Читать книгу Los miedos de Ethan - Darlis Stefany - Страница 14

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[no image in epub file] Capítulo seis [no image in epub file]

—¿En dónde están tus zapatos? —pregunto entrecerrando mis ojos. Chase solo ríe y lleva una mano a su boca para ocultar su sonrisa.

—Se los comió.

—¿Quién se los comió?

—Mickey Mouse —responde antes de reír histéricamente.

—Chase eso no es gracioso. —Pero estoy sonriendo por su locura.

—Grace. —Cheryl entra lloriqueando—. No encuentro mi corona.

—Se la comió Mickey Mouse —grita Chase cayendo al piso para seguir riendo. Cheryl llora aún más ante esa noticia.

—No se la comió, ya te ayudo a buscarla Cher.

—¡Quince minutos! —grita Jorge pasando frente a la habitación.

Mierda, si quiero que me deje en la escuela debo darme prisa. Veo a mis hermanos.

—Muy bien, tenemos quince minutos para esta misión. Objetivo: zapatos de Chase y corona de Cheryl. Enemigo Mickey Mouse… ¿Quién entra a esta arriesgada misión?

—¡Yo! —gritan ambos emocionados. Río, siempre abiertos al juego.


—¿Por qué no quieres una bebida? —cuestiona Ethan dando un largo trago a su bebida. Parece que alguien tiene muy buena tolerancia al alcohol.

Claramente ese alguien no soy yo.

—¿Por qué quieres embriagarme?

—¿Dije que quisiera embriagarte? Joder, debería asustarme de que estés leyendo mis grandiosos pensamientos.

No puedo evitar sonreír. Siento que mi camisa está pegada a mi espalda húmeda por el sudor. No es la primera vez que bailo con Ethan Jones, pero siempre es… Intenso. Tiene que ser el hombre sobre la faz de la Tierra que mejor sabe bailar.

Él susurra con su voz lenta las canciones, se mueve, sonríe y mira. Es inquietante sentir mi espalda mojada por mi transpiración, pero por bailar valió la pena.

—¿Tienes miedo de embriagarte, Grace? —pregunta divertido. Es algo maravilloso poder escuchar lo que dice por sobre la música, quizás se trata de que estamos alejados hacia el final de donde viene todo el ruido de la fiesta.

—Tal vez…

—¿Sabes? A veces no creo que no recuerdes el día de la despedida de soltera de Hil. Digo, tú parecías estarla pasando muy bien.

—¿Y si volvemos a la etapa en donde me ignoras y yo me siento rechazada?

—No. Creo que me gusta esta etapa en donde me cuestiono si recuerdas o no esa noche.

—¡Cristo! Lo haces sonar como si hubiésemos tenido sexo.

Él deja el vaso suspendido en el aire, iba a llevarlo a su boca. Me observa con desconcierto, sacude su cabeza y da el último trago. Creo que Ethan se ha dado suficientes tragos para ir ebrio, pero él únicamente parece más entusiasmado de lo habitual. No luce nada ebrio.

—Si hubiésemos tenido sexo créeme que lo recordarías. En cada lugar de ti.

Abro mi boca mientras lo observo, él me guiña un ojo. Hablando de un hombre seguro de sí mismo, aquí está Ethan para dar fe de ellos.

—Te has sonrojado.

No es un sonrojo de vergüenza. Es más un sonrojo de acaloramiento. Aunque eso no tiene por qué saberlo. Con Ethan ya he llenado mis cupos de vergüenza comenzando con él viendo mis pechos desnudos.

Durante mucho tiempo cuando él vio mis pechos esa no fue la mayor preocupación. Mi preocupación más grande era si veía lo poco que quedaba de la cicatriz. Cuando las personas la ven se siente como estar desnuda. Se siente como que de nuevo duele y arde.

Las heridas físicas pueden sanar, pero las de adentro son las que queman y no borran sin importar cuando operaciones puedan pasar por ti. Lo he aprendido durante los últimos seis años de mi vida.

—¿Grace? Has pasado del sonrojo a estar pálida. ¿Estás bien?

—Sí, solo estaba pensando en que… ¡Tu modestia es sorprendente!

Sonríe y se inclina hacia mí. Presiona un dedo sobre sus labios como si estuviera pensando. Luego borra su sonrisa.

