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EL INTERESANTE INTERÉS COMPUESTO

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Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches.

BENJAMIN FRANKLIN

Nuestros cafés se habían quedado congelados, pero después de mi charla sobre inflación e impuestos esperaba que, al menos, Quique hubiera captado la idea esencial, la necesidad de saber sacar rentabilidad al dinero que se ahorra, puesto que, de lo contrario, ese esfuerzo no serviría de nada.

Creo que lo voy pillando —me dijo cuando terminé de explicárselo todo—. La cosa es que con una economía que funciona así, de un modo tan raro, dos más dos pueden ser cinco, pero también pueden ser cero. ¿O no?

Sí, había cazado el concepto al vuelo.

En efecto, por eso es tan importante decidir qué se hace con el dinero que se ahorra; si no haces nada con él, vas a perder mucho dinero, mejor dicho, vas a perder poder adquisitivo. En cambio, si lo pones a trabajar en la economía real, y si sabes cómo ubicarlo, es casi seguro que ganarás poder adquisitivo.

Por muy pequeña que fuera la cantidad que Quique guardara en su cerdito, hacerla crecer se había convertido en mi responsabilidad. Y él parecía decidido.

Quiero ganar, Carlos.

Vas a ganar, Quique. Te diré cómo hacerlo.

De vuelta a mi escritorio imprimí unos números que luego pensaba entregárselos a Quique. Se quedaría muy sorprendido. Y es que la fórmula del interés compuesto es tan simple como increíble; por ejemplo, 3.000 euros invertidos hoy a un 8 % de rentabilidad anual en treinta años se multiplicarán por diez, o sea, los 3.000 euros se convertirán en nada menos que 30.000 euros.

Le entregué todos esos datos al salir de la oficina, justo antes de marchar para casa, y Quique no tardó nada en procesarlos.

A ver, Carlos, creo que no me salen las cuentas. El 8 % de 3.000 euros son 240 euros al año; si multiplico esos 240 euros por treinta años, me darán 7.200 euros de rentabilidad total en esos treinta años. A esta cifra hay que sumar los 3.000 euros del inicio, lo que me da un total de 10.200 euros, ¡no esos 30.000 euros que tú me comentas!

Te daré la clave: si no retiramos cada año los intereses o ganancias de nuestro capital y, por lo tanto, los reinvertimos, obtendremos ganancias no solo sobre el capital inicial que invertimos en su día, sino también sobre los intereses que vamos acumulando año tras año. En resumen, obtendremos intereses sobre los intereses. Ese es el milagro que, a largo plazo, nos proporciona el llamado interés compuesto y explica por qué llegamos a multiplicar por diez en el caso que te acabo de exponer.

La clave está en dejar que el tiempo actúe. Y si invertimos con sentido en la economía mundial a largo plazo, nos sorprenderemos con la revalorización tanto o más que Quique. Porque, como dijo Albert Einstein, su mayor descubrimiento no fue su teoría de la relatividad, sino el poder del interés compuesto (y no es broma, es cierto que lo dijo): «El interés compuesto es la fuerza más poderosa de la galaxia».


LAS CLAVES DE ESTE CAPÍTULO

• Prívate cada mes de algún capricho —una cena, unoszapatos, una película de cine...—, deja de fumar... Y ahorra ese dinero.

• Define qué porcentaje de tus ingresos puedes ahorrar mensualmente.

• Calcula tu inflación.

• Calcula cuántos impuestos pagas directa e indirectamente.

• Comienza a ahorrar ya, hoy mismo, pero con el objetivo o la vista puesta en el largo plazo.

• Memoriza la siguiente fórmula: R > I + I.


Enriquéceme despacio, que tengo prisa

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