Читать книгу Los miedos de Ethan - Darlis Stefany - Страница 19
Оглавление[no image in epub file] Capítulo once [no image in epub file]
—Te amo, Grace. Me rompe el corazón verte así. —Leo acaricia mi cabello, mis hombros se sacuden y comienzo a llorar.
—Quiero ver a mis hermanos, quiero verlos. Por favor, dejen de mentir.
Me aferro a su abrazo, siento humedad en mi cabello, sé que está llorando junto a mí. Eso lo hace peor, eso lo hace real.
—Lo siento tanto, nena, lo siento mucho. Me duele.
—Por favor, tráiganlos de vuelta. Por favor, dime que Jorge está bien. Que todos lo estamos.
Él se mantiene acariciando mi cabello, lloro por mucho tiempo, pero las lágrimas nunca se detienen. Estoy aterrada de que aún me queden cirugías por enfrentar.
Estoy aterrada de morir, pero también lo estoy de vivir.
Estoy aterrada de enfrentar lo que viene después de que alguna vez salga de esta clínica.
—Me duele mucho.
—Lo sé, nena, si pudiera, quitara ese dolor, lo haría. Odio no poder hacerlo.
—¿Por qué, Leo? ¿Por qué no fui yo?
Susurra palabras para mí y aunque canta terrible comienza a tararear alguna canción, me acurruco contra él.
—Anthony quiere venir a verte, Grace. ¿Quieres que venga?
—Quiero a mis hermanos.
22 DE ABRIL, 2014
—Si Charlie, recibí las flores. —Lo que se traduce que estoy viéndolas. Mantengo el celular contra mi oreja.
Joe parece muy divertido leyendo la cursi tarjeta. Ni siquiera dormí con Charlie, pero él parece hechizado.
—¿Te han gustado?
—Charlie, tengo novio…
—Te envié las flores a ti, no a tu novio.
Casi quiero reír. El ascensor se abre y Ethan, junto a un escritor caliente, aparecen. No es la primera vez que veo a Matthew Williams. La primera vez que lo vi fue hace un par de meses que firmó contrato con Kae.
La nueva asistente de Kae lo recibe. Ethan me observa y comienza a acercarse. Joe deja de reír volviendo a su trabajo. Cobarde.
—Pero no está bien enviarme flores, Charlie. Ya no estamos saliendo.
—Pensé que eras mejor que esto, Grace.
—Oh, Charlie. Soy una chica mala. —No puedo evitar decir, él no lo toma con gracia. Me dice cuán decepcionado está y cuelga la llamada. Supongo que ahora él desea no haberme enviado flores.
Guardo mi celular y observo el arreglo de flores silvestres. Ethan también las observa.
—Yo no envié eso.
—Lo sé. Tú no enviarías eso.
—Bueno, quedamos que no queremos nada cursi.
Lanzo una mirada breve a Joe, Ethan lo nota y recuerda la parte de que fingir es secreto. Se inclina y presiona rápidamente sus labios sobre los míos.
—Vine para llevarte a almorzar.
—Joe, ¿por qué no te ganas el cielo hoy llevando estas flores para tu novia? —pregunto.
Joe alza la vista y sonríe ante la idea. Estira su mano hecha puño hacia mí y mi puño choca con el suyo.
—Esa es una estupenda idea, Grace. Eres mi rubia favorita.
—Lo sé. Si procreas una nueva vida no olvides que fue gracias a mí. —Enlazo mi brazo con Ethan—. Cielo, tú y yo vamos a un lugar mejor para hablar.
Lo guío hasta mi oficina y cierro la puerta detrás de nosotros. Suelto su brazo y él camina hasta una de las sillas. Se deja caer.
—No quiero ser un cornudo, habladora.
—No lo eres. Charlie parece que está decepcionado de mí —río, me observa con curiosidad—. Me has ayudado a hacer que Charlie entienda que lo he rechazado.