—Cuando creces y no recibes el cariño que esperas, aprendes a dártelo tú mismo. Cuando crees que alguien va a amarte y no lo hace. Tú te amas a ti mismo con más fuerzas. Ignoras la búsqueda de defectos y te concentras en tus virtudes.

»Ya tengo a otras personas diciéndome lo que está mal en mi vida, mis defectos. Parece justo que me recuerde a mí mismo las razones por la que algunos seguramente me consideran especial. Es mi manera de afrontar la vida.

Lo observo. Fui testigo un poco de la manera en la que su madre le hablaba y parecía que solo empezaba, supongo que eso fue toda su vida. Pero hay más, la manera en la que se cierra.

Entonces, recuerdo cuando en una de sus confesiones dijo algo acerca de Samantha no siendo lo que creía. Ladeo mi cabeza hacia un lado.

—¿Cómo podría alguien no quererte Ethan?

—Eso casi suena como si me quisieras.

—Soy una Fiver, mi lado Fiver evidentemente te quiere —ruedo mis ojos.

—Esa es la razón por la que las Fivers tienen un lugar aquí. —Toca su pecho, el lado de su corazón—. Siento que nadie podría amarme como ellas. Siento que entienden por qué esta es mi pasión, que me hacen saber que soy bueno en esto.

»No pretendo que todos lo entiendan pero… BG.5 es importante para mí. Mi familia cerró sus puertas para mí cuando decidí unirme. Nunca una decisión se sintió tan correcta.

—Eres dulce. Te pintan como el playboy y lo eres. Pero eres dulce. Eres un cachorrito herido.

—Gracias por la comparación. El más espectacular de los cachorros al menos… ¿Verdad?

—Ahora entiendo porque April puede soportar estar a tu alrededor. Es como parte de tu encanto… ¿No?

—¡Me descubriste!

—Dentro de tu encanto debe hallarse que te tomes siete vasos de licor y no tengas algún efecto secundario.

—No soy de peso ligero como unas por ahí, que van por el mundo alabando pollas.

Presiono los dedos en el tabique de mi nariz. Se acabó el fingir no recordar, si sigo fingiendo él seguirá sacando el tema. ¿Quién iba a decir que Ethan siendo más comunicativo conllevaba al ser el punto receptor de sus bromitas?

—De acuerdo. Si lo recuerdo.

—Lo sé, cariño, solo estaba esperando que confesaras.

—Eres malo.

Él ríe, termina su bebida y la deja a algún pobre hombre que toma el vaso sin quejarse. Pasa una mano por su cabello que no sé cómo lo mantiene tan genial y me sonríe.

—¿Lo recuerdas todo, cierto?

—Lastimosamente. —Al menos todo hasta que entramos a mi apartamento que prácticamente estaba inconsciente.

—Fue divertido, estabas toda sonrojada por el licor y no parabas de hablar. Me halagaste mucho a mí y a…

—Sé lo que halagué. No lo repitas.

—Siento que no es tan buena idea que nos hagamos tan amigos.

—¿Por qué?

Y volvemos de nuevo a su rechazo. ¡¿Qué se necesita para terminar de agradarle a este hombre?!

—Mira, ya, no lo sientas como una obligación. Evitemos encontrarnos y listo. Te seguiré teniendo como uno de los mejores guitarristas y cantantes. Me rindo, nunca me he dado por vencida en algo, pero tú no me soportas…

Él abre mucho los ojos mientras mira detrás de mí, maldice y dice algo que suena como «mierda» totalmente desenfocado de mis palabras.

—Hasta me ignoras. Pensé que podíamos ser amigos y…

—Lo siento, rubia habladora. —Es todo lo que dice antes de ubicar cada una de sus manos en mis mejillas y dejar caer su boca sobre la mía.

Mis ojos se abren mucho, los suyos se cierran. Y aun cuando solo es contacto de boca cerrada, todo en mí da vueltas. Mi corazón late deprisa. El jodido Ethan Jones tiene su boca sobre la mía. Esto parece muy poco posible.

Retira su boca de la mía y pasa su lengua sobre sus labios. Pasa un brazo alrededor de mi cuello y presiona mi rostro contra su pecho. Huele de maravillas y su cuerpo el cálido mientras me abraza de una forma que resulta muy íntima.

Siento sus labios en mi cabello y me abraza fuerte. Automáticamente envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, su cuerpo se relaja. No había notado que está tenso.

