Читать книгу Los miedos de Ethan - Darlis Stefany - Страница 17

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[no image in epub file] Capítulo nueve [no image in epub file]

Mis ojos luchan para abrirse, son pesados y escucho murmullos. Siento dolor, mucho dolor y estoy tan desorientada.

¿Qué ha sucedido?

Logro abrir un poco mis ojos, la luz lastima, por lo que los cierro, pero intento de nuevo abrirlos. Todo luce borroso, siento mucho dolor y mi cabeza palpita. Todo luce tan impersonal en este lugar.

Abro un poco mis labios, pero tan solo el respiro que tomo causa dolor en mi garganta, cierro los ojos. Lo intento de nuevo y ninguna palabra sale, mi lengua se siente pesada. Cierro los ojos una vez más intentando calmarme.

Recuerdo que tuve una grandiosa cita. Anthony me pidió que saliéramos oficialmente. Baje del auto y…

Creo que alguien entra a la habitación.

—¿Cómo todo esto pudo suceder? —La voz hace que mi cabeza retumbe. Como si fuera conocida y, a la vez, estuviera en un recuerdo lejano.

—No lo sé. —Alguien llora—. Cheryl recibió dos disparos, uno en su cabeza y… ¡Oh, Dios! No puedo creer que no estén.

Chase está cubierto de sangre, sus ojos abiertos, su cuello degollado. Cheryl corre, Jorge me arroja contra la mesa de vidrio.

Oh, Dios.

No. No. No.

Abro mis ojos sin importarme la luz lastimándolos. Mi frecuencia cardíaca aumenta y lo que parecen ser la tía Olivia junto a Tyler me observan entre alarmados y aliviados.

Abro mi boca e intento hablar, nada sale. Eso me frustra. Intento arrancar las cosas conectadas a mis brazos y la tía Olivia me detiene.

—Calma, Grace, tranquila, cariño. Respira.

Respiro varias veces, mi vista es borrosa y sin darme cuenta estoy llorando. Intento de nuevo hablar y nada sale. Llevo una mano a mi pecho.

—Los… —La palabra arde en mi garganta—. Los…

—¿Qué, cariño? Tyler, llama al doctor.

Tyler sale de la habitación. Tomo un profundo respiro, las imágenes van llegando con rapidez a mi mente. Cada una de ellas me hace estremecer.

—¿Los… Me… Me…? —gimo de dolor.

—No tienes por qué…

—Me… Melli… Melli —creo que lo entiende, pero no dice nada—. ¿Melli… zos?

Me observa con fijeza antes de que sus hombros se estremezcan y comience a llorar con fuerza. No. Niego con mi cabeza.

La imagen de Chase solo fue un mal sueño. Cheryl ha de estar en clases de ballet. Seguro.

—No —susurro.

—Grace…

—No… No… No.

Mi cuerpo se sacude mientras niego con mi cabeza y no soy consciente de mis manos intentando quitar cada cosa pegada a mi cuerpo. Mi espalda arde y por alguna razón comienzo a sentir líquido caliente correr por ella. La sábana se mancha de sangre.

No puedo controlarme.

No puedo gritar.

Me siento atrapada mientras varias personas intentan tocarme. No quiero, no quiero que me toquen.

Quiero a mis hermanos.

—No… No… —Llevo una mano a mi garganta y pataleo sin importarme el dolor.

Una mujer tiene una jeringa, me sacudo lejos y me lastima. Ella maldice y es reprendida. Intentan de nuevo y lo logran. Pero no me ayudan, me hacen prisionera. Me obligan a dormir y tener pesadillas.


18 DE ABRIL, 2014


Toco el timbre de la casa de Ethan, se escuchan unos ladridos. Cierto que Ethan tiene un perro. Cuando April abre, sonrío. Nathan está entren sus brazos y me da una sonrisa de pequeños dientes.

Bucker sale a mi encuentro e, inmediatamente, quiere jugar conmigo.

