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Sobre la traducción

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Cumple hacer aquí mención de aquellas traducciones que han ayudado a quien esto escribe a llevar a cabo la suya. Hace poco me he referido a las más recientes versiones al castellano 110 : la de Álvarez de Sotomayor, bicentenaria casi, y la coordinada por don Antonio Holgado, que vio la luz en 1988 y que retoma, para el libro X, la que publicara en 1975 don Manuel Fernández-Galiano, considerada con justeza difícilmente mejorable. Aun sometido a revisión por Holgado, este trabajo colectivo no deja de mostrar, comprensiblemente, alguna desigualdad en los distintos libros, pero su calidad es en general más que mediana, y me ha sido de gran utilidad. Ocasionalmente, he consultado también con provecho la versión de Sotomayor, tanto para confirmar la recta comprensión de ciertos pasajes técnicos como para procurar su expresión en términos directos y castizos. Mi deuda es asimismo considerable para con los libros de la Res rustica traducidos al francés en los últimos tiempos y publicados dentro de la Collection des Universités de France , al cuidado de J. Chr. Dumont (III y IX), E. de Saint-Denis (X), J. André (XII) y R. Goujard (De arboribus); también me ha sido muy útil la edición bilingüe completa, latín-inglés, en tres volúmenes de la Loeb Classical Library , debida a H. B. Ash, E. S. Forster y E. H. Heffner, por más que el establecimiento crítico del texto sea en ella insuficiente e irregular, al depender de una edición de Upsala todavía incompleta 111 . Y he tenido igualmente a la vista las traducciones italiana y alemana, obra de R. Calzecchi y W. Richter respectivamente, la segunda con examen crítico del texto, que han resultado de gran ayuda a la hora de esclarecer muchos puntos oscuros.

He revisado además los textos de otros autores que fueron fuente de Columela —en particular las obras agronómicas de Catón, Varrón y Virgilio— cuando ha sido necesario para la buena inteligencia o la ilustración de los pasos de la Res rustica donde el préstamo se produce 112 . O bien, en sentido contrario, los textos de quienes se sirvieron de Columela como fuente, desde Plinio hasta Isidoro, con especial atención a Paladio. Para no pasar por alto estos testimonios complementarios del texto, ya se trate de sus fuentes o su tradición indirecta, he contado con la inestimable ayuda del aparato de loci paralleli de la edición de Upsala 113 , junto con las notas de otros editores y traductores. Me ha sido también muy útil el Index que Betts y Ashworth realizaron sobre la edición de los filológos suecos, indispensable a la hora de constatar la frecuencia y precisar la acepción de muchos vocablos y construcciones. Aun contando con tantos y tales recursos, no han faltado ocasiones en que la oscuridad del texto —debida a corruptelas en la transmisión o a la dificultad misma de su contenido, o a ambas cosas— ha hecho imposible la claridad que uno desea siempre; en esos casos, aparte de señalar el problema, he optado por lo que me parecía el mal menor en el establecimiento del texto, siempre que la ilación de conceptos no se resintiera y a sabiendas de que cualquier solución resultaba insatisfactoria. Otras veces, en cambio, he tenido la impresión de haber desvelado y expresado el sentido del texto mejor que las traducciones anteriores. Una obra como la Res rustica , técnica y especializada, pero a la vez tan variada, reclama el concurso de diferentes saberes y «sensibilidades», y es natural que la comprensión del texto vaya mejorando gracias a aportaciones particulares capaces de iluminar detalles o aspectos que antes habían permanecido oscuros. En este sentido, parece lógico que un manual agronómico plantee muchos problemas a un filólogo, normalmente más avezado a otro tipo de obras. En pocos textos como en éste percibimos la necesidad de aquella filología más «real» y menos formal que reclamaba Ortega 114 ; y sin duda está muy puesto en razón el consejo de Fernández-Galiano al futuro editor o traductor de Columela para que se asesore con técnicos en agricultura y ganadería 115 . Coincido plenamente con ellos y confieso que, a pesar de mi esfuerzo en esa dirección, siento que es mucho lo que queda por hacer 116 .

He procurado usar un español natural y castizo, libre en lo posible de pedanterías librescas y jerga pseudocientífica. Huyo cuanto puedo del exceso de sustantivos abstractos y la correspondiente penuria de verbos que caracterizan buena parte de la prosa de erudición contemporánea y el lenguaje de los medios de comunicación. Pero soy consciente del peligro contrario: el casticismo que juzgamos natural puede resultar, por raro, muy artificioso. Además, el estilo de Columela no es un dechado de sencillez y economía expresiva. No ahorra figuras retóricas y estructuras sintácticas complejas, y su léxico no es siempre el más directo y popular; hasta podría decirse que a veces hace gala de una cierta pedantería, fruto seguramente del prurito de tecnicismo y del deseo de dotar a su obra de altura «intelectual». Ciertamente Paladio parece referirse a él cuando critica (I 1, 1) a quienes escriben con demasiada retórica para un lector interesado sobre todo en el contenido. Estas consideraciones me han hecho atemperar mi propio gusto y buscar, en consecuencia, un equilibrio entre dos tendencias divergentes.

Mi vocabulario es el español estándar recogido por el Diccionario de la Real Academia Española en su edición de 2001, aunque resulta casi imposible no introducir algunos términos —más o menos técnicos— de uso restringido, o de uso preferente en unas regiones y no en otras. Dada la variedad y riqueza de este léxico agrícola, he querido dar cabida a voces de diferentes regiones de España, si bien esto lo he hecho sin un cálculo proporcional o distributivo exacto, a veces sirviéndome de sinónimos para traducir un mismo término. Sé que este «eclecticismo» supone una cierta arbitrariedad de cara al lector —no voy a poder justificar mi preferencia por uno u otro vocablo— y suscitará, tal vez, algunos reparos; pero es la vía que se me ha ido imponiendo en la práctica como más razonable o menos mala. Añadiré que he procurado evitar algún término malsonante en América, y que en ocasiones me ha costado resignarme al uso refrendado por la Academia. No faltará, en fin, quien advierta algunas voces o usos propios de la región de donde procedo, esto es, la Navarra suroccidental, lindante con Álava y La Rioja. El habla de mi comarca muestra, desde luego, la cercanía al antiguo reino de Castilla, pero también la fuerte impronta lingüística de lo que mis abuelos llamaban, con deliciosa imprecisión administrativa, «La Tierra Baja» (que alcanza a Tudela y hasta Aragón, Ebro abajo). Ejemplos de esta preferencia: simiente por semilla, sequero por secano, rosada por escarcha, dalla por guadaña…

