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Adultos que no se van, jóvenes que no llegan

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En términos de Arbusta, no se puede entrar al territorio de los jóvenes sin tener resuelto cómo manejar y tensionar el universo de los adultos. Si se quería sostener la decisión de conformar un equipo donde predominaran los jóvenes de 18 a 25 años, había que enfrentar y canalizar los múltiples cuestionamientos de los centennials a las personas mayores. Para ello, en primer lugar, había que escuchar las objeciones. Luego, preparar una organización en sintonía con esas demandas. Finalmente, tener la capacidad de contener y blindar a los jóvenes para que pudieran interpelar a las viejas generaciones y, al mismo tiempo, convivir con entornos dominados por los adultos.

De la escucha a un grupo de arbusters jóvenes, quedó bien definida la tensión que generan sociedades donde las juventudes pujan por correr a un lado a los adultos y los adultos se resisten a incorporarlas a los espacios de toma de decisiones.

«Hay demasiada influencia de los adultos en el mundo actual. Demasiada carga que no queremos ni pedimos».

«Las generaciones anteriores se quedaron con mucho guardado adentro y eso les pesa en la forma de ser».

«La generación vieja nos ve raros porque somos más libres, nos expresamos más. No queremos seguir el mismo hilo conductor que el de la década de los 80».

«Son muy estructurados y cerrados. Dicen que aceptan o “te entiendo”, pero mucho no entienden. Quieren compararse, pero somos diferentes. Somos más liberales. Antes había mucho tema tabú y ahora se habla más abierto».

«Nuestros padres tuvieron hijos porque era lo que la sociedad imponía, pero no saben qué hacer con nosotros».

«A los adultos no les gusta que los saquen de la rutina, de lo repetitivo, no quieren ideas ni pensamientos nuevos. Desde que nacemos, tienen una expectativa de lo que debemos ser en función de lo que ellos creen y, cuando vos sos vos mismo, no te aceptan».

«Me sumé a un grupo donde la mayoría era gente de mi edad, gente que le gustaba las inversiones. Éramos diez personas que estábamos en temas de divisas, fuimos aprendiendo de a poco cómo invertir en el mercado. Los adultos me decían: “Es peligroso, vas a perder toda la plata”».

«Que se jubilen los adultos es casi imposible. Los adultos están acostumbrados a responsabilizar a otras personas, a no hacerse cargo. Se viven quejando».

«Sería bueno que los adultos cambien su pensamiento, siguen diciendo que las cosas son así y no van a cambiar».

«A mi familia la veo estancada. Yo hago mi propio camino y no me acompañan. Prefieren ir a lo seguro en lugar de intentar cosas nuevas. No se animan a cambiar un trabajo o de carrera. Yo pruebo otras cosas. Antes era moza. Cuando llegué acá no sabía muchas cosas y lo intenté».

«El futuro es tecnológico. Los adultos van a tener que capacitarse. Hay que crear una Arbusta para adultos. Los adultos tienen talentos que ni ellos saben, pero le tienen miedo a la tecnología».

«Todos los dueños de empresas de tecnología es gente adulta y necesitan millennials. Nosotros les solucionamos la vida a ellos. Una persona de 60 años puede ser un empresario muy bueno en organizar la empresa, pero los millennials son los que llevan adelante las tecnologías».

«Poder intercambiar con profesionales es una oportunidad genial. Nos da la oportunidad de mostrar el talento. No hay muchas posibilidades de poder decir tengo estas capacidades iguales a las tuyas».

«No soy menos importante que alguien más grande. Tengo 23 años y poder interactuar con alguien que tiene 40 años de profesional y saber que estoy a ese nivel me encanta. Mi project manager trabajó en una empresa grande y me enseña a ser como él y yo le enseño a otras personas y eso genera una cadena de compartir la información, enseñar y que te enseñen. Yo sé que mis hermanos chicos me van a enseñar a mí cuando sean más grandes».

«En mi generación, hasta ahora no hubo guerras. Las generaciones pasadas provocaron guerras, dictaduras y, en mi generación, no hubo nada de eso. Pasaron muchas cosas malas antes de que yo naciera. Nos dejan un legado horrible y, ahora, yo tengo que mejorar las cosas. Se quejan de lo nuevo, pero ¿qué hicieron las generaciones pasadas?».

«Estamos preparando un mundo mejor para nuestros hijos. Se supone que los que vienen estarán más agradecidos con nosotros que nosotros con nuestros padres».

La potencia del talento no mirado

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