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Otros campos, otros métodos

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Dada la complejidad que como campo de estudio se nos presenta, por cuanto se hace un abordaje de dimensiones y conductas, tanto de los actores como entre actores, es necesario plantear una metodología que proporcione resultados acumulativos, teniendo presente la posible existencia de correlaciones e influencias. Para esto es preciso el desarrollo de herramientas de observación, procesamiento y análisis de información que atiendan el objetivo de valoración del fenómeno sin perder la complejidad de sus interacciones. Esto no supera la retórica que cualquier investigación se plantee, por grandilocuente que esta sea. Para trazar una ruta concreta, entonces, es preciso reconocer los cuellos de botella y las fuentes de las cuales se puede alimentar el diseño de una herramienta para tales fines. Por lo tanto, agrupemos los abordajes a propósito de la cuestión criminal y mediática.

Un trabajo de impresionante valor es la cartografía que realizan Bonilla y Tamayo (2007) respecto de la “Violencia y medios de comunicación en América Latina”, como se titula el artículo, en el cual se cubre el periodo 1998-20052. El foco de este estudio es amplio: pretende recoger el abordaje que distintas publicaciones académicas han hecho a propósito de la relación entre medios y violencias –los medios en la violencia y la violencia en los medios– y agruparlas según el tratamiento, metodología y resultados obtenidos. Al analizar la categorización hecha en este estudio, concluimos que hubo por lo menos tres aproximaciones: 1) la cobertura informativa en contextos de violencia política y conflicto armado, 2) los contenidos, naturaleza y formas de representación en contenidos recreativos e informativos, y 3) el enfoque de la influencia de la violencia mediática en las audiencias. En este punto, quisiera recordar la consideración que hace Prittwitz (2016) de los tratamientos penales en tiempos de paz y su relación con el modelo de guerra en este siglo.

Vemos que se tendría una primera dificultad, de acuerdo con el tipo de unidad analizada y su parametrización, a la hora de comparar información sistemáticamente como parte de encadenamientos en un solo campo relacional –es decir, como un campo holístico de los actores–, en una conjugación de los enfoques segundo y tercero a partir de un desarrollo casuístico o temático –por ejemplo, violencia de género, terrorismo, drogas, delincuencia juvenil, etc.–. Los trabajos revisados convergen en estudios de comunicación y estos trabajan en buena medida desde el análisis cultural: combinan elementos como el análisis del discurso y métodos semióticos y hermenéuticos.

Este esbozo nos reitera la existencia de dos momentos diferentes para la aproximación a un campo de análisis, pero podríamos encontrar una relación en el cruce de las variables que produce cada enfoque. Para el segundo caso, esta sería el discurso que configura en relación con un tema por un tiempo determinado; para el tercero, la reactividad de un actor determinado frente a un tema en periodos concretos. Hasta el momento, esto sería un planteamiento hipotético que reitera lo dicho por Pozuelo (2013) frente al tipo de pregunta que se quiera responder y la información con la que se cuenta.

Veamos algunos planteamientos de estudios originados en el área de la psicología, como Media and Emotions de Wirth y Schramm (2005), para reconocer ciertas tendencias. Allí se habla en parte del segundo enfoque, es decir, apelar a la reactividad (negativa o positiva) que produce la exposición a ciertos contenidos mediáticos. Döveling, Von Scheve y Konijn (2010) continúan el debate también con el mismo eje, particularizando en modelos de regulación de la emoción desde un nivel cognitivo como social, así como sus posibles implicaciones para el estudio de otros campos. Estos métodos podrían acompañarse de otros análisis como los lingüísticos, específicamente las redes semánticas, que son representaciones gráficas con las que se puede reconocer significantes en un texto a través de la asociación de palabras, su distancia o ausencia. Asimismo, puede funcionar para un grupo de textos que, al compararlos a través de un periodo, muestran la evolución de las relaciones. La potencia de estas construcciones estriba en la posibilidad de codificar análisis cualitativos de un tratamiento estadístico.

Algunos procesamientos han sido decantados en herramientas computacionales (software) y su uso marca tendencia en las ciencias sociales, pero la transición a volúmenes de datos más grandes y complejos es algo que apenas está tomando fuerza. Las teorías de la información y comunicación desde las áreas de la computación (Shannon, 1948) han permitido una aproximación a distintos niveles de análisis y tratamientos que valdría la pena traer a colación; claro está, contemplando las debidas particularidades de fenómenos sociales que no caben en estos términos.

Es claro que existen comportamientos que se pueden medir a través de nuestra interacción con la tecnología y una clara tendencia hacia su desarrollo. Martin Hilbert (2011), por ejemplo, habla de la transición hacia una sociedad de la información. Instituciones como bancos, Gobiernos y otros actores de la realidad sociopolítica toman decisiones con base en esta producción de información, que es más fidedigna y mejor perfilada. Un ejemplo es el del Gobierno británico (Bright, Margetts, Hale y Yasseri, 2014), que ha hecho análisis a través de redes sociales y deja una serie de planteamientos sobre dicho ejercicio. En este sentido, hay que tener clara la oportunidad que se presenta para el escalamiento de los análisis y los matices que podrían asumir múltiples teorías y prácticas académicas, reconociendo la relación especial que hemos tratado de esbozar respecto del campo de estudio y su contexto.

Por el momento, la conjugación de estas técnicas no desborda el escenario prospectivo. Sin embargo, la necesidad del desarrollo práctico de estos planteamientos nos llevó a pensar el diseño de una primera aproximación al fenómeno de la criminología mediática, que combinara la posibilidad de un análisis desde lo cualitativo y, a la par, caracterizara variables cuantitativas. Esto abre la posibilidad de producir un sistema de información –o indicadores base, por lo menos– para definir el comportamiento de un medio en relación con un tema. La siguiente sección cubrirá los alcances, logros y desaciertos producto de este ejercicio.

Medios, redes sociales, cine, control social y penal

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