Quien esto escribe no es —parece innecesario decirlo— agricultor de profesión. Lo ha sido, y lo es, aficionado; es decir: afeccionado. Se ha criado en una familia de labradores y ha vivido él también los usos agrícolas, tan cambiantes en los últimos tiempos. Sobre todo, ha visto que el campo es algo más que una fuente de recursos; ha visto que ha conformado durante siglos la vida de la mayor parte de la población. Y ha aprendido a ver en la práctica de sus mayores la presencia viva de una tradición milenaria. Ha desandado el camino de esa tradición y llegado a Hesíodo y Virgilio, para luego volver otra vez a las tierras del Ebro. Yendo y viniendo, ha aprendido quizá más filología que agricultura, pero no olvida de dónde viene y a quién debe.


1 La Introducción tiene carácter general, salvo el epígrafe de variantes textuales situado al final de la misma; ese apartado —igual que el Glosario y los índices (onomástico y de fitónimos) que cierran el libro— se refiere exclusivamente a la parte de la obra de Columela traducida en este volumen (véase «Contenido y estructura de la Res rustica»).

2 «El cerdo y el arqueólogo» puede leerse en la miscelánea de breves escritos (crónicas periodísticas en su mayoría) que, con el título Collezione di sabbia, apareció en Milán (Garzanti Editore) en 1984, de donde he tomado y traducido este fragmento.

3 El municipium Gaditanum es mencionado asimismo en Res rustica VII 2, 4, y XI 3, 26. Salvo indicación en contrario, cito según la edición de LUNDSTRÖM , JOSEPHSON y HEDBERG publicada entre 1897 y 1968 (véase Bibliografía), conocida como «edición de Upsala», omitiendo en adelante el título de la obra.

4 Esos datos de cronología relativa que permiten deducir razonablemente los años en que Columela escribió la Res rustica y, por extensión, el tiempo en que vivió, pueden verse —examinados con mayor o menor detalle— en diferentes estudios; v. gr., W. BECHER , De Lucii Junii Moderati Columellae vita et scriptis, Leipzig, 1897; C. CICHORIUS , «Zur Biographie Columellas», en Römische Studien, Leipzig, 1922, págs. 417-422; A. HOLGADO , Columela. De los trabajos del campo, Madrid, 1988, Introducción, págs. XV-XXI.

5 V 5, 15; otras referencias a su tío en II 15, 4; VII 2, 4; XII 21, 4; XII 40, 2 y XII 44, 5. Y a la Bética, en I praef. 20; II 10, 35; III 12, 6; V 1, 5; V 5, 15; V 8, 5; VII 1, 2; VII 2, 4; VIII 17, 15; XI 2, 60 y XI 3, 26.

6 También recogida por H. DESSAU , Inscriptiones latinae selectae, 3 vols., Berlin, 1892-1916 (núm. 2923). Las circunstancias de nuestro autor encajan bien con los datos aportados por el epígrafe, incluida la localización tarentina. Los habitantes de Gades pertenecían a la tribu Galería aquí mencionada, y sabemos que la legión VI, llamada ferrata, estuvo en Siria el año 23 d. C. y en fechas posteriores; TÁCITO , en fin, da noticia (Anales XIV 27) del asentamiento, el año 60 y en la región de Tarento, de veteranos (que pudieron dedicar el epígrafe a la memoria de su tribuno, si no es algún familiaris quien lo hizo). La inscripción, hoy perdida, fue descubierta en esa ciudad y descrita enseguida por Pacichelli, en 1685; esta descripción es la única que conocemos basada en una supuesta visión de primera mano (los repertorios posteriores se habrían limitado a reproducirla). El comento correspondiente del CIL, cuyo volumen IX (1883) se debe a MOMMSEN, considera la posibilidad de que se trate de un epigrama falso, dada la abundancia de éstos en la epigrafía tarentina, y por las características del titulas, pero la hipótesis se descarta: Pacichelli no es suspectus —se nos dice— y Grotefend ha alegado razones convincentes en defensa de su autenticidad. Además, Pacichelli no habría sabido urdir las circunstancias que el epígrafe sugiere: «Talia homo imperitus Pacichelli fingere non potuit». Debo decir que en mi ánimo subsiste la duda.

7 Marco Anneo Novato, hermano de Séneca el filósofo, tomó el nombre de Lucio Junio Anneo Galión tras ser adoptado por el rétor Julio Galión; fue procónsul de Acaya y ante él compareció SAN PABLO (cf. Hechos de los Apóstoles XVIII 12-17). Sobre la notable presencia de hispanos en la política y la cultura romanas del siglo I, véase lo escrito por Antonio Fontán: «Escritores hispanos en el siglo de Columela», en J. M. MAESTRE MAESTRE , L. CHARLO BREA , A. SERRANO CUETO (eds.), Estudios sobre Columela, Cádiz, Ayto. de Cádiz. Cátedra Adolfo de Castro-Universidad de Cádiz, 1997, págs. 15-34.

8 Cf. I 3, 3; III 9, 2. Aun no estando demasiado alejadas de Roma, resultaría difícil al propietario poner en práctica su recomendación (I 1, 9) de acudir a inspeccionar la granja por la tarde, una vez resueltos los asuntos del foro (si es que él no se mantenía apartado de esos negotia fori).

9 Doy en ambos casos la lectura de HEDBERG para la edición upsaliense (los manuscritos traen variantes diversas).

10 Cf. FRAY RAFAEL y FRAY PEDRO RODRÍGUEZ MOHEDANO , Historia literaria de España, vol. VIII, Madrid, 1781, págs. 39-66; W. BECHER , «Das Caeretanum des L. Junius Moderatus Columella», Philologischhistorische Beiträge Curt Wachsmuth zum sechzigsten Geburtstag überreicht, Leipzig, 1897, págs. 186-191.