—Mira, Nathan, la novia de tío Ethan ha venido —dice April con voz infantil antes de abrazarme. Nathan acaricia mi cabello y río.

Me permite entrar a la casa y Bucker no deja de estar alrededor de mí, acaricio su lomo. Supongo que Bucker es el hijo de Ethan.

—¿En dónde está la fan número uno de Ethan?

—Está durmiendo, tiene un poco de gripe. Estamos de pasada, mañana me regreso a Bolton.

—Solo han venido por un día. —Me dejo caer a su lado en el sofá y ella deja a Nathan en el suelo. Él se para sobre sus pies y estiras sus manos hacia Bucker que parece emocionado de jugar con el pequeño—. Crecieron muy rápido.

—Así son los bebés. Pero no son traviesos. Zoey es un poco pretenciosa parece que no le gusta compartir a Ethan cuando está alrededor.

—¿Ethan no está?

—¿No te dijo? —pregunta—. Está con Andrew en una presentación en la radio.

—Esa es una de las tantas cosas que mi novio falso no me dice. Pero vamos al grano de la razón por la que he venido.

—Tenle paciencia, Grace. En el mundo del romance y relaciones, Ethan es un novato. Él va a aprender.

—No necesito que aprenda romance respecto a mí. Estamos fingiendo.

Ella ríe y toma a Nathan mientras me pide que la siga a la habitación en la que siempre se hospeda. Tengo la impresión de que esta es una casa muy grande para un hombre que vive solo. Al llegar a la habitación hay tres vestidos de los que ella se encarga de decirme el diseñador. Descarto con rapidez el que tiene el gran escote en la espalda, es demasiado profundo para la poca seguridad que tengo en esa área de mi cuerpo.

—Grace, pero ese te quedaría precioso.

—Recuerda mis cirugías.

—Las recuerdo, recuerda que yo estuve luego tomando tu mano y diciéndote la chica fuerte que eras. También recuerdo que tu cicatriz desapareció casi del todo. Solo unos trazos rosas. No son atroces, Grace.

—Sé que no es la marca horrible de los primeros meses. Pero no me siento cómoda.

Mi familia lo ha dicho y sé que actualmente mi cicatriz parece más como profundos rasguños. Pero no me siento cómoda mostrándolo en público. Recuerdo que por un momento me horroricé de los vestidos de dama de honor de Kae, pero tras hablar con ella en privado, modificaron un poco el escote de mi espalda.

Aunque me sentí terrible de que ella modificara algo por mí, ella me garantizó que no había problema que quería que me sintiera cómoda.

—De igual forma, Ethan ya ha pagado por los tres vestidos. Son tuyos. Tú solo debes escoger cuál llevar.

—A veces siento unas ganas terribles de ahorcar a Ethan.

—¿Y otras veces quieres comerlo a besos? Porque esas fotos de ustedes de la noche en la que todo explotó y la de hace unos días contra su auto, besándose, es bastante caliente. Se ve como que lo disfrutaban… ¿Eh?

—Si voy a fingir, al menos merezco disfrutar de sus besos… ¿No?

Vuelvo mi atención a los vestidos, tomo uno ajustado. Me gusta y luce casual con un toque de elegancia justo para la ocasión. La fiesta de la disquera. No hay que negar que Ethan tiene buen gusto para la ropa, eso casi compensa sus malos gustos en mujeres, excluyéndome a mí de esos gustos.

Después de todo, recuerdo muy bien sus palabras en el ensayo sobre cómo no le gusto ni quiere tener sexo conmigo.

—Este me gusta.

—Ese es ajustado, seguro que resaltará de una muy buena forma tu culo y pechos.

—April, deja de babear sobre mí. —Bromeo. Ella ríe y deja a Nathan sobre el suelo. Inmediatamente, él se distrae con el control remoto del televisor.

—Aquí tienes un par de zapatos «fóllame» que van con ellos.

