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Tercer grupo, declaraciones 9 a 12: parcialmente o mayormente sin confirmación

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El tercer grupo de declaraciones para analizar son las que concuerdan con pensamiento comúnmente aceptado en la época en que se hicieron, pero que permanecen parcialmente o totalmente sin confirmación por la ciencia en el siglo XXI, como las causas de los volcanes, la altura de los antediluvianos, la amalgama de humanos y animales, y los efectos físicos de la masturbación.

Declaración 9. Las causas de terremotos y de erupciones volcánicas: Elena de White desarrolló este tema en relación con los efectos residuales del Diluvio. Escribió que “bosques inmensos”, “sepultados en la tierra”, “se convierten en carbón” y en petróleo. Cuando el carbón y el petróleo subterráneo se encienden, “las rocas son calentadas intensamente, la cal se quema y se derrite el mineral de hierro. El agua y el fuego entran en contacto debajo de la superficie de la Tierra. La acción del agua sobre la cal agrega ardor al intenso calor, y causa terremotos, volcanes y brotes ígneos” (SG 3:79, 80). Ninguna de las teorías actuales de vulcanismo corrobora los mecanismos geológicos precisos que ella describe, aunque sí respaldan varias de sus afirmaciones. Por ejemplo: Geology of Coal, de O. Stutzer, documenta que “incendios subterráneos de estratos de carbón son encendidos por combustión espontánea, y producen el derretimiento de rocas cercanas, que son clasificadas como depósitos pseudovolcánicos”. Stutzer lista varios ejemplos, incluyendo “una montaña ardiente”, un afloramiento que “duró más de 150 años” y “el calor de un estrato de carbón encendido [que] se usaba para calentar invernaderos en esa área, desde 1837 hasta 1868”.731 Más recientemente, Glenn Stracher argumentó, en Geology of Coal Fires: Case Studies From Around the World, que los incendios de carbón debajo de la tierra empiezan por un proceso de combustión espontánea. El carbón es expuesto al aire a bajas temperaturas y, por medio de un lento proceso de oxidación, al final se calienta. Con el aumento de la temperatura del carbón, se acelera exponencialmente el proceso de oxidación, y es probable que resulte en un incendio de carbón a gran escala.732 Sobre este tema, ella parece haber apoyado su mensaje con información que se aceptaba comúnmente en su época, pero que ahora se sabe que era incorrecta en detalles importantes.

Declaración 10. La altura de los antediluvianos y fósiles gigantes: En 1864, Elena de White escribió que Adán era más del doble de alto que los hombres modernos (SG 3:34). El pasaje paralelo en Patriarcas y profetas (1890) hace la afirmación más moderada de que la altura de Adán era “mucho mayor” que la de los hombres que ahora habitan la Tierra (PP 26). Ella hizo estas aseveraciones basándose en sus visiones. Después, agregó que “los geólogos alegan” haber encontrado “huesos de seres humanos y de animales, así como también instrumentos bélicos, árboles petrificados, etc., mucho mayores que los que existen hoy en día”, y que estos geólogos infieren la existencia de “una raza de seres de tamaño muy superior” a los humanos de la actualidad (ibíd. 103). Este parece ser un ejemplo de su uso de conocimiento contemporáneo comúnmente aceptado para hacer más vívido y creíble lo que ella ya había afirmado con base en sus visiones. Sin embargo, el origen de su declaración sobre evidencia fósil no es la revelación, sino que Elena de White solo informa lo que los geólogos contemporáneos afirman. En la actualidad, se puede leer en Internet que, mientras investigadores serios todavía realizan exposiciones sobre las evidencias de fósiles y de humanos gigantes, y otros las cuestionan con vehemencia.733 Por sus opiniones sobre la Creación y la evolución, ver *Biblia y las ciencias de la Tierra.