11 Cf. BECHER , De Lucii Junii…, pág. 63, y los artículos Ceret (que remitea CIL II 986) y Ceretes/Cerretani, debidos a HÜBNER , en la RE, sin duda tenidos en cuenta por TOVAR . Véase su artículo «Columela y el vino de Jerez» (publicado primero en Homenaje al Profesor Carriazo, vol. III, Sevilla, 1973, págs. 399-404, y luego en Homenaje nacional a Lucio Junio Moderato Columela, Cádiz, 1975, págs. 93-99). Distintos estudiosos españoles han aceptado sin reparos esta tesis, que ha motivado incluso la relectura de cierto epígrafe jerezano: cf. C. CASTILLO , «Jerez, ¿municipium Caeretanum?», Excerpta Philologica 1 (1991), 155-158. Sobre esta cuestión, véase A. HOLGADO , Columela. De los trabajos…, Introducción, pág. XVIII; y J. I. GARCÍA ARMENDÁRIZ , Agronomia y tradición clásica. Columela en España, Sevilla, 1995, págs. 26, 161 y 260-261.

12 Cf. N. ANTONIO , Bibliotheca Hispana Vetus, Roma, 1696, tomo I, libro 1, cap. V, parágrs. 70-72: «Idem sit an diversus Moderatus Gaditanus Pythagoreus philosophus Graece qui scripsit, ambiguum», resume Antonio en el sumario inicial; y véase J. A. FABRICIVS , Bibliotheca Latina: en la edición veneciana de 1728, la referencia a Columela y Moderato está en el vol. I, pág. 404.

13 Cf. RODRÍGUEZ MOHEDANO , Historia…, págs. 281 y 377-392; y F. BÜCHELER , «Coniectanea», Rheinisches Museum, 1882, págs. 335-336.

14 A quien se ha identificado (cf. R. MARTIN , «État présent des études sur Columelle», II, 32, 3 [1985], pág. 1973) con el delator de quien habla TÁCITO en Anales XVI 28-29 y 33, que fue legatus pro praetore en Panfilia y Licia después del 48, y consul suffectus el 61; hay que pensar que Columela le dedicó el singularis liber antes de los sucesos del año 66 narrados por Tácito.

15 La nota —recordemos que está situada al final del libro XI— se refiere primero al contenido del libro XII (las tareas de la granjera), que viene a continuación: Continet [sc. hoc opus] autem quae intra uillam agi debeant a muliere officio uilicationis praeposita de condituris uinorum, de custodia pomorum et pleraque alia quae in oeconomicis libris praecipiuntur. Sin esta referencia, la tabla de materias quedaría incompleta. Y luego: Praeter hos duodecim libros singularis est ad Eprium Marcellum de cultura uinearum et arborum… La nota termina con una frase de lectura dudosa (las dos ramas de la tradición manuscrita, SA y R, difieren), quizá una alusión a que el tratamiento de la materia es distinto en ese libro y en los libros del índice precedente que tratan del mismo tema (libros III a V en la ordenación actual, que recupera la original). Lo que parece claro es que, mientras la tabla se debería, en principio, a nuestro escritor (…omnium librorum meorum argumenta subieci. dice en XI 3, 65; con la salvedad de que el argumentum del Liber de arboribus, que en todos los mss., también en esta tabla, figura como libro III, no puede ser original) y habría sido concebida como útil remate del libro XI y de toda la obra, la nota fue añadida con posterioridad, una vez incorporado el libro XII a manera de apéndice, y seguramente ya no por Columela.

16 Cf. R. GOUJARD (ed. y trad.), Columelle. Des arbres, París, Les Belles Lettres, 1986, págs. 7-8.

17 No podemos precisar cuándo; quizá tuvo que ver con la inserción el paso al formato de codex. En cambio, la línea de transmisión R, en Italia, aunque contaminada por A en el siglo xv, se remontaría a un testimonio de la Res rustica que carecía de una parte del texto —desde V 6, 17, hasta VII 9, 4— y que no incluía el De arboribus como libro III: cf. J. TROTZKI , «Studien zur Überlieferungsgeschichte Columellas», en Raccolta di scritti in onore di Felice Ramorino = Pubblicazioni della Università Catolica del Sacro Cuore, ser. IV, vol. VII, Milán, 1927, págs. 449-472; S. HEDBERG , Contamination and interpolation. A study of the 15th . century Columella manuscripts, Upsala, 1968, págs. 144-148; M. D. REEVE , «Columella», en L. D. REYNOLDS (ed.). Texts and Ttransmission. A Survey of the Latin Classics, Oxford, Clarendon Press, 1986, pág. 146.

18 VON BARTH (Aduersar. XXXVIII) se habría basado en la información aportada por un humanista del siglo anterior, Piero Vettori, acerca de un códice florentino luego desaparecido, el Marcianus; cf. GOUJARD , Columelle. Des arbres…, pág. 18, y BECHER , De Columellae.., págs. 67 y 69.

19 Cf. W. RICHTER , Der «liber de arboribus» und Columella, Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie der Wissenschaften 1, Múnich, 1972.

20 A diferencia de Caspar von Barth, Richter sí ha tenido seguidores: véase G. HENTZ , «Le De arboribus: œuvre de jeunesse de Columelle ou compilation d’un anonyme?», en Hommages à Robert Schilling, Paris, 1983, págs. 303-313.

21 Cf. GOUJARD , Columelle… págs. 7-17, y otras publicaciones del mismo investigador relativas a esta polémica (véase Bibliografía).

22 Puede verse, por ejemplo, HOLGADO , Columela. De los trabajos…, Introducción, págs. XXIV-XXVI, o MARTIN , État présent…, págs. 1972-1973. Ambos se inclinan por la tesis tradicional, defendida por Goujard, aunque sin total convicción en el caso de Martin.

23 Cf. la edición de R. A. B. MYNORS (Oxford, 1937), ad loc.

24 Cf. A. KAPPELMACHER , «Columella und Palladius bei Cassiodor», Wiener Studien 39 (1917), 176-179, para quien Casiodoro tenía la obra de Columela todavía en rollos (uolumina), lo cual podría explicar el número de libros. Las síntesis recientes —véase MARTIN , Etat présent…, págs. 1973-1974, y HOLGADO , Columela. De los trabajos…. Introducción, págs. XXV XXVI— adoptan un comprensible eclecticismo en relación con este problema, hoy por hoy insoluble, limitándose a presentar las diversas posibilidades sin tomar partido.

