Читать книгу Curso rápido para hablar en público. La voz, el lenguaje corporal, el control de las emociones, la organización de los contenidos… - Daniela Bregantin - Страница 8

Lección I
De la retórica al public speaking
Cyrano de bergerac: la pasión infinita

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Cyrano sólo parece tener en común con la máscara (es decir, el tipo fijo) del capitano de la commedia dell’arte la teatralidad y la gigantesca nariz. El capitano se vanagloria de gestas y de un valor del que carece en la misma medida en que Cyrano da muestras de un ardor y de un desprecio por el peligro fuera de lo común.

«Pues bien, sí, es mi vicio; desagradar es mi placer. Me gusta que me odien. Querido, ¡si supieras cuánto mejor se anda cuando lo miran a uno con malos ojos![…]

«A mí, el odio me oprime cada día como la golilla que obliga a tener siempre erguida la cabeza».

Más bien, podríamos decir que la máscara exterior del capitano ha sido ocupada por el carácter romántico del don Quijote de Cervantes. Y, como aquel, Cyrano expresa su confianza en sí mismo y en su utopía.

«Porque somos de los que sólo tienen por amante a un sueño forjado alrededor de un nombre…».

Sin embargo, en Cyrano habita una conciencia inédita de la que carece su predecesor: asume su desafío, va al encuentro de su destino proclamándolo. Es el protagonista de su escena. Así, en el drama, cuando se encuentra en el teatro, no es espectador, sino que reivindica la posición del primer actor, impidiendo a Montfleury, el actor de turno, recitar y ocupando él mismo el escenario.

«¡Os mando que guardéis silencio! ¡Y lanzo un desafío colectivo al público! […]

«Vamos, ¿quién abre la lista? […] ¡Que todos los que quieran morir levanten el dedo!».

Es el elogio de la teatralidad. ¿Por qué Cyrano resulta más interesante que los actores en un escenario? Porque el pathos forma parte de su naturaleza. Cyrano cree en lo que dice. Cyrano es lo que dice ser.

No sólo, como sucederá también con Antígona, ha adoptado una posición de coherencia con respecto a sí mismo, sino que actúa y la expresa con fuerza comunicativa. Da voz a su interior.

Cyrano es un comunicador. Es aquel que llega al corazón de los demás. Modifica los hechos con la espada y con la palabra. Persuade, ya sea con el ímpetu del discurso a los compañeros de armas, ya sea con las más finas sutilezas del discurso amoroso.

«Roxana, adiós, voy a morir…

«Es para esta tarde, según creo, mi bien amada. […] Nunca jamás, jamás, mis ojos, ebrios de tus miradas que eran…

«… que fueron sus brillantes fiestas, besarán al vuelo tus menores gestos. Recuerdo ahora uno que os era familiar, al llevaros los dedos a la frente, y quisiera gritar…

«… y grito: ¡adiós!.. Mi querida, querida mía, mi tesoro… Mi amor… Jamás os abandonó mi corazón ni por un momento, y soy – y seré en el otro mundo— aquel que os amó sin límites, aquel…».

Sea como sea, su discurso es acción, fuerza, nunca simple descripción. De manera análoga, el orador debe conmover al público defendiendo plenamente su rol. Sus palabras han de reflejarse en su rostro, porque este es el único modo en que pueden expresarse con fuerza, para alcanzar la exquisita coherencia que permite a nuestro personaje decir:

«No escribir jamás nada que no salga de uno mismo y decir modestamente: “Hijo mío, siéntete satisfecho de las flores, de los frutos y aun de las hojas, si son de tu jardín y tú mismo los has cosechado”».

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