Declaración 11. Amalgama de hombre y bestia (ver también *amalgama):734 “Si hubo un pecado por encima de los demás, que requirió la destrucción de la raza por el Diluvio, fue el crimen vil de la amalgama de hombre y bestia, que desfiguró la imagen de Dios y causó confusión por todas partes”, escribió Elena de White; y agregó: “Las especies confusas que Dios no creó, que fueron el resultado de la amalgama, fueron destruidas por el Diluvio. Desde el Diluvio ha habido amalgama de hombre y bestia, como se puede ver en las casi infi­nitas variedades de especies de animales y en ciertas razas de hombres” (SG 3:63, 75). Estas declaraciones fueron reimpresas en 1870 (SP 1:69, 78), pero fueron omitidas en 1890 cuando se revisó para incluirla en Patriarcas y profetas (PP 67-70; cf. MS 3:529).

La construcción gramatical de estas declaraciones en su contexto, y los otros usos por parte de Elena de White del término “amalgama”, permiten varias interpretaciones posibles. Amalgama de hombre [con] bestia implica: (1) el bestialismo, un crimen que exigía la muerte de los seres humanos y de los animales involucrados, y al que, en la traducción de la Biblia al inglés, se lo llama “confusión” (KJV; Lev. 20:15, 16; 18:23); y/o (2) la combinación genética del genoma humano y el genoma animal para crear aberraciones. La referencia de Elena de White a la amalgama como un “crimen vil” que causa “confusión” de las especies guarda estrecha relación con el término de esa traducción inglesa, y cumple el criterio principal del contexto literario inmediato.

F. D. Nichol abogó por una lectura gramatical alternativa: “Amalgama de hombre y [amalgama de] bestia”; de este modo se refería: en el nivel humano, (3) a la mezcla de razas de hombres, específicamente, el matrimonio mixto antediluviano de los descendientes justos de Set con la “raza impía de Caín” (SG 3:60); y, en el nivel animal, (4) a la producción de “especies confusas” de animales “que Dios no creó” y que no sobrevivieron al Diluvio (dinosaurios) (ver ibíd. 53, 54, 60-64).735 Las opiniones (3) y (4) no parecen encajar tan bien como lo hacen las opiniones (1) y (2) con lo que, comúnmente, se asume que son las connotaciones del contexto inicial. Sin embargo, las opiniones (3) y (4) están en armonía con los usos posteriores de “amalgama” por parte de Elena de White: (5) refiriéndose al surgimiento de las espinas y los cardos (Gén. 3:18), ella escribió: “Toda hierba perniciosa es de su siembra [de Satanás], y mediante sus ingeniosos métodos de cruzamiento [ingeniería genética maliciosa de plantas] ha corrompido la tierra con cizaña” (Ms 65, 1899, en MS 2:356; CBA 1:1.100; MR 16:247);736 y por último, (6) ella usa “amalgama” en un sentido moral para denotar la declinación moral de los justos por asociación con los impíos: “Por la unión con el mundo, el carácter del pueblo de Dios se vuelve empañado y, por medio de la amalgama con lo corrupto, el oro fino se oscurece” (RH, 23/8/1892).

El aspecto más perturbador de las declaraciones sobre la amalgamación son sus potenciales implicaciones racistas. Dos años después de la primera publicación de las declaraciones sobre la amalgama, los desertores del adventismo B. F. Snook y W. H. Brinkerhoff publicaron un folleto alegando que “estas visiones enseñan que la raza negra no es humana” (la cursiva está en el original) y no es creada por Dios.737 En respuesta a Snook y a Brinkerhoff, Uriah Smith, editor de la Review, negó la inferencia al señalar que cualquiera sea la raza a la que las declaraciones de la amalgama se referían, aun así se los llamaba “hombres” y, por lo tanto, humanos, no infrahumanos.738 Smith parecía admitir que algunas “razas de hombres que viven hoy” podrían ser, en realidad, quimeras de humanos y animales; y citó a naturalistas no mencionados que afirmaban que “la línea de demarcación entre las razas humanas y animales se pierde en la confusión”. Smith también hizo el descargo de que, “al preparar estas respuestas [a Snook y a Brinkerhoff], no hemos consultado de ninguna manera a la hermana White ni recibimos ninguna sugerencia o explicación de su parte en ningún punto. Tomamos las visiones como son publicadas y basamos, en el lenguaje tal como está, nuestra interpretación de cualquier discrepancia aparente”.739

