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Lucius Iunius Moderatus Columella , es decir, Lucio Junio Moderato (o Moderado) Columela, nombre completo que dan a nuestro escritor los manuscritos, así como la inscripción de que luego se hablará, era originario de Gades , la actual ciudad de Cádiz: in nostro Gadium municipio , dice en Res rustica VIII 16, 9 3 , tratando de cierto pescado atlántico, el gallo o pez de San Pedro; y en X 185 se refiere a una variedad de lechuga propia de las costas tartesias o gaditanas (et mea —sc. lactuca— quam generant Tortesi litore Gades) . No podemos precisar la fecha de su nacimiento, si bien los datos que pueden recabarse de su obra y de otras fuentes antiguas hacen pensar que pudo ser por los mismos años en que Cristo venía al mundo en el otro extremo del Mediterráneo, sub Caesare Augusto 4 . Seguramente su infancia y mocedad transcurrieron en tierras de la Bética, donde estaba afincado su admirado tío Marco Columela —uir inlustribus disciplinis eruditus ac diligentissimus agricola Baeticae prouinciae 5 —, mentor de su iniciación en la economía rústica. Suponemos que luego se trasladó a Roma, aunque ignoramos cuál fue allí su ocupación. Sí sabemos que, antes de escribir su obra en edad madura, estuvo en Oriente (en Siria y Cilicia, donde observó la siembra del sésamo, según refiere en II 10, 18), tal vez como mando superior del ejército romano; así lo sugiere al menos la inscripción encontrada en Tarento, funeral u honoraria, que nos lo presenta como tribuno militar de la legión sexta (CIL IX 235) 6 :


L · IVNIO · L · F · GAL

MODERATO

COLVMELLAE

TRIB · MIL · LEG · VI · FERRATAE

En cualquier caso, las primeras palabras de la obra —Saepenumero ciuitatis nostrae principes audio culpantis …— sitúan ya a Columela en lo más alto de la sociedad romana, el ambiente en que se movían otros hispanos como él, Séneca el filósofo o Junio Galión, a quienes nombra con admiración y afecto: en III 3, 3, el primero es calificado de uir excellentis ingenii atque doctrinae , y en IX 16, 2, se referirá al segundo como Gallio noster 7 . A sus posesiones agrícolas, situadas en los alrededores de Ardea, Carséolos o Alba (tres lugares del Lacio) 8 , dedicó sin duda gran parte de su tiempo y lo mejor de sus energías: Columela demuestra un profundo conocimiento de la labranza, a la vez erudito y práctico, que presupone el contacto directo y continuado con la realidad de las uillae . Otra finca, mencionada en la Res rustica a propósito de la maravillosa feracidad de sus vides, ha sido —es todavía— objeto de controversia: en III 3, 3, el gaditano dice in nostris Caeretanis; y en III 9, 6, dirigiéndose a Silvino, también propietario en el mismo lugar, in Caeretano tuo 9 . Pues bien, la ubicación de esos agri C(a)er(r)etani ha sido bastante discutida. Adoptada en principio la lección Cerretani , se identificaron durante mucho tiempo con los cerretanos de la Tarraconense citados, entre otros, por Marcial, hasta que los Rodríguez Mohedano, y tiempo después W. Becher, defendieron la tesis hoy más aceptada, que restituye la forma Caeretanus y sitúa esas tierras de Columela y de su amigo Silvino en la etrusca Caere , hoy Cervéteri, a pocos kilómetros de Roma por la vía Aurelia 10 . Existe, en fin, una tercera hipótesis que lee Ceretani y sitúa esos campos en la hispana Ceret (hoy Jerez); formulada primero y desestimada luego en el ámbito de la filología germánica, esta identificación —que implica también a Silvino como possessor en la Bética— ha sido defendida de nuevo con renovada argumentación por don Antonio Tovar 11 . Sobre la fecha de la muerte de nuestro autor, distintos indicios apuntan a que le sobrevino en edad avanzada, aunque seguramente no más allá de los 65 ó 70 años (Plinio, que escribe por los años setenta del siglo, lo cita ya como no vivo).

Una cuestión, en fin, habitualmente preterida en los últimos tiempos, aun sin estar del todo resuelta, es la posible identidad de nuestro agrónomo y el filósofo neopitagórico Moderato de Gades. Tal posibilidad fue planteada por Nicolás Antonio, quien no acaba de decidirse al respecto, y Fabricio la recoge en su Bibliotheca Latina , juzgándola muy improbable 12 . Los Mohedano, en cambio, se inclinan por identificarlos, aunque con ciertas reservas, y un siglo después, Bücheler seguirá encontrando muchos puntos comunes a uno y otro, lo que le llevará a defender, si no la identidad, sí un parentesco entre ambos 13 .

Libro de los árboles. La labranza. Libros I-V

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