—¿A la orden? Ahora… ¿Vamos a comer? Sé que ya se acaba tu tiempo aquí, Hottie me lo dijo.
—Cuando quieras saber algo de mí, solo pregúntalo. No tienes que recurrir a otros. Y no, no puedo fingir contigo hoy. Tengo un almuerzo familiar…
—¿Estará tu abuela?
Lo observo desconcertada y asiento con mi cabeza. Da un aplauso.
—Genial, porque quiero conocerla. Tú fuiste a mi lugar, ahora yo voy al tuyo.
—¿A ti qué te pasa hoy? ¿Por qué estás tan eléctrico?
—Es un buen día. ¿Es que tu familia no quiere conocer a tu novio?
—Está bien, pero… ¿Te sientes bien?
—Estoy ardientemente bien.
Detengo el auto frente a la casa. Stone, el guardaespaldas asignado para Ethan hoy, está conduciendo el auto de Ethan y se detiene a una distancia prudente.
Solo con estar frente a la casa ya siento mis ánimos bajar. No quiero entrar. Joder, incluso ya voy sintiendo las ganas de llorar.
—¿Grace? —pregunta Ethan desconcertado.
—Aquí fue donde todo sucedió —susurro—. Yo bajé del auto de Anthony y entré. Nada volvió a ser igual.
—¿No se llegaron a mudar?
—Yo me fui a vivir con papá cuando salí de la clínica, luego lo hice con la tía Olivia —carraspeo mi garganta—. No he pasado una noche en esta casa desde esa noche. No podría.
Permanecemos en silencio. Apago el auto. Las palabras podrían asfixiarme.
—Chase murió por múltiples puñaladas —dejo caer, él se sobresalta. Mi mano tiembla—. Yo lo vi. Vi su pequeño cuerpo… Fue la primera vez que mi corazón se rompió.
—No puedo decir que sé cómo te sientes —su mano toma la mía y la aprieta—. ¿Quieres irte?
—No. He aprendido a lidiar con esto. Mis visitas son ocasionales, pero aprendí a tolerarlo. —Sacudo mi cabeza y tomo un profundo respiro—. Mamá no se ha mudado porque la casa es su mayor recuerdo de mis hermanos. No se enfoca en la tragedia, ella solo ve en esa casa los mellizos correteando y peleando.
—¿Qué ves tú?
Abro la puerta y bajo de mi auto, él me sigue.
—Yo veo la casa de mis pesadillas. —Volteo a ver a Stone recargado de su auto—. ¿Él va a estar bien?
—Sí, tranquila. Va a estar estupendo.
Toco la puerta de casa e, inmediatamente, la tía Olivia la abre. Su sonrisa crece al notar a Ethan. Me da un cálido abrazo.
—¡Este es el chico del beso en el periódico!
—Este es Ethan, Ethan esta es mi tía Olivia.
—Soy el novio —asegura, besando su mejilla, la tía Olivia está hechizada inmediatamente.
—¡Lo has hecho bien, Grace!
Entramos y escucho la voz del tío Sean hablando con Tyler, el esposo de la tía Olivia. Cuando ellos me notan me saludan y estrechan sus manos con Ethan. Mamá está acostada en el sofá. Está dormida.
Luce pálida y tienes grandes ojeras. Frunzo el ceño.
—Le ha pegado más fuerte este marzo —dice la voz de la abuela sobresaltándome. Besa mi mejilla y me abraza—. Hola, mi vida.
—Hola, abuela. Te eché de menos.
—Bueno, no vivimos lejos. Sabes dónde encontrarme. Aquí con tu mamá.
Los pinchazos de culpa aparecen automáticamente. Me inclino y beso la frente de mamá, ella sigue durmiendo. Me alarmo.
—¿No está tomando medicamentos para dormir, verdad?
—No. Ella solo está agotada y está descansando —me responde sonriendo. Se gira hacia Ethan que parece curioso, viendo toda la casa—. No puedo creer que este sea el chico al que fuimos a ver al concierto.