Lo que sea que Elena de White haya querido decir con los pasajes sobre la “amalgama”, la interpretación de que ella veía a los negros como menos que plenamente humanos contra­dice directamente el tenor completo de sus escritos sobre razas desde 1851 hasta 1909. Respecto de la raza negra, ella reafirmó una y otra vez tanto la humanidad plena (SG 1:191; TI 1:319) como su origen en la Creación (TI 7:213). A continuación, presentamos lo que es solamente un pequeñísimo ejemplo de los cientos de páginas que ella escribió en contra del racismo y en apoyo de la humanidad plena de los negros (ver SW).740

En 1851, trece años antes de que Elena de White escribiera sus declaraciones sobre la amalgama, ella contrastó al “piadoso esclavo” que se “levantar[á], triunfante y victorioso, y [se] desligar[á] de las cadenas que lo ata[n]” con el “malvado amo” que estará bajo el juicio de Dios (ExV 18; reimpreso en PE 65). En 1858, ella defendió apasionadamente la humanidad de los africanos en esclavitud: “Las lágrimas de los piadosos esclavos y esclavas, de padres, de madres y de hijos, de hermanos y de hermanas, todo esto está registrado en el cielo. Agonía, la agonía humana es trasladada de lugar en lugar para ser comprada y vendida”. Con ardiente indignación, ella denunció a “profesos cristianos” que “mantienen en la esclavitud a sus prójimos” y “oprimen con crueldad a sus prójimos día a día (SG 1:191; la cursiva fue añadida; cf. PE 301). En 1859 ella encomendó a los adventistas desoír la Ley del Esclavo Fugitivo “cualesquiera que sean las consecuencias”. “El esclavo no es propiedad de hombre alguno. Dios es su legítimo dueño, y el hombre no tiene derecho de apoderarse de la obra de Dios y llamarla suya” (TI 1:185).

En 1861, Elena de White llegó a la conclusión de que la Guerra de Secesión era el castigo de Dios a “esta nación debido al gran delito de la esclavitud” (ibíd. 239). En 1863, todavía un año antes de las declaraciones sobre la amalgama, ella declaró: “Cristo murió por toda la humanidad, sean blancos o negros. Dios ha creado al hombre un ser humano libre, ya sea blanco o negro. La institución de la esclavitud [...] permite al hombre ejercer sobre sus semejantes un poder que Dios nunca le concedió, y que pertenece únicamente a Dios” (ibíd. 319). Dos páginas más adelante, ella encomendó solemnemente a los adventistas desglosar de sus filas a cualquiera que se aferrara a opiniones en favor de la esclavitud (ibíd. 321). A su vez, ella declaró específicamente que los negros eran iguales a los blancos “por creación y redención” (TI 7:213). “El nombre del negro es escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El origen, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres” (Ms 6, 1891, en MS 2:426, 427).

Sus cientos de páginas de escritura apasionada en favor de los negros y el antiesclavismo son, por cierto, una fuerte evidencia de que lo que sea que haya querido decir con las dos breves declaraciones enigmáticas sobre la amalgama, su creencia en la plena igualdad espiritual, moral e intelectual de la raza negra con los demás seres humanos está más allá de la duda. Según Delbert Baker, uno de los eruditos principales de la historia adventista negra, “a Elena de White se la puede llamar legítimamente la iniciadora de la obra entre los negros. Ninguna persona tuvo mayor impacto en la inclusión y en la posición de la gente negra en la Iglesia Adventista. Es imposible hablar de la historia adventista negra sin referirse constantemente a sus contribuciones. [...] Habría habido muy poca esperanza para la obra entre los negros si Elena de White no hubiera defendido la causa”.741

Como una denotación común de la palabra “amalgama” en los Estados Unidos del siglo XIX era el matrimonio interracial,742 algunos se han preguntado si ella veía al matrimonio interracial como el pecado tan grave que provocó el Diluvio.743 Esta interpretación es indefendible. Ella aconsejaba en contra del matrimonio interracial no sobre la base de que fuera inherentemente pecaminoso, sino a causa de las dificultades sociales que, en una sociedad posesclavista, hostil y segregada, enfrentarían ese matrimonio y, en especial, los hijos pues en esa cultura sentían, a menudo, que no eran aceptados plenamente por ninguna de las razas (MS 2:426-428). Sin embargo, ella no criticó el matrimonio interracial por motivos morales o teológicos (PP 402, 403).