Me saco la ropa con rapidez y me pruebo el vestido. Se ajusta a la perfección lo que me hace preguntarme ¿cómo Ethan sabía mi talla exacta? Eso es un poco raro.

—Se te notan las bragas. Creo que deberás ir sin ellas.

—¡¿Sin bragas?!

—Si usas tanga igual va a notarse los bordes y vas a salir en cada revista como la chica vulgar a la que se le nota la ropa interior. Relájate, el vestido es ajustado, nada va a mostrarse —parece divertida—. Tranquila, no voy a decirle a Ethan que no estás llevando bragas. Ahora prueba con los zapatos.

Crezco al menos ocho centímetros con los zapatos, incluso, mis piernas se ven mucho más largas. Me gusta como todo luce. April se ubica detrás de mí y toma mi cabello.

—Suelto o recogido te quedaría genial. Eres muy bella y de ese modo resaltan tus rasgos y cuello.

—Parece que eres toda una experta con esto.

—Me gustan este tipo de cosas. Conseguí gracias a Ethan escribir una columna sobre moda en una revista algo conocida.

—¡Eso es genial!

—Sí, quiero independizarme. No quiero siempre depender de Ethan, sé que a él no le pesa cuidar de mí y mis hijos, pero no me siento cómoda. Ahora tendré mi propio sueldo.

—Ustedes tienen una amistad muy bonita.

—Sí. Él es el hermano que nunca tuve. Amo a ese idiota, no sé qué hubiese sido de mí sin él.

Me observo una vez más en el espejo antes de quitarme el vestido y volver a mis jeans. Zoey llora y April va por ella. Cargo a Nathan, él me sonríe. A diferencia de Zoey, a Nathan parezco agradarle.

—Bebé hermoso.

—¡Cosa! —Es todo lo que él dice antes de reír sin control. Por alguna razón también río.

Me encantan los niños. Disfrutaba de mis hermanos, puede que como cualquier adolescente a veces solo me encerraba queriendo mi espacio. Pero nunca me pesó cuidarlos, peinar a Cheryl, buscarlos del colegio y llevarlos de paseo.

Amaba llevar a Cheryl a sus clases de ballet y a Chase a sus clases de futbol.

Desde que tengo uso de razón, los niños siempre me han gustado. Ellos me dan alegría y esperanza sobre la vida.

—Vas a llevarte los tres vestidos y los zapatos. Al menos, claro, que quieras que Ethan te fastidie por no hacerlo —anuncia April con Zoey tomando su mano. La niña me observa curiosa y me da una sonrisa mínima.

—¡Nate! —grita, haciendo que Nathan se revuelva para que lo deje en el suelo. Lo cual hago y ambos corren hacia el otro antes de comenzar a reír sin control.

—¡Zozo! —La llama Nathan entre risas.

—Tengo a un par de loquitos por hijos.

—Así eran mis hermanos, créeme también van a darse unos golpecitos entre ellos al crecer.

—Amo a mis loquitos.

Yo también amaba a mis loquitos. Mis duplicados como solía decirles. Me giro hacia April que está acomodando los vestidos dentro de lo que parecen estuches especiales para ellos. Los está ordenando para mí.

—¿Puedes darle las gracias a Ethan por mí?

—¿Qué sucede que no puedes dármelas tú?

Volteo hacia la puerta encontrándome con Ethan recargado del marco de esta. Se estira mientras bosteza y su camisa se eleva revelando la cinta elástica de su bóxer junto al camino de vellos desde su ombligo. Vaya vista la que regala.

Zoey grita de alegría y alza sus brazos hacia él. Ethan se agacha y besa su mejilla al igual que la de Nathan. Camina hasta April y besa de manera sonora su frente. Para mi sorpresa se acerca y besa la comisura izquierda de mi boca.

—Pensé que llegarías más tarde —señala April.