—¿Fuimos? —pregunta Ethan, extiende su mano hacia ella—. Ethan Jones, un placer conocerla.
—El gusto es mío, Wanda Hamilton. Y sí, llevé a esta nieta mía a uno de tus conciertos. Eres un chico talentoso.
—Gracias, señora.
—Puedes llamarla abuela porque eres mi novio —bromeo, abrazando a la abuela. Para ella siempre fui muy chica para tener citas.
Ella intercambia unas palabras con nosotros y va a la cocina junto a la tía Olivia. Vuelvo la atención a mamá y me inclino tomando su mano.
—Mamá… Estoy aquí.
—¿Uhm? —Por más que quiere abrir sus ojos, estos se cierran.
—Tranquila, descansa. Espero y esto no esté resultando muy duro para ti. —Beso su mano y la libero—. Lo siento.
Vuelvo a estar de pie, volteo para ver a Ethan, pero él no está. Escucho al tío Sean hablar por lo que sigo el sonido. Me detengo abruptamente porque es la sala de juegos.
Esa sala de juegos.
Ethan está viendo el mural que el tío Sean le muestra. Pero solo puedo pensar el lugar en donde está de pie.
—Muévete de ahí, Ethan. —Casi grito, sobresaltándolo—. ¡Mierda! Muévete de ahí. Sal, sal.
Por un momento el tío Sean parece desconcertado, luego cae en la cuenta de su error. Este es uno de los lugares que más odio de esta casa.
—Grace… —dice mi tío. Lo ignoro y camino hasta Ethan que parece confundido.
Tomo su mano y tiro, pero él parece demasiado desorientado para entender.
—Por favor. —Ruego, no reacciona—. ¡Joder! Solo muévete del lugar en donde casi muero.
Eso lo hace reaccionar y me deja sacarlo del lugar. Tomo un profundo respiro. Se siente como si hubiese corrido un maratón.
Me giro hacia él y tomo su rostro en mis manos.
—No vengas a este lugar, no el baño del cuarto de mi madre. —Cierro mis ojos recordando el último lugar, el de Cheryl—. Y no el sótano.
Él libera mi agarre de su rostro solo para apretarme contra su pecho y abrazarme. Tomo un profundo respiro que solo huele a él.
A veces me pregunto cuál de los tres lugares puede afectarme más. Pero los tres resultan horribles. Recuerdo que al despertar en el hospital escuché a la tía Olivia y Tyler llorar sobre Cheryl.
La segunda vez que sentí que moría fue cuando supe que no la salvé después de todo. Cuando supe que la había atrapado y disparado múltiples veces en el sótano. Cheryl siempre le tuvo miedo al sótano y ese fue el primer lugar al que corrió a esconderse.
El mismo lugar donde Jorge, minutos después, se disparó.
—Está bien. Ninguno de esos lugares, lo prometo.
Paso mis brazos alrededor de su cintura y recargo mi frente de su pecho. Tomo varias respiraciones.
—Lo siento. No quise gritarte, solo… No es fácil estar aquí.
Ahora son sus manos las que sostienen mi rostro mientras me observa fijamente.
—No tienes por qué disculparte. Creo que eres muy fuerte al volver aquí.
—O masoquista.
—Yo creo que eres fuerte.
Me observa durante otros pocos segundos antes de bajar su rostro. Lo veo cerrar sus ojos justo cuando presiona sus labios de los míos.
—Grace, cariño, el tío Sean lo siente y… —La tía Olivia se calla y Ethan separa su boca de la mía. Apenas y fue un beso.
Y ese iba destinado a ser un primer beso real.
Me doy cuenta de que yo quería ese beso real.
Salgo del abrazo de Ethan y le doy una sonrisa no muy alentadora a mi tía, tomo una vez más la mano de Ethan. De tanto fingirlo, ya se siente natural.
