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2. El genio sociológico de Cervantes

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Precisémoslo mejor con la ayuda de Miguel de Cervantes. El Quijote (1605-1615) diseña mejor que cualquier otro ensayo intelectual posterior la relación siempre problemática entre la acción y la realidad. En efecto, bien vistas y bien leídas las cosas, la novela no explora la adecuación y los desmentidos entre las representaciones y el mundo, sino que escruta desde la acción la ruptura fundadora de la modernidad entre lo objetivo y lo subjetivo.

Para comprender la originalidad sociológica del Quijote es preciso meditar sobre su primera expedición, a condición de aceptar, sin traducir, lo que estas primeras aventuras, en sólo cinco capítulos, atestiguan, algo que generalmente no se hace dada la tendencia a leer el Quijote como una oposición entre lo real y la ficción, entre el ideal imaginario y los diktats de la realidad, en verdad, interpretando las aventuras del Quijote a la sombra del fin de sus aventuras y de su muerte en su tercera expedición. Ahora bien, desde un punto de vista sociológico este no es, en absoluto, el mensaje de la novela. En su base, y es su enigma principal, se encuentra la experiencia de un caballero andante cuya acción no es siempre desmentida por el mundo. Vladimir Nabokov (1997) ha comprendido con profundidad esta verdad de la novela: don Quijote no siempre sale mal parado en sus aventuras. Después de un análisis secuencial de la novela, llega incluso a establecer una lista equilibrada de veinte victorias y veinte derrotas. En este sentido, las aventuras del Quijote y la plausibilidad factual de «su» mundo habrían terminado siendo muy otras, si, de regreso de su primera expedición, satisfecho de él y de sus proezas, hubiera decidido decir adiós a las armas.

Aquí reside la verdad sociológica del Quijote. Los desmentidos que el mundo opone a la acción no pueden jamás reducirse a una simple cuestión de adaptación entre las representaciones y la realidad. Cierto, frente a sus errores, este aspecto ha sido tan subrayado y por tantos analistas, don Quijote recurre a racionalizaciones diversas, desarrolla diferentes mecanismos de defensa, reencuadra cognitivamente los eventos, hace intervenir encantadores y magos… en fin, reduce sin desmayo la distancia entre su concepción y los hechos, un trabajo que le permite, sin duda, poder continuar actuando en el mundo, no solamente a pesar de sus impases y fracasos prácticos, sino incluso gracias a ellos, a tal punto que éstos terminan por probar a sus ojos lo bien fundado de su mirada.

En realidad, Cervantes distingue claramente entre diversas situaciones: entre aquellas en las que, frente al fracaso de sus acciones, don Quijote, solitario, o con la sola compañía de Sancho, es capaz de reforzar por racionalización sus propias creencias, aquellas en las que, en medio de creencias aparentemente compartidas con otros, frente al fracaso de sus acciones, y el ridículo, no tiene otro recurso que la fuga imaginaria; o aquellas en las que es víctima de maquinaciones de terceros que con el fin de burlarse de él aparentan otorgarle, durante un tiempo, plausibilidad a «su» mundo. A la idea de un combate claro entre el ideal y la realidad, las palabras y las cosas, la novela opone una miríada de situaciones diversas, coronadas por sanciones y evaluaciones ambiguas, en donde el veredicto del fracaso o del éxito es, él mismo, objeto de matices y variaciones. A través de las conversaciones ininterrumpidas entre el Quijote y Sancho, y de sus movimientos respectivos de opinión en donde cada cual se empapa progresivamente de la visión del otro dentro de coordenadas que restan empero disímiles hasta el final de la novela, Cervantes inventa una filosofía de la agencia: la realidad es lo posible. Lo posible (lo nuevo, el cambio, lo intempestivo, lo imprevisto, lo sorprendente) forma siempre parte de la realidad.

El Quijote, y éste es su verdadero genio sociológico, es una novela de la relación plural de la acción con el mundo. Lo esencial es la complejidad de los desmentidos que el mundo opone a la acción. Contra todo reduccionismo realista, estos desmentidos no son nunca ni inmediatos ni directos ni constantes ni unívocos. Es la sabiduría, llena de matices, del novelista: una misma acción puede, en función de los contextos, de los personajes y de las intrigas, conocer resultados diversos. La realidad es un universo elástico de posibles y de lo imposible. La elasticidad de las creencias del Quijote no se explica solamente por las estrategias cognitivas ad hoc que formula frente a sus fracasos (o éxitos), sino también, y sobre todo, por la ambivalencia práctica de sus conductas que encuentran su más sólido principio de comprensión, sea de éxito sea de fracaso, en la elasticidad fundamental de la relación entre la acción y la realidad.

El nuevo gobierno de los individuos

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