25 Cf. P. D. CARROLL , «Columella the reformer», Latomus 35 (1976), 784-790.

26 Más adelante volveré sobre la ideología columeliana. Acerca de los prefacios de los distintos libros de la Res rustica, disponemos del estudio de N. SCIVOLETTO , «Le prefazioni nei Rei rusticae libri di Columella», en C. SANTINI , N. SCIVOLETTO (ed.), Prefazioni, prologhi, proemi di opere tecnico-scientifiche latine, vol. II, Roma, 1992, págs. 769-817; y en particular sobre la ideología del Prefacio general, véase E. DI LORENZO , «La praefatio di Columella e i modelli etici ed economici dell’ideologia del lavoro», en Contributi di filologia latina, Università di Salerno, 1991, págs. 165-186.

27 De los restantes códices, sólo —que sepamos— el Bononiensis Bibl. uniuers. 2523, identificado con la letra t, lo intitula de forma parecida, concretamente de sementib<us> = «sobre las simientes». En los demás se intitula simplemente liber secundus. o bien no presenta inscriptio, aunque en la tabla de contenidos al final del libro XI (considerada original de Columela), el conjunto de la tradición manuscrita trae, en el epígrafe del libro II, sementibus, fácilmente restituible como sementiuus / <de> sementibus.

28 De nuevo, los títulos de ambos libros (surcularis secundus / tertius) sí aparecen en la tabla al final del libro XI.

29 En I praef. 24-28 podemos leer una especie de resumen de los nueve libros que la obra parece haber tenido en un principio. En cuanto a los sumarios que traen los manuscritos al principio de cada libro, nótese que no siempre se da una correspondencia estricta con los epígrafes que luego aparecen señalando el contenido.

30 Recordemos asimismo que la secuencia de trece libros se mantendrá en las primeras ediciones, que reproducen códices humanísticos, hasta que la Aldina (Venecia, 1514) restaura la numeración original de los libros mediante la exclusión del De arboribus; en adelante, éste se editará separadamente. Sobre el problema de su autenticidad, véase lo dicho más arriba.

31 VIRGILIO (Geórg . IV 147-148: Verum haec ipse equidem, spatiis exclusus iniquiis, / praetereo, atque aliis post me memoranda relinquo) había dejado un encargo a la posteridad que COLUMELA recoge explícitamente (X 2 5): atque ea [docebo], quae quondam spatiis exclusus iniquis. / cum caneret laetas segetes et munera Bacchi / et te magna Pales, nec non caelestia mella, / Vergilius nobis post se memoranda reliquit. Sobre la posible interpolación de estos cuatro versos, cf. L. HERMANN , «Columelle, De re rustica X, v. 2-5», Latomus 38 (1979), 989.

32 MARTIN , État présent… , pág. 1965. Claro que el hortus puede ser también parte de la uilla.

33 Cf. E. DE SAINT -DENIS , «Columelle, miroir de Virgile», en Vergiliana. Recherches sur Virgile, Leiden, 1971, págs. 328-343.

34 «Aquí tienes, Silvino, la pequeña porción que quedaba del regalo que te había prometido; pues ya en los anteriores nueve libros te fui pagando mi deuda, excepción hecha de esta parte que ahora liquido.» (X pref. 1)

35 Recherches sur les agronomes latins et leurs conceptions économiques y sociales, París, Les Belles Lettres, 1971.

36 MARTIN , État présent…, págs. 1969-1972.

37 Cf. A. COSS ARINI, «Columella. Ideologia della terra», Giornale filologico ferrarese 1 (1978), 35-47; íd., «Columella interprete del suo tempo», ibíd. 3 (1980), 97-108.

38 Los fisiócratas del XVIII, con Quesnay a la cabeza, harán suya esta idea, lo mismo que la anterior. Véase R. SUADEAU , La doctrine économique de Columelle, Paris, 1956.

39 Defectos de la gran explotación que duran a través de los siglos. Los Rodríguez Mohedano trasladarán estas críticas a los terratenientes de la Baja Andalucía en la segunda mitad del XVIII . y aun podríamos hablar de tiempos más próximos.

40 Véanse los análisis posteriores, referidos sobre todo a III 3, 8-10 (cálculos de rentabilidad de la viña), de R. DUNCAN -JONES , The economy of the Roman Empire. Quantitative studies, Cambridge, 1974, págs. 33-59, y de A. CARANDINI , «Columella’s Vineyard and the Rationality of the Roman Economy», Opus 2 (1983), 177 ss.

41 Las diferencias entre uno y otro autor han sido valoradas de manera distinta según los investigadores. Mientras MARTIN (Recherches… págs. 375 385), siguiendo los pasos de la historiadora soviética E. M. SERGEENKO , habla incluso de «escuelas» agronómicas diferentes, últimamente esas diferencias se consideran de menor entidad: cf. A. COSSARINI , «Plinio il Vecchio e l’ideologia della terra», en P. SERRA ZANETTI (ed.), ‘In verbis verum amare ‘. Miscellanea dell ‘Istituto di Filologia latina e medioevale dell ‘Università di Bologna, Florencia, 1980, págs. 143-163; íd., «Latifundia perdidere Italiam (Plin. N.H. 18, 35)», en Plinio il Vecchio sotto il profilo storico e letterario: Atti del Convegno di Como (1979) II, Como, 1982, págs. 235-258; J. C. DUMONT , «Quelques aspects de l’esclavage et de l’économie agraire chez Pline», Helmantica 37 (1986), 201-218 = Pline l’Ancien témoin de son temps. Acta Conventus Pliniani Internationalis (Nantes 1985), Salamanca-Nantes, 1987, págs. 293-306.

42 Un encuadre de la actitud de Columela dentro del pensamiento romano relativo a estas cuestiones se encontrará en M. VALENCIA HERNÁNDEZ , Agricultura, comercio y ética. Ideologia económica y economía en Roma (siglos II a. e.-I d. e.) = Monografías de Historia Antigua 7, Universidad de Zaragoza, 1991, donde —mediante al análisis de la obra de Cicerón, de los agrónomos y de Séneca, entre otros— se pone de manifiesto una cierta contradicción existente entre la nueva realidad de la explotación esclavista (la de Columela, por ejemplo) y la persistencia de los valores tradicionales como justificación ideológica. El conflicto entre la tradición y lo nuevo, representado a veces por el propio Columela, reaparece en los recientes trabajos de E. NOÉ , «Columella artifex agricola», Rendiconti della Classe di Scienze morali… dell’Accademia dei Lincei, Ser. 9.a 11/3 (2000), 399-441, y «La memoria dell’antico in Columella: continuità, distanza, conoscenza», Athenaeum 89/2 (2001), 319-343. De la misma autora, «Il contrasto città-campagna nella praefatio del de re rustica di Columella», en D. AMBAGLIO (ed.), Συγγραφή: materiali e appunti per lo studio della storia e della letteratura antica, Como, 1998. págs. 111-131.

