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El reconocimiento de la tierra
ОглавлениеDurante los primeros días en La Paz, los españoles estuvieron explorando la bahía tanto por tierra, por medio de cortos recorridos, como por mar por medio de lanchas. Una vez que la construcción del fuerte estuvo avanzada, Atondo empezó a efectuar varias entradas de mayor alcance en los alrededores de la zona, especialmente hacia la parte sur, con el fin de reconocer la región y ver la posibilidad de otros asentamientos. Estas primeras entradas tenían como objetivo buscar agua, es decir manantiales o arroyos permanentes, tierras con potencial para cultivar, y grupos o rancherías indígenas. Otro objetivo, aunque secundario, era ver la posible existencia de minas o minerales de atractivo económico. Las entradas fueron cortas, ya que en ese momento Atondo no disponía de caballos, y fueron hechas a pie. Precisamente, una de las razones por la que Atondo envió a la Almiranta al puerto del Yaqui, el 25 de abril, fue para traer caballos y poder hacer entradas de mayor penetración.
Uno de los objetivos más importantes de Atondo era el de cruzar por tierra hacia el Pacífico para localizar una ruta a la bahía Magdalena, ya que creían posible ahí fundar un asentamiento que pudiera dar apoyo al Galeón de Manila o Nao de China.
Para el primer recorrido a pie el Almirante envió a nueve soldados, quienes recorrieron alrededor de doce kilómetros. Aunque no encontraron indígenas, desde lo alto de un cerro pudieron observar algunas humaredas que supusieron eran de rancherías que estaban algo alejadas de la costa. Observaron lo árido del paisaje y cómo se abrían algunas llanuras. También notaron la presencia de fauna terrestre factible de ser cazada, como conejos y venados. Fueron varias las entradas cortas de este tipo.
Mapa 5. Exploraciones en los alrededores de la bahía de La Paz (abril-junio 1683). Diseño de José Luis García.
Entradas más formales, en las que participó el mismo Atondo, acompañado por un mayor número de soldados, así como de los misioneros, fueron cuatro. En la primera de ellas salió el Almirante Atondo y el capitán Francisco Pereda (capitán de la Almiranta) con 25 soldados, algunos peones para abrir camino, el padre Kino y fray José de Guijoa. Se fueron en dirección sureste de la bahía de La Paz debido a que era el rumbo por donde llegaban los guaicuras a visitarlos a Guadalupe, y desde luego, esperaban encontrar sus rancherías. Fueron alrededor de 30 kilómetros los que avanzaron, entre rodeos y pasos difíciles, ya que no estaban acostumbrados a los caminos de los californios. Venegas nos dice que: El fin principal de aquella entrada era acariciar a los indios y familiarizarse con ellos hasta conseguir que trajesen sus hijos al presidio de los soldados, para que pudiesen los padres misioneros con su frecuente comunicación aprender la lengua. Porque, aunque es verdad que venían los indios al real, pero siempre se habían portado con desconfianza y cautela, sin querer traer consigo a sus hijuelos y mujeres. (46)
El padre Venegas nos habla sobre el encuentro que se tuvo en esta entrada:… vieron en un llano las rancherías de los indios, que luego trataron de esconder a sus hijos y mujeres; y para lograrlo, hicieron que se adelantasen algunos a recibir a los españoles y entretenerlos, diciendo: que no estaba allí el aguaje, que retiradas ya las familias les mostraron después. Hicieron allí noche los nuestros, agasajando y acariciando a los indios, que no por eso dejaron las armas de las manos. Los nuestros tampoco olvidaron el orden que debían tener en tierra de enemigos; y al día siguiente se volvieron al real, viendo que era imposible penetrar más en la tierra por su aspereza y falta de aguajes y bastimentos. Sospechose que los indios hubieran acometido a los nuestros, si no hubieran temido a los que quedaban en La Paz. Dio motivo a esto la cautela que usaron al ver a los españoles en sus ranchos, porque enviaron secretamente doce de los más ligeros, con su capitán, a reconocer el presidio; los cuales fueron y volvieron en pocas horas con notable celeridad, sin que los echase menos el Almirante, ni otro alguno de su comitiva. (47)
En la segunda entrada participó el padre Goñi y fue de más trabajo debido a lo difícil del terreno. Tomaron el rumbo oriente y en una cañada tuvieron los primeros contactos con los indios cora, a quienes encontraron más amigables y confiados que los guaicura, y fue a partir de este contacto que empezaron a ir a Nuestra Señora de Guadalupe.
Al parecer fue la tercera entrada en la que más pudieron penetrar, ya que avanzaron unos treinta y cinco kilómetros en cuatro días. Sobre esta entrada Atondo nos dice que encontraron un pozo de agua manantial, y aunque ciento y cincuenta indios [guaicura], de arco y flecha, nos la quisieron embarazar, facilitó el remedio de nuestra necesidad darles a entender íbamos a pelear contra sus enemigos los coras, que estaban a la parte del poniente, a que los convidamos no nos quisieran seguir, pero logramos reconocer tres leguas más la tierra adentro. (48)
De la cuarta entrada nada dicen las crónicas, solo que se efectuó y que no fue la más larga ni la más fructífera.
Uno de los resultados de estas entradas fue, como nos lo dice Atondo, que en toda la [tierra] que descubrimos no se halló río con agua, ni tierras a propósito para sembrar, aunque rasas cuanto alcanzaba la vista, las cuales producen mezquites muy gruesos, otros árboles que llaman maotos, otros de copal, cardones y pitayas, de que están los campos vestidos. (49)
Al respecto Kino concluye…en las tres o cuatro entradas que por tierra hemos hecho al oriente, al sur y al poniente, hemos reconocido como seis o siete leguas de tierra, con dos o tres buenos aguajes; aunque la mayor parte de lo que vimos es monte, no faltan buenos manchones de buena tierra para sembrar, y no se duda que si, en viniendo los caballos, se entra mucho más adentro, se hallarán aún mejores llanadas, valles y quizá ríos, que hacia la contracosta se divisa una grandísima llanada, con arboleda verde aún ahora, en tiempo de seca… (50)
Las islas de la bahía de La Paz y alrededores también fueron exploradas. Kino nos informa que también en una de las islitas de esta gran bahía, hallamos una lindísima salina o laguna de sal. Tendrá la islita como dos leguas de box, (51) y la laguna de sal como un cuarto de legua de box. Se ha llamado esta isla la isla de Santo Tomás de la Laguna, (52) y desde el principio de su descubrimiento se ha dedicado al excelentísimo señor virrey don Tomás de la Laguna, (53) etc. Se puede de esta laguna sacar muchísima y muy linda sal para cargar muchos navíos en este puerto, y en toda esta gran bahía hay grandísima cantidad de muy buen pescado y se saca mucho, casi todos los días con el chinchorro y con los cordeles y anzuelos. (54)
Agrega Atondo que descubrieron alrededor de dicha isla cinco comederos de perlas que con no haber buzos sacaban a la bajamar conchas en que hallaban granos menudos pero de buen oriente, de que se discurre que si su Majestad envía buzos y ministro de confianza, recuperará para los grandes gastos de esta armada empresa y conversión. (55)