Читать книгу Medios, redes sociales, cine, control social y penal - Carlos Ariel Bautista González - Страница 12
Conclusiones
ОглавлениеLa criminología mediática y la criminología académica se han desarrollado en paralelo a lo largo de la historia. Cuando estas han ido de la mano han creado escenarios complejos, como el fascismo. Sin embargo, a razón de que se haya entendido que a la criminología, académicamente hablando, le competen las causas del delito y el legislador debe recurrir a ellas cuando lo considere pertinente, se ha excluido del análisis que compete a materias mediáticas o a las formas por medio de las cuales se interpretan los hechos delictivos por medio de los medios de comunicación como la prensa, la radio o la televisión. No obstante, la criminología mediática ha influido fuertemente en los legisladores y les ha impuesto una forma de proferir las normas. No es más que el rebautizo de lo mediático. Esta criminología que constituye, como vimos en el caso de Batman, una relación de amigo-enemigo, lleva a que la sociedad quiera purificar a estos agentes extraños que generan ruido en la estructura social, tanto persiguiendo al sector que es distinto de la normalidad como creando víctimas falsas que, en todo caso, deberán perder con el fin de mantener la estructura social.
Además, en virtud del poder que tienen los medios de comunicación –y en especial las mercancías de consumo cultural como el cine– para influir en el comportamiento de los individuos, estos valores son implantados de una manera menos resistente que otros medios. Las películas de Batman tienen una amplia difusión a lo largo y ancho del mundo y son consumidas tanto por adultos como por jóvenes. Por su condición, es difícil someterlas al debate y la democracia y, por lo tanto, constituyen mecanismos predilectos para reproducir ciertos discursos.
Esta criminología siempre anda en búsqueda de una respuesta al hecho criminal, a sabiendas de que esta no puede ser inmediata, razón por la cual recurre a respuestas mágicas y a resaltar de forma morbosa a la víctima. En este proceso se genera un miedo con el que se gobierna: consigue que las personas dejen de valorar la intimidad y el espacio social de libertad a cambio de que se controle al criminal, aun cuando a quien se controla no sea al criminal sino a ellos mismos. “Cada homicidio cometido por alguno de ellos es recibido y expuesto con verdadero entusiasmo, como confirmación de su construcción amenazante” (Zaffaroni, 2011, p. 382).
Por último, este proceso ocurre local y globalmente como consecuencia de dos fenómenos. Como argumenta Negri (2006), toda disputa local en el capitalismo contemporáneo es a su vez global, pues ocurren relativamente los mismos fenómenos a lo largo del mundo. Por ello se hace necesario que haya disputas autonomistas que pongan en cuestión la imposición de normas y regulaciones sobre la vida de los sujetos.
Es necesario proponer respuestas para contrarrestar la política criminal mediática dominante, que se manifiesta en los medios de comunicación, pero también en los mecanismos de consumo. Es necesario proponer otras alternativas frente a esta realidad.