43 Cf. B. BALDWIN , «Columella’s sources and how he used them», Lato mus 22 (1963), 786-791 (ceñido a las fuentes latinas). Sobre las fuentes griegas, véase G. HENTZ , «Les sources grecques dans les écrits des agronomes latins», Ktèma 4 (1979), 151-160, y E. DI LORENZO , « Il catalogo degli autori greci in Columella», en I. GALLO , ed., Miscellanea filologica = Quaderni del Dip. di Scienze dell’Antichità I, Salerno, 1986, págs. 161-175. Acerca de los modelos retóricos de Columela, véase luego el apartado dedicado a «Lengua y estilo».

44 La inspiración virgiliana es palmaria en el libro X; un análisis pormenorizado de las fuentes poéticas de la Res rustica, y del libro X en particular, puede verse en la tesis doctoral de H. WEINOLD , Die dichterischen Quellen des L. lunius Moderatus Columella in seinem Werke De re rustica, Munich, 1959.

45 K. D. WHITE , Roman farming, Ithaca (Nueva York), 1970, pág. 28.

46 Cf. HOLGADO , Columela. De los trabajos…, Introducción, págs. XXVII-XXXI (un recorrido por las muestras de «independencia critica y experimentación» de la Res rustica).

47 Véase P. SÁEZ FERNÁNDEZ , «Magia y superstición en el De re rustica de Columela», Gades 14 (1986), 9-29. Aparte, encontramos en la Res rustica errores concretos, más o menos explicables; en materia astronómica, por ejemplo: cf. A. LE BOEUFFLE , «Quelques erreurs ou difficultés astronomiques chez Columelle», Rev. Études Latines 42 ( 1964), 324-333.

48 En su inédita Memoria sobre los abonos de la tierra conservada entre los «Papeles de Trigueros» de la Biblioteca de Menéndez Pelayo. De manera parecida se expresa en fechas más recientes René Martin, quien se refiere a Columela como «le Cicéron de l’agronomie» (cf. MARTIN , État présent…, pág. 1968).

49 Cf. SCIVOLETTO , «Le prefazioni…», págs. 770-817 (sobre el Prefacio general, págs. 778-797).

50 W. RICHTER , L.I.M.Columella. Zwölf Bücher über Landswirtschaft. Buch eines unbekannten über Baumzüchtung, vol. III, Múnich, 1983, pág. 591.

51 Cf. J. M. ANDRÉ , «Littérature technique et héritage de la théorie cicéronienne chez Columelle». Ktèma 14 (1989), 255-272. En I 1, 12, Columela describe el perfeccionamiento de la literatura agronómica latina como etapas sucesivas del desarrollo de una persona, según una visión antropomórfica que le es muy querida: «… recordemos ya sin demora al célebre Marco Catón el Censor, el primero que decidió hacerle [a la agricultura] hablar en latín, y tras él a los dos Sasema, padre e hijo, quienes prosiguieron su educación con el mayor esmero; luego, a Tremelio Escrofa, que consiguió hacerla elocuente, y a Marco Terencio [Varrón], que acabó de pulirla; y después a Virgilio, que la dotó, además, de la fuerza del canto.» A continuación, dirá del cartaginés Magón que fue su padre, y Julio Higino su ayo.

52 Tal es el juicio de E. BICKEL recogido por J. LUQUE MORENO , «Columela, poeta y científico: el libro X del tratado de agricultura», en MAESTRE …, Estudios… págs. 109-127 (véanse, en concreto, 122-123).

53 Cf. PLIN ., XVIII 24; PALAD ., II, 1.

54 Cf. J. WIGHT DUFF , A literary History of Rome in the Silver Age, Londres, 1960, pág. 134: «Aun sin estadísticas exactas, el oído detecta las cadencias de sus clausulae —el gusto por los créticos (o créticos resueltos) seguidos de troqueo o doble troqueo, espondeo o doble espondeo…»; y MARTIN , État présent…, pág. 1968: «… respeta [Columela] las exigencias de la prosa métrica, por más que encontremos, aquí y allá, una cláusula de fin de hexámetro…» También W. Richter reconoce la prosa rítmica como un rasgo rétorico típico del estilo de nuestro autor, al menos «en los prefacios y exposiciones de carácter genérico», es decir, en las partes del texto donde el tono es más elevado (cf. RICHTER , L.I.M. Columella. Zwölf Bücher…, vol. III, págs. 643-644).

55 Å. JOSEPHSON , Die Columella-Handschriften, Upsala-Wiesbaden, 1955, pág. 14.

56 WIGHT DUFF , A literary History… , pág. 134.

57 En la Introducción a su edición bilingüe del libro X, L. Iuni Moderati Columellae rei rusticae liber decimus (carmen de cultu hortorum), Pisa, 1996.

58 KOTTMANN , De elocutione L. Junii Moderati Columellae, Rottweil, 1903, y A. KAPPELMACHER , art. Iunius (Moderatus), RE X 1, cols. 1054-1067. Para los trabajos sobre la lengua de Columela hasta 1964, consúltese la Lateinische Grammatik (Handbuch der Altertumwissenschaft II, 2) de F. STOLZ , J. SCHMALZ , M. LEUMANN , J. B. HOFMANN y A. SZANTYR , en particular la segunda parte (vol. II, 1-2: Lateinische Syntax und Stilistik, Munich, 1963-19656 . Véase también E. LÖFSTEDT , Syntactica II, Lund, 1933, págs. 16 ss., 131 s., 191 s., 211: la sintaxis de Columela presenta en los pasajes aquí seleccionados elementos vulgarizantes, como sucede luego en autores del siglo II (en Frontón, por ejemplo). La ausencia del gaditano en la primera parte de Syntactica, lo mismo que en los Vermischte Studien zur Lateinischen Sprachkunde und Syntax (Lund, 1936), ha de atribuirse a la reluctancia de Löfstedt a la hora de utilizar autores cuyas obras no estuvieran todavía bien editadas.