—La otra entrevista que tenía se canceló. Andrew está en la sala. Vine aquí esperando conseguir una excelente vista. —Me da una sonrisa ladeada—. Una donde no hubiera tanta ropa. Vi tu auto estacionado.

—Lamento decepcionarte, pero ese momento ya ha pasado —digo, hace una mueca que se asemeja a un mohín, no puedo evitar reír.

—Cuán injusta es la vida… ¿Te quedas para almorzar, novia?

—Me gustaría probar tu comida, pero debo ir a la editorial.

—¿Muchas portadas cursis y rosas para hacer? —cuestiona, mientras tomo los tres vestido y April sostiene las tres cajas de zapatos.

—Unas dos, las otras no están tan cursis.

Paso a su lado para salir de la habitación. Él toma la mano de ambos mellizos caminando detrás de mí. Es extraño que la casa de Ethan sea tan grande pero de una sola planta. Sin segundo piso.

—¿Cuál vestido escogiste?

—Lo sabrás cuando lo veas.

Andrew me sonríe desde el sofá, en donde Bucker está muy entusiasta lamiendo su mano. Le devuelvo la sonrisa.

—¿Qué tal todo, Grace?

—Bien, recibiendo excéntricos regalos de mi novio.

—Ah, pero que buen novio el que te gastas. ¿Te quedas a comer? ¡Hola, bella April!

—Mi amado Andrew. Y, no, Grace dice que debe ir a la editorial.

—Siento lástima por ti que te pierdes la comida de Ethan. Zoey, Nathan, vengan a saludar al tío And.

—Nos vemos luego, Andrew.

—Dame que yo la ayudo. —Escucho a Ethan decir.

—¡Nos vemos luego, Grace!

—Gracias por la ayuda, April.

Ethan abre la puerta para mí y luego quita los vestidos de mi mano, llevándolo junto a los zapatos. Me detengo frente a mi auto y abro la puerta trasera para que lo deje ahí. Cierro la puerta y, al girarme, él está observándome.

—Paso por ti mañana a las ocho. ¿Necesitas que envíe a alguien para que te ayude a vestirte?

—No, gracias. Sé cómo vestirme, tengo dos manos que me ayudan a peinarme y sé maquillarme.

—De acuerdo. Entonces, estamos viéndonos mañana.

Asiento con la cabeza y subo a mi auto. Bajo la ventanilla.

—Por cierto, Ethan Jones, tienes muy buen gusto para la ropa.

—Lo mejor para mi chica. —Es todo lo que dice antes de girarse y caminar hacia la puerta de su casa.

Espero y Ethan no acabe por enloquecerme. Ya lo está haciendo.


Siento que lo he perdido todo.

Siento que de nada vale vivir.

Me gustaría cerrar los ojos y estar en un paraíso. El paraíso junto a mis hermanos.

Si abro mis ojos me duele ver la realidad de la que formo parte.

Siento tanto dolor.

Mi espalda duele como nunca antes lo hizo, pero más me duele mi corazón, más me duele el alma.

No quiero enfrentarme a la realidad.

Me siento sola.

Estoy sola.


19 DE ABRIL, 2014


Odio cada minuto de esto. Lo hago.

Más que una fiesta de la disquera. Parece fiesta con modelos que salieron con Ethan.

Tiro una vez más del dobladillo de mi vestido ajustado negro. Medírmelo durante un corto período y ser alabada por April en el área trasera y delantera no me advirtió que este querría subirse todo el tiempo al ser ajustado lo cual es peligroso teniendo en cuenta que siguiendo el consejo de April no llevo ropa interior, solo mi sujetador.

Los zapatos de tacón costosos están maltratando mis pies y odio estar usando más maquillaje del que suelo usar.

Odio estar haciendo esto por alguien que al fin y al cabo hoy me trata como una enfermedad. Esta entra a la lista de los momentos más tensos que Ethan ha tenido alrededor de mí.

