Читать книгу Guillermo Buitrago: Precursor de la música vallenata - Édgar Caballero Elías - Страница 17
En la radio
ОглавлениеFue para entonces cuando comenzó a frecuentar los lados de la emisora Ecos del Córdoba, de Víctor Roberto Pereira Zamora, que ya hacía transmisiones en el segundo piso del palacio municipal, en oficina donde funcionó la Biblioteca Pedro Bonett Camargo.
La emisora había sido fundada por Víctor Roberto el 24 de junio de 1935, fecha del fallecimiento en Medellín de Carlos Gardel. Fue la noticia con que se inauguró la emisora, cuya autorización para operar la otorgó Manuel Vives Barranco, entonces presidente del Concejo del municipio.
En ella trabajaron Antonio y Enrique Campo Núñez, Juancho Ortega y Darío Torregrosa Pérez. Debido a una crítica al escudo de Ciénaga, formulada por Amadeo Mazzilli (colocado entonces en la parte superior del palacio municipal), el alcalde, Luis Jorge Lafaurie, que la consideró de mal gusto, la emisora tuvo que desocupar el amplio salón donde funcionaba en la Alcaldía. Enfadado, le pidió a los dueños de la emisora que retiraran esos garrafones del palacio, en una clara alusión a los altoparlantes.
Se trasladaron, entonces, a la casa de los padres de Ramón Ropaín (notable pianista cienaguero), Clemente Ropaín y Delia Elías, en la calle Antioquia, callejón Popayán, esquina, al sur de la Plaza del Centenario.
La emisora salió al aire con el nombre de Ondas del Magdalena, identificada con las letras H.J.B.E., en la frecuencia 1.460 kc., y empezó a emitir el programa La Hora Artístico-literaria, fundado por el intelectual Darío Torregrosa Pérez, el 18 de diciembre de 1938 (Revista Costamar, 1941). El programa era un pregonero cultural que se hacía todos los domingos a partir de las 8:30 a.m. y se escuchaba por los altoparlantes instalados en el Teatro Trianón y en la Librería Danón, o sintonizando la emisora por medio del radio.
Amplificando o retransmitiendo en la casa de Calixto Bayona V., en el callejón Bucaramanga, lograron llevar la transmisión a los playones de Aguacoca, al sur de Ciénaga, donde acondicionaron un radioteatro, que sería esencial en la vida de los jóvenes músicos de entonces, en especial de Buitrago. Era un amplio caserón de madera, con techos de zinc, dos grandes corredores y un inmenso portón. Esta casa era conocida como El Hipódromo, porque las carreras de caballos, que se hacían en los playones de Aguacoca, arrancaban de ese lugar.
Finalmente, la emisora, ya con el nombre de La Voz de Ciénaga, se estableció en el callejón de las Flores, entre las calles Antioquia y Cauca, en una casa de madera y techo de teja, cuyo propietario era el mismo Víctor Roberto Pereira.