59 MARTIN , État présent…, pág. 1968.

60 G. G. BETTS , W. D. ASHWORTH , Index to the Uppsala edition of Columella, Upsala, 1971.

61 A los trabajos, más generales, de S. ANDREI , Aspects du Vocabulaire Agricole Latin, Roma, 1981, y M. G. BRUNO , Il lessico agricolo latino, Amsterdam, 1969, hay que añadir los de C. ARIAS ABELLÁN : LOS adjetivos de color en la prosa de los tratadistas de agricultura (estudio de semántica estructural) = Tesis doctoral (Universidad de Granada, curso 1980-81), con resumen publicado (Granada, 1983), y «Acerca del vocabulario técnico en los Auctores rei rusticae y Plinio» Estudios humanísticos. Filología [Universidad de León] VI (1984), 97-111. Véase además, de L. MOLERO ALCARAZ , «Una aproximación al léxico sustantivo de Columela: terra y su campo semántico», Actas del VIII congreso español de estudios clásicos (Madrid, 23-28 sept. 1991), vol. I, Madrid, 1994, págs. 649-652: la comunidad de significado terra-humus favorecería la variatio léxica, mientras tellus, connotado poéticamente, queda casi confinado al libro X. Los estudios de L. C. PÉREZ CASTRO , «Sobre las terminologías ¿técnicas? latinas: el léxico de las Res rusticae», en A. ALVAR EZQUERRA , J. GARCÍA FERNÁNDEZ (eds.), IX congreso español de estudios clásicos (Madrid, 27 30 sept. 1995), vol. III, Madrid, 1998, págs. 211-215, y «Vocabularios científico-técnicos y léxico común en el latín clásico», Rev. Esp. de Lingüistica XXVII/1 (1997), 107-114, insisten en el significado habitual con que muchos términos latinos se usaron para expresar conceptos técnicos, por lo que cualquier hablante podía entenderlos en esa acepción. Nótese que estos trabajos adoptan una perspectiva lingüística, en tanto otros —no citados aquí, pero sí en el lugar correspondiente— responden a la necesidad de precisar el significado de ciertos términos.

62 Ya J. M. GESNER , en su edición de 1735 de los agrónomos latinos (Praef., pág. VIII), registra en Columela unas cuarenta fórmulas diversas para expresar el crecimiento de las plantas. Véase además G. NYSTRÖM , Variatio sermonis hos Columella (Diss.), Gotemburgo, 1926.

63 KAPPELMACHER , art. Junius ..., cols. 1065-1066.

64 «… pulgar que unos llaman «guardián», otros «garrancho», algunos «reserva»…».

65 Con quien coincide en los usos arcaizantes, debido posiblemente al influjo de Catón.

66 L.I.M.Columella. Zwölf Bücher…, vol. III, págs. 641-644.

67 Ibid., vol. III, págs. 634-635.

68 Estos breves apuntes no tienen pretensión alguna de exhaustividad; se basan en algunas notas tomadas al hilo de la traducción, en especial de los libros III, IV y V.

69 Ejemplos: III 10, 12 (conceptu atque fetu = «con el embrión concebido»); III 11, 3 (congerere atque conponere = «juntarlo con lo demás en montones»); IV 17, 7 (magna uis et incursus = «la tremenda acometida»); V, 6, 30 (annis et robore = «con el vigor de la madurez»).

70 III 10, 18 (ipsam rationem); III 15, 3 (eodem momento); y especialmente IV 2, 2 (idem ipse Atticus).

71 IV 24, 17 (ipsos palmites quos…); V 9, 7 (ipsis); V 9, 8 (ipsae… ar busculae).

72 III 10, 19 (malleolum qui quattuor uuas tulerit… sic degenerare ut singulis, nonnumquam etiam binis uuis minus adferat), y bastantes ejemplos más.

73 III 18, 4 (ita euenit ut quod in sagitta non serenda uitauerimus, id sequamur in eiusmodi malleolo); IV 3, 6 (filiam nuptum conlocasse in dimidia parte reliqui agri). Menos llamativo es el ablativo locativo por acusativo de extensión (III 20, 5; V 5, 6; V 6, 22 et alibi).

74 F. BOLDRER lo ha señalado para el libro X: cf. L. I. M. C. rei rusticae liber decimus…, Introducción, pág. 29.

75 Estos problemas se tratan en nota a los pasajes correspondientes y en el Glosario de voces técnicas.

76 Que aparece en II 15, 2 y 4; II 17, 3 (además del v. 3 del libro X).

77 L. I. M. C. rei rusticae liber decimus…, Introducción, págs. 11-12.

78 Cf. L. DALLINGES , «Science et poésie chez Columelle», Études de Lettres 7 (1964), 137-144; y E. DE SAINT -DENIS (ed. y trad.), Columelle. De l’agriculture, livre X, París, 1969, pág. 20.

79 Cf. HOLGADO , Columela. De los trabajos…, Introducción, pág. XXXVIII.

80 Cf. BOLDRER , L. I. M. C. rei rusticae liber decimus…. Introducción, págs. 28-32. El léxico del libro X había sido ya estudiado con parecida perspectiva por G. MAGGIULLI , «Il lessico non virgiliano del libro X di Columella» Orpheus N.S. 1 (1980), 126-151.

81 Sobre estas dos voces de la botánica medicinal, véase J. ANDRÉ , Les noms de plantes dans la Rome antique, París, 1985, s. v.

82 Traduzco según el texto que trae Fabricius en su Bibliotheca Latina, edición de Hamburgo en tres volúmenes (1721-1722), en concreto en el vol. II (1721), pág. 472: Orphea mirata est Rhodope sua fata canentem. / si modo Virgilii carmina pondus habent. / Tu vero, Juni, silvestria rura canendo / post te ipsas urbes in tua rura trahis. / O Superi, quales habuit tunc Roma Quirites, / quum tam jucundum cerneret agricolam.

83 Innocenzo Mazzini sospecha la existencia de una fuente intermedia; véase su Introducción al De hortis (Bolonia, 1988), págs. 34-44.

