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Primera parte
Capítulo XIII En el periódico

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Los temores de Fosco y Rudi se revelaron fundados.

A pesar de los llamamientos de los oradores para disolver de manera pacífica la concentración, una facción extremista se dirigía hacia el centro de la ciudad.

Rudi se encontraba en la Piazza del Duomo cuando llegaron los primeros nazis. La mayoría eran jóvenes estudiantes y alumnos cadetes del ejército que estaban nerviosos por comprender lo que tenían que hacer. La policía los controlaba intentando evitar acciones violentas. El grupo se movió. Rudi lo siguió durante todo el trayecto. En Piazza Cavour se unieron otros manifestantes. Los más escandalosos gritaban Al Duomo, al Duomo y toda la multitud se agitaba ante la alternancia de noticias contradictorias.

Un compañero, atemorizado por el desarrollo de los acontecimientos, le había avisado que sobre el mismo lugar estaba convergiendo el desfile socialista.

–¡Ya llegan, ya llegan! ―le había gritado nervioso.

–¿Quiénes?

–Los otros, los otros…

–¿Dónde?

–Desde allí, desde allí, desde vía Mercanti…

Se estaba cumpliendo lo que Rudi temía. La misma policía, a pesar de los refuerzos, no conseguía dispersar a los manifestantes. La confrontación fue inevitable.

Cachiporras, piedras y tiros de armas de fuego dejaron sobre el terreno numerosos heridos y un muerto. Rudi intentaba mantenerse a una cierta distancia de los desordenes sin perder de vista los acontecimientos.

Al término de los enfrentamientos más duros, después de que los nazis tomasen la delantera, los ánimos no se aplacaron y la multitud vociferante se dirigió esta vez hacia la sede del periódico en el que Rudi y Fosco trabajaban.

Lo que sucedió afuera y dentro del periódico fue terrible. Para los mismos periodistas fue difícil contar la crónica de aquellos momentos de excitación.

Sólo al día siguiente los dos jóvenes se dieron cuenta perfectamente de la gravedad de la devastación que había tenido lugar: una auténtica destrucción sistemática, efectuada con golpes de maza y líquidos incendiarios que habían trastocado y destruido todo.

En casa Giovanni leyó la noticia en el periódico. Antes de comunicársela a la familia intentó ponerse en contacto con Rudi. Sólo de esta manera podría tranquilizar del todo a Giulia.

Fue el mismo Rudi quien contactó con él por medio del teléfono público. Después de haberle tranquilizado sobre su estado de salud, quedaron de acuerdo que en la próxima carta explicaría los sucesos de los que que había sido testigo directo.

La serie de noticias que a diario tenían que ver con episodios similares comenzaba a preocupar a Giovanni.

Incluso en el pueblo se habían formado pequeños grupos de diversa orientación que manifestaban de manera opuesta su descontento, pero los roces, a pesar de ser acalorados, no habían superado jamás el mero nivel verbal. Después de la muerte de Ada la vida familiar habían recuperado su orden y discurría sobre la vía de la cotidianidad hecha de trabajo y de pequeñas preocupaciones. Episodios de violencia como aquel de Milano no dejaban presagiar nada bueno. A las ansias de cada día se sobreponía la preocupación por un futuro incierto para todos.

Llegó la carta de Rudi. Contaba como la redacción podía continuar trabajando entre mil dificultades, de cómo estaba seriamente preocupado por la evolución de los acontecimientos en la ciudad en la que la formación de los Arditi7 de las bandas de combate, guiados por benito Mussolini, ganaba cada vez más adeptos.

7

Nota del traductor: En italiano, en el original. Los Arditi del Popolo (Escuadrones del pueblo) eran una organización antifascista italiana fundada en junio de 1921 para oponerse al auge del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini y a la violencia de los paramilitares Camisas Negras (squadristi).

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