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El Garcípolo
ОглавлениеGuillermo Buitrago fue una persona de pocas bromas. Sin embargo, no escapó a ellas. Una muy recordaba aún, ocurrió en casa de Manuel Meza Fonseca, en el callejón Enciso, entre calles Santander y Magdalena.
El 16 de enero, cumpleaños de Alicia, Pablo, su hermano mayor, regresó de la finca en donde había estado de cacería con unos amigos, comentaba Arturo, hijo del viejo Meza. Encontró una agradable reunión, amenizada por Bienvenido Martínez y Guillermo Buitrago. A eso de las once o doce de la noche, cuando todos disfrutaban de la fiesta y estaban en lo mejor, a Pablo se le ocurrió organizar un sancocho con la presa que había traído de la cacería.
La presa era un pájaro grande, apetecido por la familia, un Garcípolo que había apartado, premeditadamente, para que se lo comiera Buitrago. Guillermo degustó el plato mientras los otros, entre risas y chistes, empezaron a llamarlo Garcípolo, no solo por habérselo comido, sino porque ambos (el pájaro y Buitrago) tenían una característica común: los dos tenían el cuello largo. Al principio Guillermo quiso molestarse, pero finalmente aceptó la broma, como aceptó también repetir del suculento sancocho.
Es posible que haya aceptado la broma, termina diciendo Arturo, por la amistad tan familiar que los unía a ellos, especialmente con don Manuel y Marcelina Jerónimo, a quien cariñosamente llamaban Chela.