84 Cf. J. N. ADAMS , «Pelagonius and Columella», Antichthon 25 (1991), 72-95.

85 Remito al lector interesado en la deuda de Paladio respecto de Columela a la excelente Introducción a ese autor, obra de A. M.a MOURE CASAS , en esta misma Biblioteca Clásica Gredos (Madrid, 1990). Para una visión de conjunto de la pervivencia de Columela, puede acudir a mi libro Agronomía y tradición clásica. Columela en España (Sevilla, 1995), así como a V. BROWN , «Lucius lunius Moderatus Columella», en F. E. CRANZ (ed.), Catalogus translationum et commentariorum. Mediaeval et Renaissance Latin translations and commentaries, vol. III, Washington D.C., 1976, págs. 173-193, que debe completarse con «Lucius lunius Moderatus Columella. Addenda» en el vol. VIII del mismo Catalogus translationum…, 2003, págs. 327-333; y también a J. M. MAESTRE MAESTRE , «Columela y los humanistas», en MAESTRE … (eds.), Estudios …, págs. 263-322, con un ágil y rico panorama de los siglos XV a XVIII . M. D. Reeve ha condensado lo relativo a la transmisión del texto en L. D. REYNOLDS (ed.), Texts and Transmission. A Survey of the Latin Classics, Oxford, 1986, págs. 146-147.

86 En lo que se refiere a Plinio, aparte del rapport de G. Serbat en ANRW II 32, 4 (1986), págs. 2069-2200, véase la edición bilingüe de los libros XVII y XVIII en la Collection des Universités de France, obra de J. André y H. Le Bonniec respectivamente (París, 1964 y 1972).

87 En la obra de Isidoro, frente a las citadas poco antes, más prácticas y directas, prevalece la función de compendio y presentación del saber antiguo. Parecida finalidad propedéutica se encuentra en otra obra, las Instituciones de Casiodoro, que es guía y fuente indiscutible del hispalense, hasta el punto de que las Etimologías forman parte de la tradición indirecta de las Instituciones. Y esa dependencia se confirma en lo que respecta a los agrónomos latinos: Gargilio, Columela y Paladio —los tres autores expresamente nombrados por Casiodoro— son fuentes predilectas de ISIDORO en su libro XVII de las Etimologías, donde el tercero es llamado Aemilianus, como en el texto de las Instituciones (cf. CASIOD ., instit. div., I 28, 6 e ISID ., Etimol. XVII 1, 1 y 10, 8). Sobre Columela como fuente de Isidoro, véase GARCÍA ARMENDÁRIZ , Agronomía…, págs. 47-59.

88 Léanse los trabajos de E. MARÓTI , «Zum Columellas Fortleben im Frühmittelalter», Acta antiqua et archaeologica, Szeged Suppl. 2 (1979), 33-41; «Zu Columellas Weiterleben im Frühmittelalter), Acta antiqua Academiae Scientiarum Hungaricae 27 (1979), 437-447; «Vilicus ne sit ambulator: Zum Weiterleben eines antiken Wirtschaftsprinzips», Jahrbuch für Wirtschaftgeschichte 4 (1981), 83-89.

89 Las referencias a códices de Columela en sucesivos catálogos de El Escorial no concuerdan del todo, por lo que se plantean algunas dudas sobre su identidad. En lo que se refiere al manuscrito que llevaba la signatura Q.I. 12, todo indica que pasó a manos privadas en algún momento del siglo XIX y hoy se encuentra en el Reino Unido. Véase GARCÍA ARMENDÁRIZ , Agronomía …, págs. 93-96.

90 Gracias a la colación de CHR . FR . MATTHAEI publicada en sus Lec tiones Mosquenses, vol. I, Leipzig, 1779, págs. 91-94.

91 El Barcinonensis incluye además las obras de Catón y Varrón, mientras el Colombinus contiene sólo el libro X de Columela. Dos de los editores suecos de la Res rustica son también los autores de las dos obras fundamentales sobre la tradición manuscrita: Å. JOSEPHSON , Die Columella Handschriften. Upsala-Wiesbaden, 1955, y S. HEDBERG , Contamination and interpolation. A study of the 15 th . century Columella manuscripts. Upsala, 1968. De entre los estudios posteriores, debe citarse el de P.-P. CORSETTI , «Note sur les excerpta médiévaux de Columelle», Rev. d’Hist. des Textes 7 (1977), 109-132. Sobre el fingido códice de Trigueros, véase J. I. GARCÍA ARMENDÁRIZ . «Un nouveau manuscrit de Columelle?». Rev. d’Hist. des Textes 23 (1993), 189-201. Y una síntesis acerca de los nuevos manuscritos, en GARCÍA ARMENDÁRIZ , «Lucius…. Addenda», pág. 328.

92 Cf. GARCÍA ARMENDÁRIZ , Agronomía…. pág. 72.

93 Die Columella-Handschriften…, págs. 147-149.

94 Más datos sobre estos materiales, en los artículos del Catalogus Translationum et Commentariorum mencionados en la nota 85.

95 En este apartado, resumo los capítulos correspondientes de mi libro. Agronomia…, donde puede encontrarse una exposición mucho más detallada y las referencias bibliográficas pertinentes.

96 Como ya señalaron los Mohedano, Abu Zacaría conoce a Yūniyūs sobre todo a través de otro agrónomo andalusí, que es su fuente principal: Ibn al-Haŷŷāŷ.

97 En su Aristoteles Pseudoepigraphus, Leipzig, 1863, pág. 269.

98 Véase su artículo «¿Yūniyūs o Columela en la España medieval?», Al-Andalus 43 (1978), 163-172.

99 Cf. G. HINOJO , «Reminiscencias de Columela en Nebrija», Excerpta Philologica 1 (1991), 333-342.

100 véanse los parágrafos 23 y 24 en la edición de J. LÓPEZ DE TORO (Madrid, 1943).

101 SEBASTIÁN DE ROJAS CLEMENTE , en el Prólogo a la edición de la Obra de Agricultura auspiciada por la Real Sociedad Económica Matritense, en dos volúmenes (Madrid, 1818-1819).