Debido a la brevedad y a la ambigüedad inherente de las declaraciones de Elena de White sobre la amalgama, y el hecho de que ella nunca aclaró públicamente su significado, varias de las interpretaciones dadas podrían ser viables. Desde la perspectiva de la ciencia actual, ninguna es irrazonable. Las quimeras genéticas humano-animales hoy se las hace rutinariamente en laboratorios de biología molecular.744 Más polémicas son las quimeras hechas de células provenientes de embriones humanos y de embriones animales.745 Irónicamente, desde una perspectiva científica, el problema con estas declaraciones sobre la amalgama no es que puedan no ser ciertas, sino que hay tantas maneras en que podrían ser ciertas que es difícil descifrar con exactitud qué quiso decir ella.

Declaración 12. La masturbación: Elena de White advirtió repetidamente contra esta práctica, describiendo sus consecuencias potenciales para la salud física, mental y moral (ver TI 2:311, 323, 349, 350, 358-366, 417, 418, 427; 4:99; 5:73, 85; CN 420, 421, 434, 435).746 Una cuestión importante es el significado exacto del lenguaje de Elena de White. Ella no usó la palabra “masturbación”, que tiene una definición precisa. Al usar los eufemismos victorianos “vicio secreto”, “vicio solitario” y “abuso propio”, ¿se refería a la masturbación ocasional o principalmente a la habitual masturbación compulsiva? Parte de su lenguaje indica una “práctica” repetitiva, habitual (ApM 18). Si ella quería decir masturbación compulsiva, entonces algunas de sus descripciones respecto de sus efectos físicos concuerdan con lo que los especialistas contemporáneos dicen sobre la adicción sexual. Por ejemplo, según el terapeuta Robert Weiss, la masturbación frecuente estimula distintas reacciones químicas en el cuerpo que “resultan en la sobreproducción de hormonas sexuales y de neurotransmisores”. Esta situación crea un “gran cambio de la química del cuerpo”.747 El psicólogo William M. Struthers, autor de Wired for Intimacy: How Pornography Hijacks the Male Brain, declara que la “masturbación es jugar con fuego neuroquímico” porque “afecta a la persona en lo emocional y en lo neurológico”. Citando varios estudios científicos, Struthers declara que los hombres que se masturban compulsivamente “sufren depresión, problemas de memo­ria, falta de enfoque, problemas de concentración, fatiga, dolor de espalda, erecciones reducidas, eyaculación prematura, y dolor pélvico o testicular”.748 Quizá la ciencia solo está empezando a descubrir el impacto de la masturbación compulsiva en el ser físico.

Una característica destacable del consejo de Elena de White sobre la masturbación es la canti­dad de veces que ella usa la palabra “mente”, como si “fuese más lo que compromete a la mente que lo que involucra lo puramente físico”. 749 Por ejemplo, ella escribió que “los pensamientos impuros toman y controlan la imaginación, y fascinan la mente”, y que la “mente disfruta en contemplar escenas que despiertan las pasiones más bajas y viles”. Esto da como resultado una “imaginación corrupta”. Así, “la primera obra de la reforma es purificar la imaginación”. La “mente debe ser estimulada a favor de lo que es correcto” (ver ApM 1-32; CN 414-445; TI 2:310-367, 416-419). Este énfasis en los procesos de pensamiento es de particular relevancia para los cristianos del siglo XXI, que viven en una cultura “saturada con pornografía”.750

Otros factores por los cuales la masturbación podría afectar la salud mental van del gasto excesivo de energía nerviosa a las deficiencias nutricionales. Una autoridad en la nutrición del zinc, el Dr. C. C. Pfeifer, escribió: “Odiamos decirlo pero, en un adolescente con deficiencia de zinc, la excitación sexual y la masturbación excesiva podrían precipitar la demencia”.751 Otro investigador, el Dr. D. F. Harrobin, concordó: “¡Es aun posible, dada la importancia del zinc para el cerebro, que los moralistas del siglo XIX estuvieran en lo correcto cuando decían que la masturbación repetida podría volverlo loco [demente] a uno!”752

Respecto del efecto de la masturbación en el desarrollo moral y espiritual, la enseñanza de Cristo de que los pensamientos lujuriosos constituyen una violación del séptimo mandamiento (Mat. 5:28) seguramente tiene implicancias para la práctica habitual de la masturbación.