—¿Ethan? —escucho una voz femenina. Su cuerpo vuelve a estar tenso.

Mierda, yo no entiendo nada. Si no oliera tan bien estaría quejándome de semejante abrazo. ¡Además del beso!

—Samantha.

Ahora soy yo quien se queda tensa. Una de sus manos se presiona en mi espalda y la acaricia de arriba hacia abajo como si intentara calmarme. Quizás intenta calmarse a sí mismo.

—Qué sorpresa encontrarte aquí… Sobre todo teniendo en cuenta que has hecho hasta lo imposible para que nuestros caminos no se crucen —dice con suavidad.

Alzo mi vista hacia Ethan, tiene la mandíbula tensa y los ojos entrecerrados. Aclaro mi garganta y como puedo me doy la vuelta. Él no me libera su abrazo de muerte.

Tengo recuerdos vagos de la exnovia de Ethan, principalmente porque me hice Fiver quizás cinco meses antes de que ellos rompieran. Pero ella es modelo, por lo tanto, a veces está en campañas de perfumes en la televisión o portadas de revistas. Sí, ella es rubia. La única rubia que he conocido que atrapó a Ethan, su última novia. Es alta, bella y refinada, del modo en el que suelen ser las modelos para verse inalcanzables y para hacernos sentir a las personas normales un poco extrañas a su alrededor.

Debo ver hacia arriba porque es más alta que yo, casi del tamaño de Ethan y eso que no lleva zapatos de tacón. Me doy cuenta de que ella también está observándome, detallando cada aspecto de mí. Cuando se topa con mis ojos enarco ambas cejas hacia ella.

He pasado por cosas jodidas como casi ser asesinada por mi padrastro como para ablandarme o asustarme por la mirada de una modelo. No sé qué pasó entre ellos dos, pero si debo escoger un equipo me voy por el de Ethan.

—Oh, hola.

—Hola, Samantha.

—Veo que me conoces.

—Sí, una vez alguien me regaló uno de los perfumes que promocionas y lo odié.

—Algunos perfumes no están hechos para todos. Pero estamos en desventaja. ¿Cuál es tu nombre?

—Grace —estrecho la delicada mano que me ofrece. Es una mano muy suave y frágil. La mano de alguien que nunca habrá fregado un plato siquiera.

—Mi novia.

—Su… Novia —repito desconcertada. Él aprieta sus brazos a mi alrededor—, la mejor novia que seguramente ha tenido.

—No lo dudes, habladora. —Ríe, besando mi mejilla. Ethan podría ser actor—. No pensé que conocieras al cumpleañero.

—He ido al programa y vine con alguien que los conoce —responde Samantha, una expresión de pesar aparece en su rostro—. Me gustaría que un día nos des la oportunidad de hablar Ethan.

—Creo que hablaste lo suficiente en su momento; pronosticaste ciertas cosas sobre cómo sería mi vida —dice sacudiendo su cabeza—. Hay cosas que se dejan atrás. Dijiste e hiciste lo que quisiste. Ahora no vas a fingir que no era lo que querías.

—Lo triste es que no lo entendiste y sigues sin entenderlo.

Bueno, esto se está volviendo incómodo. Ethan no hace más que tensarse y ella no hace más que saber que le afecta. Momento de intervención. Me doy vuelta una vez más pero esta vez para estar frente a Ethan. Me alzo en las puntas de mis pies y paso mis brazos por su cuello.

No puedo sonrojarme ni intimidarme por la mirada que él me da. Esta ha sido su idea, yo solo la refuerzo.

—Estoy aburriéndome, Ethan.

—¿Sí?

—Sí, dijiste que iba a ser divertido y que si me aburría yo iba a obtener un beso.

—Cierto…

—Quiero mi beso.

Parece desconcertado pero luego sonríe y baja su rostro al mío. Lo lleva a otro nivel cuando roza con su nariz la mía antes de presionar un beso suave contra mis labios. Hace al menos tres presiones antes de cerrar los ojos y comenzar a besarme.

Él lo está llevando más lejos de lo que esperaba y yo lo estoy dejando hacerlo. Algo me dice que esto no está bien.

