Читать книгу Curso rápido para hablar en público. La voz, el lenguaje corporal, el control de las emociones, la organización de los contenidos… - Daniela Bregantin - Страница 4
Lección I
De la retórica al public speaking
La fuerza de la experiencia
Оглавление«La costumbre y la práctica dan la habilidad necesaria para la oratoria…», escribió Quintiliano, uno de los principales divulgadores de la retórica en Roma, en el siglo i, y «Nadie puede aprender a hablar en público sin hablar en público», sostiene Dale Carnegie, uno de los más autorizados divulgadores actuales del public speaking («hablar en público»).
Sólo la experiencia «mueve», nos enseña la antropología teatral: es capaz de modificar los comportamientos de manera rápida y duradera.
¿Estas consideraciones significan que un libro sobre hablar en público no es útil? En absoluto. Simplemente nos recuerdan que nada puede sustituir a la experiencia. Quien desee destacar en el arte de hablar en público no debe perder la ocasión de hacerlo. «Debemos practicar siempre y en cualquier lugar», sugiere Quintiliano.
¿POR QUÉ UN MANUAL?
Este manual constituye un instrumento de análisis, de comprobación de nuestra experiencia. Si bien el cambio se produce mediante una certeza, a menudo intuitiva, de qué funciona y qué no, también es cierto que algunos parámetros de comportamiento, fruto de la investigación de quienes se han ocupado y se ocupan de estos temas, pueden resultar elementos de comparación muy útiles. Comenzando por los maestros de la retórica antigua, hasta llegar a los exponentes contemporáneos de las escuelas de este arte, se han identificado unas reglas comunicativas capaces de mejorar nuestras capacidades y respecto a las cuales podemos establecer comparaciones. Con un mayor conocimiento de los mecanismos de la oratoria, el proceso de valoración y cambio puede ser más consciente y, en consecuencia, más rápido.
«La palabra gato no maúlla», nos recuerda Bertrand Russell.
Podemos hablar sin fin sobre qué significa sufrir vértigo y cómo superar este miedo, pero otra cosa es hablar habiéndolo experimentado, experiencia que en mi caso tiene una imagen muy precisa: un escenario alto, con escaleras muy inclinadas y sin pasamanos, en una calle veneciana. La incapacidad para bajar…, el descenso realizado sentándome en los escalones, la adopción de esta postura por parte de uno de mis personajes (un Pantaleón con faldas). Y además otra imagen. El mismo escenario, en Champagne esta vez. Las palabras del director (también gran pedagogo): «No hay ningún problema, esto sucede; después, con el tiempo, se supera». Durante los descansos, sin que los otros me vean, pruebo y pruebo y, finalmente, un día logro bajar la escalera en posición erguida. Podríamos seguir hablando, pero en lo que a mí respecta haber logrado descender es lo único que interesa.