—No te preocupes, sé que él no lo hizo adrede.
—¿Has pensado sobre la cirugía, Grace? —pregunta Annie, la esposa del tío Sean quien llegó hace poco.
Inmediatamente mi apetito se cierra.
Mierda, tenían que sacar el tema, encima delante de Ethan.
—No tengo nada que pensar.
—Pero… —Intenta tía Olivia.
—No voy a hacerlo. No quiero. Una cirugía no va a quitarle la culpa —miro al sofá donde mamá continúa durmiendo. La abuela jadea.
—¡Grace!
—Lo siento, abuela, pero es la verdad. No quiero otra jodida cirugía. No quiero ver médicos. No quiero ver cirujanos. ¡Solo quiero que me dejen sanar a mi manera! ¿Cómo sanas algo físico cuando lo que lastimas está dentro? ¡Dejen todos de presionarme sobre la maldita cirugía! Soy yo quien lleva la cicatriz. —No me doy cuenta de que grito hasta ahora. Todos me observa con sorpresa—. Odio venir aquí. Odio esta casa. Odio estar sentada en la mesa bajo la cual mi hermanita se escondió al llegar y la única razón por la que vengo es por ustedes.
»¿Pueden solo dejar de estar sobre mí acerca de eso? ¡¿Quieren, por favor, dejarlo ir?! No quiero ir a un quirófano. Solo quiero seguir.
Respiro de forma agitada y mis manos tiemblan. Todos están en silencio, viéndome con precaución. La abuela derrama un par de lágrimas. Los pinchazos de culpa reaparecen.
Difícilmente creo que alguna vez uno de ellos pueda entender cómo me siento. Lo sufren, pero no lo vivieron.
—Lo siento, creo que será mejor que vuelva luego. —Hago la silla hacia atrás y me pongo de pie. De inmediato, Ethan me imita.
Camino hasta el sofá, beso la frente de mamá y voy hacia la puerta. Soy consciente de que Ethan se despide de todos. Salgo de la casa y camino hasta mi auto. Cuando abro la puerta, Ethan la cierra.
—Ni lo sueñes. No vas a conducir. Dame las llaves ahora.
Me toma unos minutos ceder y otros minutos nos toma ponernos en marcha. Recuesto mi cabeza de la ventana y cierro mis ojos. Comienzo a derramar lágrimas.
—Grace, puedes hablarme. Sé que soy un idiota la mayor parte del tiempo, pero no me está gustando verte llorar.
—¿No la viste? —pregunto en un susurro.
—¿Qué? —pregunta con la vista en la carretera.
—Mi espalda… ¿No viste la cicatriz? —Sorbo mi nariz y hago el intento de limpiar mis lágrimas—. Es de lo que ellos hablan. Tengo un recuerdo marcado de esa noche. Y la odio tanto.
Comienzo a llorar sin poder evitarlo. He odiado esa cicatriz cada día. Me recuerda tantas cosas, representa tanto.
Ethan orilla el auto y lo detiene. Sale del auto y abre mi puerta, quita mi cinturón de seguridad y me obliga a salir antes de abrazarme por segunda vez en el día. Enredo mis brazos alrededor de su cintura.
—¿La viste aquella vez?
—No.
—Era una cosa horrible antes de las primeras cirugías. Fue difícil sacar cada trozo de cristal en mi piel. —Sorbo una vez más mi nariz—. Dicen que ahora parece rasguños. Pero la odio y no quiero más cirugía. Pasé por muchas, no quiero más.
—Está bien, cariño, nadie puede obligarte.
—Siento que no me entienden.
—Quizás no lo hacen, pero lo intentan.
Lo abrazo con más fuerza y lloro un poco más mientras acaricia mi cabello.
—¿Por eso no me dejas llamarte hermosa?
No respondo mientras dejo de llorar de a poco. Cuando he terminado me quedo todavía en mi lugar por un tiempo más.
