienen autores. Ellos mismos son autores. Esto suscita dos cuestiones: la cuestión del anonimato y la cuestión de la unanimidad. Aunque los conocimientos colectivos pertenezcan a un determinado grupo o comunidad, siempre hay personas que los formulan con especial autoridad, precisión, fiabilidad o eficacia. Y ese es el caso de los sabios-filósofos (sages) africanos de la filosofía de la sagacidad que refiero más adelante, o el caso de los sabios y sabias indígenas o campesinos y campesinas de África, las Américas y Asia. Se trata de los intermediarios entre el conocimiento colectivo y el grupo o la comunidad como un todo. El conocimiento colectivo se expresa a través de ellos y ellas, en un tipo de mediación que, lejos de ser neutral o transparente, es un espejo prismático, como un filtro creativo y transformador. Dichas situaciones no caben, en efecto, en la dicotomía individual/colectivo. Por otro lado, aunque los comparta un determinado grupo o comunidad, los conocimientos colectivos no son necesariamente comunes, puesto que no todos los miembros de los referidos grupos o comunidades los comprenden y los sancionan del mismo modo. Por el contrario, pueden surgir variaciones, énfasis diferentes e incluso conflictos interpretativos con especial intensidad en momentos de crisis o de cambio súbito o significativo28. El segundo tipo de autoría, la autoría de los superautores, engloba dos subtipos. Por un lado, los líderes de los movimientos y luchas que, debido a la ejemplaridad de sus trayectorias o a su posición política, dominan un tipo de conocimiento que les concede una autoridad especial. Ese protagonismo autoral es complejo, puesto que su naturaleza individualizada muchas veces es el resultado de laboriosos procesos de construcción colectiva de conocimiento. Los líderes de movimientos de liberación nacionales —como Mahatma Gandhi, Julius Nyerere, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral, José Rizal o José Martí— son ejemplos de individuos cuya trayectoria política les otorgó el estatuto de portavoces privilegiados de conocimiento colectivo. Por otro lado, están aquellos cuyos conocimientos son portadores de una autoridad especial en una determinada comunidad. Como he mencionado antes, ese es el caso de los sabios y las sabias, los y las sages que inspiraron al filósofo africano Odera Oruka a convertir su filosofía de la sagacidad en una de las más importantes vertientes de la filosofía africana29. Reconstruyendo de manera crítica y creativa la experiencia colectiva y la tradición oral del grupo, los sabios-filósofos conciben formas críticas y creativas de interpretar y transformar la realidad30. La siguiente frase del pensador africano Amadou Hampâté Bâ (1901-1991) está inspirada en estos sabios: «En África, cuando muere un anciano, arde una biblioteca» (Diagne, 2013: 69). La estructura-base de las relaciones entre lo individual y lo colectivo también es muy compleja. Desde el punto de vista de Oruka, los sabios-filósofos combinan un entendimiento profundo, muchas veces ancestral, de la tradición oral con una percepción individual que les permite adquirir una conciencia crítica frente a las perspectivas heredadas y, de este modo, crear nuevas perspectivas. Esas nuevas perspectivas siempre tienen un carácter doble de análisis y orientación, interpretación y ética. Los sabios-filósofos son traductores creativos de su propia cultura; al mismo tiempo, mantienen los pies bien firmes en el suelo ante las emergencias y las exigencias del presente, recurriendo de manera selectiva y pragmática a un pasado que es inagotable y solo parcialmente transparente.

El fin del imperio cognitivo

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