Mis dedos se acalambran de estar alrededor de los suyos por tanto tiempo, por lo que retiro mi mano. Ni voltea a verme. Observo a Harry, Kae y Hilary reír mientras Doug parece estar diciendo algo a la vez que abraza a Katherine y Ashton.

No sé a dónde han ido Dexter y Juliet, Andrew conversa con Danck, vocalista y guitarrista de Windfall. Estoy odiando tanto esto que no me da tiempo de deslumbrarme por todas las celebridades que forman parte de la disquera estando aquí.

Esta, además, es la primera aparición pública oficial lo que hace que muchos fotógrafos nos den atención. Me siento incómoda, fuera de lugar y peor compañero no puedo tener.

Ethan me marea.

Un día es alguien y al otro simplemente… No sé quién es. Cambia con tanta facilidad de relajado a tenso que ya no puedo intentar saber quién va a ser cuando me mire. Cuando me dé su atención. Cuando note mí jodida presencia.

Quiero ahorcarlo, quizás asfixiarlo con una almohada, pero recuerdo que sigue siendo Ethan; el de las canciones, el de las pequeñas confesiones. Quizás es el modo en el que funciona con él: Tomas lo que da. Aceptas todo lo que ofrece.

Incluso si ofrece un momento tan de mierda como este en el que solo quiero irme.

Quiero ahorcarlo mucho.

El hombre importante que parece que es coordinador de una revista exclusiva no deja de reír y hablar con Ethan. Observo alrededor una vez más, creo que ya me conozco la cantidad de personas que hay en el lugar de tanto que lo he hecho.

Puedo ubicar con facilidad donde se encuentran cuatro modelos que han sido vinculadas con Ethan, incluida Nanette, esa, mi menos favorita. Aunque todas lucen igual de frívolas.

Estoy segura de que en el mundo de las pasarelas y modas, hay muchas buenas chicas cumpliendo un sueño. Pero también estoy segura de que Ethan es un experto buscando a las del tipo de Nanette:

No profundas, frívolas y queriendo al chico caliente.

No fingiré ser sabia y conocer a Ethan, pero algo me dice que Ethan ha recibido tantos golpes no físicos que ha acabado por protegerse buscando todo aquello que no lo haga quedarse de manera permanente. Al menos todo fuera de la banda.

Cuando el hombre se va, suspiro con alivio y me muevo de un pie a otro. Ethan me frunce el ceño.

—¿Qué sucede?

—¿Has usado alguna vez zapatos de tacones altos nuevos para una ocasión en la que tu súper novio no te deja sentarte?

—¡No hay sillas, Grace! ¿Dónde se supone que vas a descansar tu bonito culo? —me pregunta.

—Quiero tener limones para exprimirlo en tus ojos.

—Eso es bastante escalofriante… ¿Eh?

—Y luego echarte sal para…

Uno de sus brazos pasa alrededor de mi cintura y tira de mi cuerpo hacia el suyo, me sobresalto ante el movimiento y ubico mis manos en sus hombros. No hay que negar que estos zapatos maltratadores de pies me hagan estar a menos distancia de su estatura.

—Relájate… ¿No queremos fotos de nosotros discutiendo, verdad? O que todos escuchen acerca de tus planes macabros sobre limones y sal en mis ojos, ¿cierto?

—Tal vez también involucre vinagre.

—¿Segura que lo que buscas no es hacer una ensalada en mis ojos?

—Odio esto.

Mira detrás de mí, como si por primera vez evaluara todo. Sus ojos regresan a mí. Me gustan los ojos avellanas de Ethan, tienen ese pequeño rastro de verde en ellos, que atrapa.

—Lo siento, no siempre es así —sacude su cabeza—. Por cierto, no te lo dije. Pero cuando te vi pensé que te veías hermosa. Te ves hermosa.

—Odio estos zapatos. El vestido se sube si me muevo mucho. Odio el maquillaje, pero gracias por el cumplido. —Le sonrío. Él ríe.