—¿Sabes, Grace? Yo conozco a una persona que es increíblemente hermosa, la consideré la más hermosa. Pero tarde me di cuenta de que por dentro es un ser que se ha creado por sí mismo sus propias cicatrices internas.
»Para mí sigues siendo hermosa. Me gusta tu capa y también lo que hay dentro de ella. Eres Grace y la Grace que conozco me resulta hermosa con o sin cicatriz. Eso no te cambia o me hace verte con distintos ojos.
—Aquí está —susurro.
—¿Quién?
—El Ethan de las canciones, siempre tuve fe que obtendría un poco de él.
—¿Te disgusta el otro Ethan? —Alzo mi vista hacia él. Me sonríe y con sus dedos limpia mis lágrimas algo secas.
—No, tú eres un solo Ethan y cada faceta te hace quien eres.
—Oh, Dios. ¿Es eso una sonrisa? —pregunta April, fingiendo la mayor de las sorpresas. Llevo una mano a mi rostro y siento la pequeña sonrisa. Estoy tan sorprendida como ella.
—Increíble, un mes y medio para obtener esa pequeña y primera sonrisa. ¡Y es mía!
—No es tuya —aclaro volviendo mi vista a la laptop donde se vuelve a reproducir el vídeo—. Es de él.
—Ah, Ethan siempre llevándose el crédito.
—…Y si la vida te da un golpe, golpéala y si… ¡Ay, joder! Ustedes entienden, Fivers. Una chica me agarró el culo —se ríe, vuelvo a reír de la mueca que hace—. Echo de menos casa, pronto vuelvo a Londres, por ahora disfrutamos de toda esta locura. Gracias por todo el apoyo, Fivers.
Entonces comienza a cantar y aunque es la cuarta vez que veo el vídeo, de nuevo lo observo. Cierra sus ojos y lleva una mano a su pecho cantando una ridícula canción. Dos rubios se unen a él y cantan. Río.
—Ah, tengo que… Quiero decir, ojalá pudiera decirle a Ethan que grabe más vídeos como estos si te hace sonreír.
Llevo mis dedos a la pantalla viendo a tres de las personas que hacen música que cambia vidas.
—¿Cómo se llaman las fanáticas de BG.5?
—Fivers —me responde cerrando el vídeo y casi quiero quejarme. No me importaría verlo de nuevo.
—Creo que soy una Fiver —declaro viendo hacia la pared.
—Bienvenida.
26 DE ABRIL, 2014
—¿Compraste ya el boleto? —cuestiono a Lola mientras arrojo ropa a la lavadora. Programo su ciclo y comienza a trabajar. Vuelvo a la sala.
Nada como la comodidad de andar en casa sin sujetador, descalza y sin peinarme.
Me dejo caer al lado de Lola en el sofá, donde espero que ella y Gina una vez más no se hayan vuelto apasionadas.
—Sí, primero estaré en Venezuela y luego con mamá y papá vamos a Colombia.
—Espero y te acuerdes de mí para traerme dulces… ¿Gina irá?
—Sí. Discúlpanos con Leo por no estar asistiendo a su boda.
—Mejor discúlpate tú, que, con tantas disculpas propias, me sorprende aún ser la dama de honor.
—¿Llevarás a Ethan cómo tu cita?
—No. Él tiene que asistir a unos premios de alguna página web.
De hecho, Ethan y yo terminamos discutiendo porque él insistía en que debía ir con él, y yo de ninguna manera voy a fallarle a Leo en su día especial. Luego me dijo que tampoco iría conmigo, lo que empeoró cuando le hice saber que en ningún momento lo había invitado.
Entonces, mi novio falso y yo estamos enojados de una manera muy real.
Un poco confusa la situación.
—Aún estoy que me caigo de culo ante el hecho de Ethan y tú… ¡Una locura!
—Lo sé, Lola.
