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Presentación

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Joaquín Viloria De la Hoz

Al cumplirse 100 años del natalicio de Guillermo Buitrago, la Universidad del Magdalena, con el apoyo del Centro Cultural del Banco de la República de Santa Marta, decidieron reeditar esta obra de Edgar Caballero Elías, publicada por primera vez hace más de dos décadas. Para esta reedición, Chichi Caballero revisó ese primer trabajo rico en información, pero carente de una rigurosa corrección de estilo (Samper Pizano, 2000). Este nuevo libro ha sido enriquecido no solo con información adicional, sino además con una escritura más limpia, fotografías poco conocidas y bibliografía actualizada.

Guillermo Buitrago nació en Ciénaga, cuando esta ciudad estaba en pleno furor bananero bajo el monopolio de la multinacional estadounidense United Fruit Company - UFCo. En los inicios de la bonanza, en la primera década del siglo XX, muchas de las antiguas casas de Ciénaga fueron demolidas y remplazadas por unas construcciones de estilo republicano, bajo la dirección de un arquitecto norteamericano recomendado por la UFCo. Esas nuevas construcciones donde pasaron a vivir los terratenientes cienagueros y los comerciantes llegados de todas partes, configuraron el centro histórico de Ciénaga que varias décadas después sería declarado Monumento Nacional y Pueblo Patrimonio.

Ciénaga fue el municipio de mayor población y dinámica comercial del departamento del Magdalena durante el siglo XIX y gran parte del XX. Las bonanzas tabacalera y bananera generaron un flujo migratorio desde las diferentes regiones colombianas, y también del exterior, hacia Ciénaga y toda la zona agrícola que se extendía desde esta población hasta Fundación (Viloria, 2009). Durante el boom bananero llegaron de la Guajira y la Mojana los padres de Gabriel García Márquez (1927-2014), del Tolima la familia de Leo Matiz (1917-1998) y de Antioquia el padre de Guillermo Buitrago (1920-1949), para solo citar a estos tres personajes. Pero también llegaron los españoles Ramón Vinyes, el Sabio catalán de Cien años de Soledad, y el comerciante Agapito Clavería, en cuya tienda trabajó Roberto Buitrago, el padre de Guillermo.

La madre de Guillermo Buitrago fue la cienaguera Teresa Henríquez de la Hoz. Su familia paterna fueron judíos sefardíes que llegaron a Ciénaga a mediados del siglo XIX. En ese período, la subregión agrícola se abrió al mercado internacional, cuando algunos empresarios europeos y otros locales aprovecharon el fin del estanco del tabaco para iniciar los cultivos de la hoja. Uno de esos fue Jacob Henríquez de Pool, judío sefardí de padres curazaleños, quien conformó junto con otros empresarios una sociedad para cultivar tabaco y exportarlo a Alemania. Por su parte, la familia De la Hoz tenía una larga tradición en la subregión del Bajo Magdalena, en poblaciones como Sabanalarga, Soledad, El Piñón o Ciénaga, donde se destacaron algunos de sus miembros como médicos, ganaderos, comerciantes o telegrafistas. Ese fue el entorno familiar que encontró Guillermo al nacer: un padre antioqueño, comerciante como casi todos, quien abandonó a su familia costeña y se remontó de nuevo en tierras andinas. Una madre cienaguera que se hizo carga de toda la prole de sus siete pequeños hijos.

Guillermo creció en una ciudad que era tanto el epicentro de la economía bananera, así como portadora de una tradición musical que se enriqueció con los aportes de las migraciones que pasaron por allí de tiempo atrás. Así, por ejemplo, la pequeña colonia cubana que se estableció en Ciénaga a finales del siglo XIX trajo consigo parte de su cultura musical, que luego fue difundida desde las primeras décadas del siglo XX por los discos en acetato y la radio. Los cubanos también fueron los encargados de introducir el negocio de las “academias de baile”, que funcionaban como unos burdeles encubiertos donde se producía música para banda con letras picantes. En estas “academias” trabajaron y dieron sus primeros pasos músicos como Eulalio Meléndez, Lucho Bermúdez, Andrés Paz Barros, Antonio María Peñaloza y Humberto Daza, entre otros (Moscarella, 2002). Además de los anteriores, en esta subregión desarrollaron parte de su carrera musical artistas como Esteban Montaño, Julio Bovea, Pacho Rada, Abel Antonio Villa y Luís Enrique Martínez, entre otros.

Cuando Buitrago se hizo músico y empezó a crecer su fama, salió de Ciénaga para hacer presentaciones en Santa Marta, Fundación, Barranquilla, Cartagena y Valledupar, entre otras poblaciones. En Valledupar conoció a compositores como Rafael Escalona y Tobías Enrique Pumarejo, grabando por primera vez la música provinciana de carácter rural, llevándola a escenarios urbanos como Barranquilla, Cartagena, Bogotá y otras ciudades. Es por eso que Buitrago ha sido considerado como el precursor de la música vallenata, al grabarla en su estilo característico con guitarra en 1943. Al año siguiente Abel Antonio Villa hace la primera grabación con acordeón, en cuyo conjunto también estuvo Buitrago con su guitarra (Viloria, 2018).

Los orígenes de ese estilo híbrido de Buitrago de cantar y de tocar la guitarra se puede encontrar en la tradición musical cienaguera, que se remonta hasta finales del siglo XIX con Eulalio Melédez; a la influencia cubana que dejaron los inmigrantes que llegaron a la región, así como a los discos y emisoras cubanas que se sintonizaban en Ciénaga y todo el Caribe colombiano; al ancestro andino de su padre y muchos de los comerciantes de Ciénaga, que trajeron consigo la tradición musical de su terruño y la música provinciana del Magdalena presente en Ciénaga.

El libro de Edgar Caballero Elías nos muestra unas facetas de Buitrago como precursor no solo de la música provinciana o vallenata, sino de otros proyectos poco conocidos como periodista y publicista. Es así como Buitrago editó unas publicaciones que él mismo producía y vendía puerta a puerta y grabó jingles que varias empresas de Ciénaga, Santa Marta, Barranquilla y Cúcuta le contrataron al Jilguero de la Sierra Nevada, como lo bautizó el empresario cartagenero Antonio Fuentes.

Cuando estaba en un momento creciente de su carrera y con el proyecto de internacionalizar su música, Guillermo Buitrago murió en 1949, a la edad de 29 años. El vallenato apenas empezaba a consolidarse y en las dos décadas siguientes el acordeón se impuso como el instrumento líder de este género musical, desplazando la guitarra a un segundo plano. Siete décadas después de la muerte de Buitrago su música sigue viva, principalmente en época de fin de año, y en Ciénaga se celebra desde hace varios años el Festival de Música con Guitarra Guillermo Buitrago. Larga vida y buena salud para este Festival.

Guillermo Buitrago: Precursor de la música vallenata

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