—¿Nunca llego a algo contigo, verdad?

—Y eso que eres mi BG.5 favorito.

Alguien se aclara la garganta, nos giramos y quiero maldecir mi suerte. Nanette y otra modelo que salió con Ethan están aquí.

Ethan se desplaza a mi lado dejando su brazo alrededor de mi cintura. Le sonríe ampliamente. Que alguien traiga los limones, sal y vinagre. Los ojos de Ethan los necesitan.

—Ver para creer… ¿Te conozco, cierto? —pregunta Nanette. Al menos ella ha retirado el rubio teñido de su cabello, vuelve a ser castaña.

—Sí, creo recordarte. Soy Grace.

—Lindo. Yo soy Nanette y esta es Georgia.

—Genial, me siento plena ahora que las conozco. —No puedo evitar decir, recargo algo de mi peso en Ethan, necesitando buscar el modo de que mis pies descansen.

—Deberías venir y hablar con todas nosotras —dice Georgia—. Podemos hacer un debate sobre Ethan… ¿A qué no, bombón?

Ambas ríen. Las observo. Todo en ellas es preparado para lucir perfecto. Lo repito, hay muchas buenas modelos cumpliendo sus sueños y luego están las que en el camino se pierden, del mismo modo en el que se pierden muchas celebridades e, incluso, personas comunes en su día a día.

Estoy irritable y ellas no están ayudándome.

—Sí, aquí como que todas conocemos a Ethan —asegura Nanette.

Noto la diferencia entre Georgia y Nanette. La primera es simplemente algo atontada y la segunda tiene malicia.

—Con gusto conversaría con ustedes y el club de groupies modelos de Ethan, pero hay tres diferencias que me lo impiden —enumero con mis dedos—. La primera es que no soy modelo; la segunda es que soy rubia.

Paso mi brazo alrededor de la cintura de Ethan levanto mi rostro y dejo un beso en la comisura de su boca. Él me observa. Vuelvo mi atención a nuestras espectadoras.

—Y la tercera, pero más importante: no soy una más. No soy la de esta noche. Soy la oficial, su novia y difícilmente creo que tengamos información que compartir. No es el mismo trato… ¿Cierto Jones de mi corazón?

Ethan sonríe divertido. Bah, la cosa cursi de su apellido me ha empalagado, pero ha funcionado para que estas dos sepan que no me están haciendo sentir una más. Una de ellas.

—No eres modelo, pero eres hermosa. Eres rubia y eso me encanta. No eres una simple chica, eres mi novia.

Sus palabras me toman por sorpresa, baja sus labios lo suficiente para presionarlos brevemente sobre los míos. Se retira y observa a las modelos.

—Espero y no les moleste que Grace sea igual de exclusiva que yo. —Es todo lo que dice, guiándome hacia donde Dexter y Juliet han reaparecido. Cabe destacar que la pintura labial de ella ya no está cubriendo sus labios.


Abrocho mi cinturón de seguridad y suspiro con alivio. Por fin Ethan va a llevarme a casa. No sé si podré aguantar todos sus eventos sociales si resultan igual de frustrantes que este. Él es como un pastel que atrae a todas las moscas.

Todas las modelos que lo han conocido se acercaron. Me dieron esa mirada de «no dura mucho con esta» y rieron. Ni pensar que April quería que usara el vestido de espalda abierto, eso solo lo hubiese vuelto peor.

—¿No te fatiga?

—¿El qué…? —responde, tocando la bocina para Andrew, que va saliendo en su auto.

—Ir a un evento y toparte con todas las modelos con las que seguro te has involucrado. Sonreír a todo el mundo, tener que ser agradable cuando no quieres. Estar en un evento increíblemente aburrido.

—Muchas de esas cosas suceden por las elecciones que tomé… ¿No?