—¿Es bueno en la cama? —pregunta—. No me gustan los chicos, pero mierda, cualquiera sentiría curiosidad por las habilidades sexuales de Ethan Jones.
—No las conozco.
—¿Qué? ¿Cómo es eso posible?
Mierda, cierto que se debe fingir. Aclaro mi garganta.
—Quiero decir que aún no las conozco porque no se ha dado el momento. Pero pronto las conoceré.
Mi celular suena para salvarme de decir algo que la haga sospechar. Lo tomo y es un mensaje de Naomi.
«Si así es cómo pretendes ser mi amiga rubia. Vas por mal camino.
No debes olvidarme.
¿Café?».
«Bueno, tampoco estaba recibiendo un mensaje tuyo.
Me parece perfecto un café. Pero deja que termine de lavar. ¿En tres horas?»
Responde confirmando y diciéndome el lugar. Mi celular suena de nuevo anunciando un mensaje. No es Naomi, se trata de Ethan.
Primera vez que me escribe sin contar su patético «este es mi número, soy Ethan», abro el mensaje de inmediato.
«Lo siento. Tienes razón, son tus amigos.
Al menos podrías invitarme a la boda por cortesía aunque yo no pueda ir».
Río, es su extraña manera de disculparse.
«¿Quieres ir a la boda conmigo, Ethan?»
Su respuesta llega de inmediato.
«Lo siento, pero tengo compromisos ese día.
Gracias por invitarme».
«De ese modo debió ir antes de que discutiéramos.
Sé que tienes un compromiso y yo tengo el mío».
Pasa un tiempo y creo que no va a responderme, pero el celular suena una vez más y me sonrojo un poco al leer su mensaje.
«Cuando las parejas se reconcilian, suelen tener sexo. ¿Tu apartamento o el mío?
Ay, justo duele en el somos novios falsos.
Todo bien, habladora.
Espero y te diviertas en esa boda».
«Espero y pateen culos en esas premiaciones =)
#Fiver»
«#MiNoviaEsUnaFiver ¡Votaaaa! Lol.
Te dejo, voy a sacar a Bucker por unas vacunas.
Hablamos luego».
Sonrío y suelto mi celular. Paso las manos por mi desordenado cabello.
—Te trae loca y eso que no han tenido sexo.
—¡Calla, Lola!
—Yo solo doy mi libre opinión.
Tomo un trozo de mi dulce frío de leche mientras río. Naomi también lo hace.
Lo agradable de mi vida en Londres y de haber conocido a Kaethennis es que en una serie de cadenas he conocido a buenas personas. Personas que me hacen sentir cálida y a gusto.
—¿Puedo hacerte una pregunta algo personal?
—Supongo… —responde removiéndose un poco.
—No suelo pensar mucho en ello, pero… ¿Alguna vez te sentiste incómoda teniendo sexo?
Miro mi taza de café y vuelvo la vista de nuevo a ella. Parece que mi pregunta la ha tomado por sorpresa.
—¿Conoces mi historia?
Niego con mi cabeza, suspira y me da una historia muy resumida de lo que fue un matrimonio turbulento y destructivo para ella. Para el final del relato siento grandes ganas de asesinar a ese bastardo que se hace llamar hombre. Es una suerte que ya esté divorciada.
—Así que hubo un punto en el que odié tener sexo. Buscaba cualquier modo de evadirlo, pero para un hombre que deseaba ser padre ninguna evasión duraba demasiado. —Ubica una mano en su cuello, pareciendo distraída—. Desde Ronald no he tenido relaciones. No me siento segura con ningún hombre para mantener ese tipo de intimidad. Él solo me dañó.
Muerdo mi labio, eso es tan triste.
—A mí no me ha gusta practicarlo… Muy pocas veces lo he hecho —digo—. Me siento muy expuesta. No me gusta ser observada —río un poco para aliviar la tensión—. Estaba paranoica sobre apagar las luces.