El punto por el que más se ridiculiza a Elena de White son sus declaraciones sobre los efectos potenciales de la masturbación en la salud física. En su primera discusión del tema (en Appeal to Mothers, 1864), ella escribió, por ejemplo, que la práctica continua puede afectar “el hígado y los pulmones”, y causar “neuralgia, reumatismo, afección de la columna vertebral, riñones enfermos y humores cancerosos” (p. 18).753 En otro momento, ella dijo que puede dañar los ojos y los músculos, y causar fatiga, dolor de cabeza y enfermedades de casi toda descripción (TI 2:358, 360, 427; CN 420). En 1876, ella escribió: “El vicio solitario está matando a miles, y aun a decenas de miles” (TI 4:99). Los críticos argumentan que la ciencia moderna no confirmó ninguna de estas afirmaciones y que, por lo tanto, Elena de White era hija de su tiempo, reflejando a los médicos y a los moralistas de su época, que creían incorrectamente que ese “vicio solitario” era responsable por la mayoría de los males físicos y mentales.754

Aunque es cierto que, respecto de la masturbación, hay muchas similitudes entre las enseñanzas de Elena de White y las de los médicos de su época, hay también diferencias significativas.755 Por ejemplo, en ninguna parte de su consejo sobre el vicio secreto ella abogó alguna vez por las formas extremas de cura usadas por los médicos, como la circuncisión, los cinturones de castidad, los medicamentos fuertes y la clitoridectomía. Ella tampoco recomendó el uso de vendajes en los órganos sexuales a la noche o atar las manos al pilar de la cama.756 Sus remedios eran sencillos: una dieta saludable, ejercicio, arrepentimiento, supervisión parental apropiada y evitar la literatura estimulante en lo sexual.757

Sin embargo, hasta la fecha ninguna investigación científica conectó la masturbación con órganos enfermos, con cáncer o con muertes. Ante la ausencia de pruebas científicas claras que apoyen las declaraciones de Elena de White sobre los resultados físicos de la masturbación, hay por lo menos dos opciones interpretativas para los estudiantes de sus escritos. Una es considerar que tanto el consejo de Elena de White como su explicación son esencialmente correctos, con la expectativa de que el avance de la ciencia al final confirme que ella tenía razón. En varias cuestiones importantes de salud –incluyendo el tabaco como causa de cáncer, las ventajas de la dieta vegetariana y los peligros de que hombres mayores engendren hijos–, su consejo parecía, al principio, estar equivocado pero, al final, se descubrió que era verdadero.

Una segunda opción interpretativa sería diferenciar entre la instrucción y la explicación, considerando como verdadera la instrucción, pero que ella apoyaba con fuentes contemporáneas que exageraban sus consecuencias. Esta opinión argumentaría que, así como Elena de White hizo una revisión final de ciertos detalles históricos en *El conflicto de los siglos, para que se ajustara mejor a los datos históricos, ella también podría haber actualizado algunas de sus declaraciones sobre las consecuencias físicos de la masturbación si todavía hubiese estado escribiendo del tema cuando había disponible mejor información. Para apoyar esta explicación, algunos citarían que sus obras posteriores presentan avances sutiles en su pensamiento. Por ejemplo, aunque El ministerio de curación (1905) menciona “vicio” en contextos paralelos a los de sus declaraciones anteriores (MC 173), la referencia explícita a la masturbación y la lista de enfermedades resultantes están ausentes. Esta opción interpretativa vería su consejo sobre la masturbación como un ejemplo de su adopción de ideas comúnmente aceptadas para reforzar un buen consejo. Aun si se pudiera demostrar que la explicación de Elena de White de los efectos físicos de la masturbación es exagerada, la instrucción básica permanece válida: para los cristianos que están luchando por la santidad, la masturbación representa una gratificación egoísta que no alcanza el ideal de Dios y, como tal, es perjudicial en lo moral y en lo espiritual.758 Además, si la salud espiritual y mental influyen directamente en la salud física, entonces se deduce que la práctica adictiva del sexo autoestimulado también sería perjudicial para la salud física.

Enciclopedia de Elena G. de White

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