Mueve sus labios sobre los míos y me sorprendo llevándole el ritmo. Sus brazos bajan a mi cintura y me pegan a su cuerpo. Su lengua lame mis labios hasta presionar en una sugerencia que capto. Lo próximo que sé es que la lengua de Ethan se está rozando con la mía y que yo tengo que ser una excelente actriz o lo estoy disfrutando.

A Ethan mejor denle un Oscar, es bastante bueno en esto de actuar.

Es un beso húmedo que no resulta muy largo, pero que cuando termina me tiene sin aliento. Quizás ha pasado mucho tiempo desde que besé a alguien. Desde el empalagoso de Charlie. Esa tiene que ser la razón por la que un beso me deja sin aliento.

Él lleva sus labios hasta mi oreja.

—Se ha ido, gracias, habladora.

—¿Habladora?

—Sí, eres bastante habladora.

Proceso sus palabras, no puedo negar eso. Siempre me ha gustado hablar, es algo que no puedo evitar. Sus brazos se mantienen alrededor de mi cintura y me doy cuenta de que los míos están alrededor de su cuello.

Parece que él lo nota porque como si yo fuera la peste se aleja dando unos pasos rápidos hacia atrás. Hablando de sentirse rechazada, Ethan sabe cómo causar esa sensación.

—¿Podemos irnos ahora? Me gustaría irme a casa —anuncio.

Lo he ayudado. Ha mentido en mi nombre incluso antes de decirme y aun así me trata como a una enfermedad que no quiere contraer. Aquí termina mi lucha por agradarle, incluso cuando le he contado cosas de mi vida que me reservo para no ser vista con lástima y no remover el dolor de mis pérdidas.

Él extiende la mano hacia mí, me cruzo de brazos. He pasado de estar afectada por su beso a estar molesta por su trato hacia mí.

—Samantha cree que somos novios. Dame tu mano. Solo esta vez, lo prometo.

—¿Cumples tus promesas? —cuestiono.

—Trato que estas nunca se me escapen de las manos.

Suspiro antes de tomar su mano. Él entrelaza nuestros dedos y nos guía fuera de la casa. Me parece ver a Andrew ser abrazado por Holden Harris y Derek. Aun cuando Ethan nos guía tropiezo con una chica que viene bajando las escaleras junto a quien reconozco como Joker. Abro mi boca sorprendida, él tiene una mirada oscura bastante intensa y una sonrisa candente cuando saluda a Ethan.

La chica ve desde mi rostro hacia el de Ethan. Es como si un entendimiento extraño pasara por su rostro porque me sonríe con complicidad. Veo de ella a Joker y me pregunto si…

—Ella es Adelaide.

—Ella es Grace.

—Hola —decimos la chica y yo al mismo tiempo para luego reír.

—Fue bueno verte, Joker.

—Lo mismo digo, Ethan.

En algún momento llegamos a su auto, no esperaba un auto menos elegante. Es Ethan después de todo. Abre la puerta para mí y aun cuando se ubica frente al volante no pone el auto en marcha.

—Lo siento, creo que fue la impresión de verla después de tanto tiempo lo que me hizo decir que eras mi novia.

Permanecemos en silencio, parece que las celebridades saben celebrar porque desde afuera la casa luce normal, como si ninguna buena fiesta se estuviera desarrollando adentro.

—¿Me estás diciendo que terminaron hace años y no la has visto de nuevo? ¿Premios? ¿Fiestas? Digo, es una modelo igual de conocida que Perra Fletcher.

—¿Hablas de Jenny Fletcher? —Ríe—. Qué amor tienes hacia la ex de Harry. Y si hemos coincido, pero la evito. Si ella está en una esquina yo voy a otra. Coincidimos en lugares lo suficientemente grandes para nunca tener que toparnos de frente.

—Tu exnovia aún te afecta.

—No. No de la manera en la que piensas. Las cosas no terminaron bien y prefiero evitar el drama, tengo suficiente de eso en casa.

—Tampoco estoy juzgando. Dime la verdad. ¿No te agrado?

—Grace, te he dicho cosas de mi vida para que seamos amigos. ¿Por qué te subiría a mi auto si no me agradaras?

—Quizás solo quieres ser amable. Es que tú a veces estás bien y luego simplemente me tratas como a una enfermedad letal, como si algo estuviera mal conmigo.

—No es por qué no me agrades. Evito que me agrades demasiado.

—¿Eso debe hacerme sentir mejor?

—Debería. —Enciende el auto—. Lo siento por lo de antes.