Lo hacía porque no quería que vieran mi espalda y sintieran lástima, aún peor: asco. Eso fue durante el principio de mi vida sexual. Cuando perdí la virginidad con Anthony y lo practicamos un poco más, siempre fue en oscuridad, aun cuando él garantizaba que no había necesidad de esconder algo.
Pero vi una vez esa expresión de shock y lástima cuando me vestía para volver a casa. No fue intencional, lo entendí. En ese momento había mucho para trabajar en esa marca. También fue el día en el que dejé de hacerlo con Anthony porque me incomodaba. No lo disfrutaba.
—Pero ahora estás con Ethan. —Naomi trae mi atención de nuevo a ella—. Y él es un pedazo de cielo. Dudo que puedas mantener tus manos lejos.
—Él es tentación, pero no lo haremos porque…
Me corto. Cierto, es un secreto. Joder, que frustrante es mentir sobre Ethan.
—Porque estamos iniciando. —Termino por decir.
—Pero van a hacerlo alguna vez. Y si fuera tú me encargaría de que cada luz esté encendida para verlo en todo su esplendor. Soy curiosa y he visto las páginas de Facebook de estos chicos y Ethan tiene algunas muy… Calientes.
—Oye, estás hablando de mi novio —bromeo.
—Bueno, si tú tienes un novio caliente, tienes que aceptar que los demás vamos a hablar sobre cuán caliente es. Créeme, le he dado ya esa charla a Hilary.
Río y doy un sorbo a mi café. Naomi observa de un lado a otro cómo si decidiera qué decir.
—¿Tú has visto a Jeremy?
—¿McQueen? —pregunto, ella asiente con la cabeza—. Hace unas dos semanas que estaba con Hilary y pasó por Jeff. ¿No lo ves tú?
—No, es que… —Toma un profundo suspiro—. Cuando terminó todo lo de mi divorcio, él dijo que quería celebrar y aun cuando no estoy interesada en relaciones, acepté.
—De acuerdo.
—Todo estaba bien. Jeremy muy coqueto y genial. La paso bien porque de algún modo siempre me hace sonreír.
—Me agrada Jeremy.
—La cosa es que todo iba estupendo y luego una mujer se acercó a la mesa. Todo se volvió tenso y Jeremy no fue el mismo. —Pasa una mano por su cabello—. Estuvo tenso el resto de la noche y luego me llevó a casa, ni siquiera se despidió.
»Envió un mensaje de disculpas, luego nos encontramos para que me entregara unos papeles y eso fue todo. No he vuelto a saber de él.
—Eso es extraño.
—Lo es. Por un momento te prometo que esa noche tuve, no sé…, las ganas de acercarme por primera vez a un hombre desde mi matrimonio. En mi cabeza ya estaba imaginando los posibles escenarios para obtener una cita con él, finalmente, estaba avanzando. Pero esa mujer apareció y todo cambió. No sé qué sucedió.
—¿Y cómo era esa mujer? ¿Era una exnovia?
—No lo sé. Ella está quizás a finales de sus treinta. Rubia, tenía grandes pechos y le sonreía a Jeremy como si hubiese visto el sol por primera vez en mucho tiempo.
—¿Te gusta Jeremy?
—Quizás…
—Naomi, con sinceridad. Estamos hablando de Jeremy el chico encantador que parece ser capaz de sacarle sonrisas a todos. ¡A mí me gusta Jeremy!
—Vale, me gusta mucho. Demasiado. Solo estaba asustada de iniciar otra relación. Estoy aterrada y ahora ni siquiera sé de él.
—¿Quieres que te ayude a contactarlo? Nunca he hecho de Cupido.
Ella ríe y sacude su cabeza.
—No estoy en plan acosadora.
—Podemos hacerlo lucir casual.
—¿Qué tan casual?
—Tú deja todo en mis manos. Vamos a hacer que Jeremy McQueen y tú se vean una vez más.