Permanecemos en silencio mientras enciende el auto. Por alguna razón saca su celular de su chaqueta, supongo que está en vibración porque no sonó. Su rostro palidece. Marca de forma rápida un número.

—¡¿Qué está sucediendo?! —grita—. ¿Desde cuándo?… ¿Y hasta ahora me lo dices? ¿Qué mierda de jugar? —golpea el volante—. Voy en camino.

Da por finalizada la llamada y no habla mientras el auto se pone en marcha. En un principio lo dejo sumergirse en su silencio, pero cuando noto que no estamos tomando la vía para mi dulce hogar, le recuerdo mi presencia.

—Eh… No estamos tomando…

Me corta con un gesto de la mano mientras toma de nuevo su celular y marca.

—Estoy yéndome, se presentó una emergencia. No creo que pueda ir a la reunión de mañana. —Parece que recibe una llamada. Noto que estamos saliendo de la ciudad—. No, no traje a ningún guardaespaldas conmigo. Envía a Hunter, él sabe cómo llegar… Que me llame. De acuerdo, gracias, Max.

Guarda su celular y gira el volante de manera brusca ocasionando que por poco golpee mi cabeza de la ventana.

—¿Qué sucede? ¿A dónde estamos yendo?

—A Bolton. Emergencia familiar. Mi abuela no está sintiéndose bien. Quiero llegar pronto, no podía desviarme llevándote a tu casa.

Asimilo sus palabras. Decido no gritar toda mi histeria o reclamar.

Lo entiendo. Si se tratase de la abuela, yo también la pondría a ella como prioridad. Llegaría hasta ella lo más pronto posible.

Por lo que recuesto mi cabeza del asiento y de forma sabia permanezco en silencio durante las pocas horas de viaje. Sigo estando agotada y queriendo dormir, pero no me quejo.

Él no habla y yo tampoco.

A pesar de estar agotada y desear la comodidad de mi cama, no me duermo durante el viaje y cuando se detiene frente a un hospital maldice.

—Ella lo hace a propósito.

—¿Qué cosa? —me atrevo a preguntar. Él desabrocha su cinturón de seguridad, hago lo mismo.

—La trae al hospital menos actualizado para hacerme sentir culpable. No me deja asegurar a la abuela Victoria. No me deja cubrir sus gastos médicos. Es su manera de hacerme saber que el dinero que gano no va a tocarlo.

—¿Lo hace para herirte? —pregunto horrorizada.

—Cariño, es el estilo Cecilia Jones.

Baja del auto y lo imito. Me estremezco cuando mis pies hinchados y, aun en tacones, pisan el suelo. Como duele. Cierro la puerta detrás de mí. Ethan activa el seguro del auto y comienza a caminar.

Lo sigo a paso lento y cada pisada es un dolor, creo que puede que consiga ampollas en mi tobillo por el roce de la correa de los zapatos. Cuando vamos a mitad del estacionamiento, él se detiene y se gira a observarme.

Sacude su cabeza como si entrara en razón.

—¡Joder! Lo siento. —Se saca la chaqueta y la pone sobre mis hombros. No había notado el frío hasta ahora. Me muevo de un pie a otro. Baja la vista—. Grace, esos pies no lucen bien.

—Gracias.

—¿Vamos a quitarlos, de acuerdo?

Se agacha y retira las correas que lo atan, espero y no suba la vista porque si ve debajo de mi vestido me verá hasta el alma. Cuando estoy fuera de ellos no siento alivio. Pasar de estar con los pies inclinados a estar planos, duele. Mis inflamados pies duelen. Él se incorpora y pasando sus brazos alrededor de mi cintura me alza y deja mis pies unos centímetros lejos del piso.

No sé cómo lo hace, pero camina de ese modo hasta la recepción del hospital. Dándole un descanso a mis pies.

La enfermera un poco mayor parece brevemente sorprendida antes de indicarle a dónde ir. Siento alivio de que su abuela esté en el pasillo de personas estables o en recuperación. Cuando estamos llegando al pasillo creo que se cansa y me deja sobre el suelo.