—De acuerdo, te disculpo por besarme.

—No, no me disculpaba por eso. No voy a disculparme por besarte —ríe—. Me disculpaba por hacerte sentir como una enfermedad.

—Tú eres confuso. Haces que me dé dolor de cabeza.

Todo lo que hace es reír y durante todo el camino no hablamos. Cuando bajo de su auto me despide con su mano y luego se va.

Esta noche fue un poco rara.

Me detengo frente a mi apartamento cayendo en cuenta sobre algo. Llevo una mano a mi boca tratando de ahogar el grito que escapa.

—Mierda. Me he besado con Ethan Jones. Con lengua —susurro conmocionada.


7 DE ABRIL, 2014


—Me gusta cómo te queda —asegura Marly.

Los vestidos de dama de honor de Kae eran muchos más bonitos y cómodos. No digo que este vestido no resulte bonito. Pero prefiero mil veces el de la boda Karry. Pero siendo Leo mi mejor amigo y Marly una buena amiga, no me quejo.

Además, tengo la fortuna de que el vestido se catalogue como bonito. Una novia que no teme que sus damas de honor lleven vestidos que no luzcan como costales de papas. Eso le da puntos al vestido.

La modista viene para ajustarlo un poco, mi crisis de marzo se llevó un par de kilos por lo que deben reajustar la zona del busto y trasero.

—Casi ni se nota tu cicatriz Grace. Si no se enfocan, no se dan cuenta.

—Gracias —digo tensa.

Marly suele ser muy despistada, sé que no lo ha dicho con malas intenciones, pero el que lo diga únicamente hace que me vuelva más consciente de ella.

—¿Muchos ajetreos en los preparativos finales de la boda?

—Ni que lo digas, además me estoy encargando de la luna de miel. Vamos a pasar unos días en Irlanda.

—Oh, qué genial. Nunca he salido del país —hago un mohín con mis labios—; pero apuesto a que Irlanda es hermosa.

—Sé que te encantaría.

Mi celular suena y ella lo saca de mi bolso extendiéndomelo. Se trata de Kaethennis.

—¿Qué sucede? ¿Me necesitas? Pensé que habías dicho que no era necesario que yo acudiera hoy…

—Hola, Grace, yo estoy bien gracias por preguntar.

—No pregunto porque yo sé que tú estás fabulosa y hermosa como siempre.

—Gracias —ríe, pero es una risa tensa.

—¿Qué sucede?

—Yo no te necesito, pero Max sí que lo hace.

—¿Max? ¿Max Greene?

—Sí. Harry me acaba de llamar te necesitan en una dirección que voy a enviarte.

—Pero… ¿Por qué?

Se queda en silencio y creo que suspira.

—Cariño, por experiencia sé que esto se pone de locos y sé que no te gusta ser el centro de atención, por lo que debes prepararte. No mires fijamente a las cámaras, no los maldigas y no respondas a ninguna de las preguntas que arrojen hacia ti.

Puedo sentir que comienzo a sudar. El vestido va a arruinarse así que como puedo salgo de él y me quedo en ropa interior.

—¿Hay fotógrafos y periodistas fuera del lugar en el que estás?

—Estoy en una tienda de vestidos. En ropa interior no tengo acceso a la ventana para saber —respondo nerviosa—. ¿Qué sucede?

—¿Tienes tu auto?

—Sí.

—Muy bien, voy a enviarte la dirección. Conduce con cuidado. Harry va a estar esperándote.

—No me dejes con la intriga.

—Tranquila, no es nada malo… Creo. No permitiría que nada te lastimara, soy tu amiga, Grace.

Finaliza la llamada e inmediatamente en mensaje llega la dirección del lugar. Como puedo alcanzo mi pantalón y la camisa manga larga. Me pongo rápidamente mis zapatos.

—Vas a tener que programar otra cita si necesitan más medidas. Debo irme.

—Todo está listo, puedo trabajar desde aquí sin necesitarte —asegura la modista.

—Genial. —Beso la mejilla de Marly—, te amo, cosita bonita. Dile a Leo que estaré llamándolo para que me lleve a comer.

—¡No olvides conseguir una cita para la boda! —grita detrás de mí.

Cuando salgo estoy paranoica, pero todo luce tranquilo. Subo a mi auto y con ayuda del GPS consigo llegar al lugar donde parece que me necesitan. Tal como Kaethennis me dijo Harry está esperándome.

