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Las dos realidades

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En la terapia se presentan dos tipos de realidades, una objetiva y otra subjetiva:

 La realidad material es el mundo físico, lo que existe objetiva e independientemente de la percepción de cada uno, es lo que se puede observar, lo fenomenológico, lo tangible, es decir, los hechos tal cual acontecieron. Pero como aprendimos de Kant (1878), el ser humano no puede conocer las cosas en sí mismas, sino solamente como las experimenta en su mente, a los terapeutas nos interesa el otro tipo de realidad en nuestra labor terapéutica: la realidad psíquica.

 La realidad psíquica es subjetiva e individual y representa lo que cada uno interpreta de la realidad material. Una misma realidad material puede ser percibida por dos personas de manera totalmente diferente. Por ejemplo, dos hermanos ante la misma situación familiar (objetiva) perciben de manera diferente y por lo tanto reaccionan o actúan en consecuencia de su realidad psíquica particular. ¿Por qué ocurre esto? Simplemente porque cada ser humano tiene características personales únicas, experiencias y vivencias pasadas que lo han marcado, un despertar de su consciencia y evolución espiritual particular y un sinnúmero de situaciones vividas y maneras de afrontarlas a modo de patrón, que condicionan y tiñen su realidad material. Todo esto configura una manera particular de interpretar la realidad, de vivir y de actuar. Y aquí es donde debemos hacer foco como terapeutas.

Si la realidad psíquica corresponde o no con la realidad material, solo nos interesa en el caso de que nos encontremos en la consulta con un consultante que presente delirios o alucinaciones. En estos casos, si percibimos un desfasaje importante entre ambas realidades, es donde debemos prestar especial atención, ya que podemos detectar trastornos de tipo psicótico. Realizando el diagnóstico apropiado y a tiempo, podremos plantear el tratamiento adecuado.

Cuando un consultante llega a terapia, en general interpreta su realidad de una manera que le provoca sufrimiento. Lo que a los terapeutas nos debe interesar es entonces cómo percibe, piensa y siente su mundo. Desde el momento en el que el consultante percibe que lo que a nosotros nos interesa es su realidad psíquica y no su realidad material, sabe que no lo juzgaremos por sus pensamientos, percepciones o sentimientos y surge una apertura espontánea y un clima de mayor confianza del consultante hacia el terapeuta. Si bien muchas veces los conflictos existen en la realidad material del consultante, lo que importa es ayudarle a resignificar su realidad psíquica, es decir, la interpretación de su realidad material.

Es así que para propiciar transformaciones reales, profundas y duraderas en nuestros consultantes, necesitamos atravesar la superficie, ir más allá, no quedarnos en lo fenomenológico, sino ahondar en sus raíces. Para eso es necesario centrarnos en generar una alianza terapéutica positiva y enmarcar nuestro trabajo en un contexto, plantear adecuadamente y planificar estratégicamente cada proceso terapéutico de cada consultante en particular, pues sin proceso no hay transformación…

1 La palabra Insight tiene infinidad de acepciones; aquí la tomamos como el momento del ‘darse cuenta’ emocional, captar o comprender súbitamente una situación, adquirir una nueva visión de la situación total... El proceso del insight es complejo y apasionante para los terapeutas; ha sido abordado por diversos autores, por lo que sugiero fuertemente profundizar en este tema.

2 Trauma psíquico, en la teoría psicoanalítica, hace referencia a una situación que amenaza el bienestar o la vida de la persona que lo experimenta, y a las secuelas que esa situación ha dejado en su vida.

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