—Lo siento…

—Ethan, eres humano, te cansas. Ya puedo caminar mejor.

Sigue doliendo pero no como antes. Toma mi mano y entrelaza nuestros dedos mientras pacientemente espera a que camine de a poco. Cuando llegamos a la habitación, fuera de ella está la pareja adulta que vi el día del cumpleaños de los mellizos: los padres de Ethan.

La madre de Ethan me observa de arriba abajo, hace lo mismo con él y luego niega con su cabeza.

No hay abrazos. Un te extraño, preguntas sobre si condujo con cuidado. Todo lo que hay es una mirada seria sobre Ethan. Me estremezco.

—Te dignaste a venir.

—Mamá, no ahora, por favor.

—Solo señalo un hecho.

—¡¿Cómo quieres que me digne a venir si esperas al último momento para decirme que la abuela no estaba sintiéndose bien?! —cuestiona con los dientes apretados. Suelto su mano para pasar mi brazo alrededor de su cintura.

Es terriblemente incómodo este momento, pero es aún peor ver los fríos que ellos son.

—Tú estás muy ocupado jugando a ser la estrella. ¿Cómo captamos tu atención cuando estás más que ocupado recibiendo otro tipo de atenciones? —Me ve y vuelve la atención a él—. No necesito un recuerdo de que somos la última cosa en la lista de prioridades de mi hijo.

Lo sorprendente es que el papá de Ethan no dice nada, pero su mirada para él es mucho peor que la de su esposa. Un silencio cruel.

—Por favor, no ahora… Por favor.

—¿Nunca es el momento, Ethan? No puedes culparme por recordar todo lo que eres cuando te veo.

—¿Un excelente músico? ¿Alguien amado y admirado por muchos? —no puedo evitar preguntar—. ¿Un hombre que ayuda a organizaciones sin fines de lucro? ¿Un escritor y compositor magnífico? Suenan como grandes cosas para recordar de un hijo.

Ella le da una mirada a Ethan, quien besa de manera distraída mi frente.

—Esta es Grace… Mi novia.

—Bueno… ¿Qué más se puede esperar de ti? —le pregunta, niega con su cabeza y suspira—. Tu abuela está bien, fue un susto. Puedes volver a jugar a ser famoso y dejarnos aquí.

—Voy a quedarme aquí para ver cómo se recupera. Quiero hablar con ella.

—Haz lo que quieras, Ethan, siempre lo haces.

Ella y su esposo se sientan bastante lejos, por lo que sigo a Ethan cuando se sienta en los bancos más cercanos de la habitación. Él ubica sus codos sobre sus rodillas abiertas y esconde su rostro entre sus manos.

—¿Tu papá es mudo? —Me encuentro preguntando mientras paso una mano arriba y abajo en su espalda. Como si buscara calmarlo, es algo involuntario.

Retira las manos de su rostro, es increíble lo tenso y frustrado que luce. Sus ojos han pasado a estar rojizos.

—Él no es mudo, Grace. Él solo no me habla —susurra—. No desde que estoy en BG.5. No lo ha hecho en años. Solo me da esa mirada jodida de decepción y rechazo. Cada maldita vez desde entonces.

Cristo, eso es terrible. Casi hubiese sido mejor que a Ethan lo criaran unos lobos, seguro ellos hubiesen sido más amorosos.

Me acomodo mejor de tal modo que puedo atraerlo hacia mí para un abrazo. Porque algo me dice que Ethan necesita de muchos abrazos. Me deja abrazarlo mientras suspira.

—¿Nos conocemos más, Grace?

Por un momento estoy desconcertada de su pregunta, luego recuerdo el modo en el que fuimos dejando caer secretos antes de lo de novios falsos.

—Nos conocemos, Ethan.

Los miedos de Ethan

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