Él me da una de sus sonrisas mientras pasa un brazo por mis hombros.

—Nuera.

—¿En dónde dejaste a mi novio, suegro? —le sigo la broma mientras caminamos.

—En el colegio, estudiando para que tengas a un novio inteligente.

Reímos y él aprieta mi hombro a medida que nos acercamos a lo que parece una sala de conferencia. Creo que es un sitio de relacionistas públicos o abogados. Quizás ambas cosas.

—No vayas a espantarte. ¿De acuerdo?

—Esas palabras no causan ninguna tranquilidad en mí, Harry. De hecho, me asustan.

Él me da otra sonrisa y sus cálidos ojos de tonalidades azules diversas me hacen sentir un poco de tranquilidad mientras abre la puerta de lo que parece una pequeña sala de conferencia. Inmediatamente todos los ojos están sobre mí.

Ethan hace una mueca, sus brazos están cruzados a la altura de su pecho y parece que Max, el sexy representante, le envía dagas con la mirada.

—Lo siento, habladora —se disculpa Ethan.

No es una buena señal. Doug se ríe y desliza al menos cinco diversos periódicos hasta la esquina de la mesa más cercana a mí. Observo a Harry.

—Adelante, dale un vistazo.

Camino hacia la mesa y solo me basta con leer uno de los encabezados. Aún peor, solo me basta con ver la foto.

Mierda, no.

Yo no debería estar en periódicos.

Yo no debería estar en periódicos besando a Ethan Jones y mucho menos con un encabezado que me declara su novia secreta.

No soy buena con la presión de ser el centro de atención, pensar que miles de personas están viendo esto casi me marea.

¿Cómo estará la noticia por internet? No, no. No.

—Alguien, agárrela, se está poniendo muy pálida —dice la voz de Andrew.

Harry me ayuda a sentarme. Tomo profundas respiraciones antes de volver mi vista hacia Ethan.

—¡Te estaba ayudando!

—Lo hacías.

—¡Y ahora soy la besucona en los periódicos!

—Parece como un buen beso —comenta Doug. Abro y cierro mi boca sin saber qué decir.

—Me están llamando tu novia.

—Y no has leído la parte en la que la fuente cercana asegura que Ethan lo dijo y cómo los tórtolos escaparon sin poder mantener sus manos lejos del otro fuera de la fiesta. En pocas palabras, anuncian que se fueron a follar —prosigue Doug.

—¡Doug, cállate! —dice Harry, golpeando su nuca.

La puerta por la que entré se abre y Dexter Jefferson entra. Él me da una mirada pícara y señala de mí a Ethan.

—¿Hubo lengua? —es lo que pregunta.

—Amigo, yo creo que hubo lengua —responde, Doug riendo.

—Ethan… ¿Quieres explicarnos lo que sucedió? —pregunta Max pareciendo resignado.

Todos observan a Ethan, incluso yo lo miro. Él suspira de manera dramática y observa su mano antes de decidirse a deleitarnos con su acento de Bolton.

—Quizás muchas personas en la fiesta me escucharon llamar a Grace «mi novia» y quizás otras muchas me vieron besarla —mira a Dexter—. Respondiendo a tu pregunta. Sí, definitivamente hubo lengua.

Dejo que todo el peso de mi cuerpo caiga en la silla. Este caliente hombre me ha jodido. Adiós al anonimato.

—Grace… ¿Estás bien? —me pregunta Andrew.

—Quiero ahorcarlo.

—Puedes hacerlo —me alienta Harry.

—Nadie va a ahorcar a otro —señala Max—, muchas personas entre ellos celebridades están afirmando que efectivamente declaraste tener una novia y esa foto habla por sí sola. Entonces, Grace y Ethan, díganme… ¿Cómo resuelvo esto?

Me siento muy pequeña ante la mirada de Max. Él es imponente, nos observa expectantes. Doug aclara su garganta.

—Quizás lo primero es empezar a llamarlos Grethan —dice con una sonrisa. Dexter choca su palma con la de él.

—Me gusta cómo suena, jodida rubia, a veces tu cerebro es valioso —lo felicita.

¿Cómo de ir a una fiesta pasé a esto? Estúpido Ethan Jones.

Los miedos de Ethan

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