Читать книгу Mujeres por la mitad de la vida - Cristina Wargon - Страница 8

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Prólogo

Como mis libros anteriores, este también está vinculado y dirigido a las mujeres y a los hombres… muy inteligentes. Está dividido como casi todos, en cuatro grandes secciones: Mujeres, Vida, Familia y Varones.

Pero a diferencia de lo que me aconteció con los otros, cuando terminé de poner el punto final, releí y me asusté: casi llorando me dije: «¡He parido un Frankenstein!». ¿Cómo pude entremezclar babosas notas sobre mis nietos, que darían arcadas a la familia Ingalls, con un capítulo sobre varones, en tono de yegua altamente resentida?

¿Es que acaso a una abuela todavía le absorbe el seso el género masculino, propio y ajeno? ¿No es escandaloso que aún le interesen, la estresen, la enojen y le encanten los varones? «¡Soy una degenerada!», me reafirmé. Y en el acto pensé: «Saco todo lo que se refiera a varones».

Sin embargo aún me quedaban sobresaltos. Miré el capítulo Mujeres; aquí una vez más se entremezclan detalles comprometedores sobre algunas cosas que ocurren a esta edad incierta (temores y comienzo de la menopausia) con descaradas instrucciones sobre cómo tener un amante joven a los cincuenta.

Decidí una vez más: «¡Saco Mujeres!». El libro claramente estaba desapareciendo entre mis manos. Fue entonces cuando intervino un amigo escritor, que no en vano es licenciado en Literatura y mi agente literario.

Haciendo uso de sus enjundiosos conocimientos de teología y su fina manera de expresarse me dijo escuetamente: «Wargon, ¡dejate de joder!».

Ese tipo de reflexiones intelectuales siempre me incitan a pensar, así que dejé en paz el libro mientras perdía mi paz interior.

Fueron algunos días de incertidumbre, dándole vueltas a la profunda contradicción, hasta que descubrí lo obvio: no hay aquí nada que sea más contradictorio que yo misma. Contradicción que no es nueva y espero nada tenga de singular (sentirme acompañada por cualquier ser humano en estas lides siempre me consuela). En el fondo, no es más que la multiplicidad de cosas que es una mujer a lo largo de la vida, y que al parecer se acentúan a esta edad.

«Las hermanas no tienen caderas», decía Eduardo Wilde, y las madres no tienen ni siquiera la sospecha de existir de la cintura para abajo… ¡Qué decir entonces de una abuela! Sin embargo las MADRES, consagradas con mayúsculas en todo el planeta, se las ingenian también para ser mujeres, a riesgo incluso de ser lapidadas por sociedades menos tolerantes que la nuestra. Las abuelas, silenciosamente… también hacen lo suyo.

El espectáculo entonces de una mujer en la mitad de la vida, es un verdadero disparate; todos los roles se mezclan, se superponen y se contradicen. Un poco madres de nuestros padres, cansadas madres de nuestros hijos, radiantes (o fastidiadas) abuelas, como siempre laburantes y más que nunca… minas.

Bátase todo con energía, condimente con ironía y el resultado es este libro.

¡Que lo disfrute!

Mujeres por la mitad de la vida

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