102 E. GI RALT, «Les fonts del Llibre dels secrets de Agricultura de fra Miquel Agustí (1617)», en Mélanges offerts à Charles Leselbaum, ed. por L. NEGRO ACEDO , París, Éditions Hispaniques, 2002, págs. 327-339. El trabajo de Giralt, general e introductorio, debe completarse con el cotejo minucioso de los textos, a fin de determinar la entidad real de cada una de las fuentes y cómo han sido ensambladas por Agustí. Resulta llamativa en el Llibre, en cualquier caso, la ausencia de Herrera; y significativo el poco aprecio que nuestros ilustrados harán de Agustí, en contraste con sus elogios de Herrera.

103 En las Obras completas editadas en Santander. Columela se encuentra en el tomo III de la Bibliografia (Santander, 1950), págs. 296-303. Antes sólo había aparecido (en 1902) el primer tomo, que incluía hasta Cicerón, incompleto. La Biblioteca de traductores se publicó en 1952-1953, en cuatro volúmenes de los que el I y el IV contienen noticias que interesan a nuestro autor.

104 Por Carlos J. Castro, sin mención alguna del verdadero autor; son dos volúmenes publicados por la editorial Iberia en 1959.

105 Por primera vez se traduce además al castellano el Liber de arboribus.

106 Mencionaré solo su tesis doctoral (leída en 1981): Agricultura romana de la Bética, I, Sevilla, Monografías del Dpto. de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, s.a. [1987].

107 A. BARCELÓ , «El modelo económico de Columela», Investigaciones económicas 1 (1976), 99-136.

108 El Homenaje Nacional a Lucio Junio Moderato Columela (Cádiz, 1975) recoge contribuciones de desigual valor; entre ellas, alguna lectura interesante de la Res rustica desde la agronomía actual. Las aportaciones al simposio dedicado a Columela en 1988, también en Cádiz, ya citadas en esta Introducción (MAESTRE … (eds.), Estudios sobre Columela…) están escritas en su mayoría por filólogos e historiadores, lo que no impide apreciar esa diversidad de perspectivas.

109 Falta, quizá, aquí una reflexión sobre la continuación de la forma literaria para los contenidos agronómicos. Más allá de los hechos concretos, sumariamente apuntados en los párrafos anteriores, hay que decir que los tratadistas de agricultura que escriben con voluntad de estilo, erudición e ideología —como lo hizo Columela— perduran hasta el siglo XVIII ; citemos, por ejemplo, a nuestro Herrera o al francés Olivier de Serres. El siglo de la Ilustración es también el siglo de la nueva agronomía, y con ella la experimentación comenzará a ganar definitivamente la partida a las auctoritates. Pero es asimismo el siglo de la fisiocracia, que se inspira directamente en la doctrina columeliana; es el siglo, en fin, de un compromiso entre tradición e innovación. La ruptura, si así puede decirse, llegará en la centuria siguiente, con los abonos químicos, la mecanización progresiva y otras novedades. Todo esto para los tratados en prosa. ¿Y la poesía? La larga y brillante tradición del poema geórgico, en latín, persiste al menos hasta finales del XVIII (la Rusticatio Mexicana del jesuita expulso Landívar se publica entonces) y dura luego en otras lenguas; en la nuestra es visible en la obra de Gabriel y Galán y, fuera de la poesía, pervive aquí y allá como «sensibilidad» característica: léase, si no, Las cosas del campo, de José Antonio Muñoz Rojas, una muestra magnífica de esa sensibilidad que nos remite directamente a Virgilio o a Columela.

110 Hasta donde yo sé, Columela no ha sido traducido a las otras lenguas de España.

111 La responsabilidad de la traducción publicada en la colección Loeb resulta complicada en sus dos últimos volúmenes. De la «Prefatory Note» (firmada en parte por Forster y en parte por Heffner) del volumen II se deduce que, tras la muerte de Ash, autor del primero, se hace cargo de la traducción Forster, quien habla del criterio adoptado al continuar la labor de Ash, y de los problemas que plantea el texto del libro V (el volumen II incluye los libros V a IX). Todo indica que Forster había terminado su trabajo hasta el libro V y había empezado a preparar los restantes. De las palabras de Heffner —que se encarga del trabajo al fallecer Forster— se deduce que existía un material todavía no listo para la imprenta que él hubo de revisar y que, en cierta medida, respetó aun estando a veces en desacuerdo. Se comprende, así, que el volumen II se adjudique globalmente a ambos, aunque es de imaginar que el libro V, al que Forster se refiere en particular, sea obra sobre todo de éste. También el volumen III apareció con autoría compartida, lo que indica que los materiales revisados por Heffner a la muerte de Forster abarcaban todos los libros a partir del V o, por lo menos, algún libro más allá del IX.

112 Nótese que hemos perdido algunas obras muy citadas por nuestro escritor: la versión latina del tratado de Magón el púnico o la parte agrícola de la enciclopedia de Celso, por ejemplo.

113 Que existe sólo para los libros de publicación más reciente, no así en los preparados por Lundström.

114 «… en una nueva filología, que ya desde hace mucho premedito y postulo, lo primero que reclama ser hecho ante un texto es ponerse uno en claro sobre la cosa de que habla. Es preciso acabar con esa filología puramente verbal que cree haber cumplido su faena refiriendo un texto a otros textos y así hasta el infinito.» (J. ORTEGA y GASSET , Prólogo a IBN HAZM DE CÓRDOBA , El collar de la paloma, versión de E. GARCÍA GÓMEZ , Madrid. Alianza Editorial, 1971, pág. 18).

115 M. FERNÁNDEZ -GALIANO (ed. y trad.), L. J. M. Columela. De cultu honorum, Madrid, 1975, pág. 39.

116 Reitero lo que decía en otro lugar, a saber, que el progreso en nuestro conocimiento de Columela pasa necesariamente por la comunicación entre estudiosos de distinto objeto, entre agrónomos y filólogos por ejemplo, pareciendo razonable que sean los segundos, pues ellos son los que suelen vérselas con el latín, los que se instruyan en las cosas del campo. De mí sé decir que he acudido a consultar esa materia tanto a los propios labradores como a algunos libros. Entre éstos, citaré sólo dos de gran utilidad: el Catàlogo metódico de las plantas cultivadas en España, de J. DANTÍN CERECEDA , ya manejado por Fernández-Galiano, y el de J. André sobre los fitónimos de la Roma antigua, una muestra de la mejor filología «real».

Libro de los árboles. La labranza. Libros I-V

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