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Capítulo I

Ciénaga

El nido de El Jilguero

Ciénaga está situada sobre una inmensa planicie salitrosa, en un valle fértil, circunscrito al norte por el mar Caribe y el río Córdoba, al este por las estribaciones de la Sierra Nevada, al oeste por la laguna del Pueblo Viejo y la gran albufera llamada Ciénaga Grande y al sur por el río Frío. Goza de una localización privilegiada. Dista veintiocho kilómetros de Santa Marta, setenta de Fundación y sesenta de Barranquilla, la capital de la región Caribe de Colombia. El Centro Histórico y algunas de sus edificaciones son Monumento Nacional desde diciembre de 1994. En la Plaza del Centenario están situados la Iglesia San Juan Bautista, el palacio de gobierno y el templete: estos últimos construidos en las primeras décadas del siglo XX, en pleno esplendor del negocio bananero (Correa, 1996). La Plaza del Centenario, con el templete en el centro de su estrella masónica, fue diseñada y construida para celebrar los cien años de vida republicana del país.

En esta población, en 1920, nació Guillermo Buitrago. Ciénaga era para esta fecha la capital del lucrativo negocio del banano y vivía un acelerado proceso de crecimiento urbano, demográfico y comercial.

El auge del banano favoreció una masiva inmigración tanto de extranjeros como de colombianos de otras regiones del país, atraídos por el dinero y los espejismos del banano. Se empezaban a sentir, sin embargo, los malestares del monopolio bananero de la United Fruit Company entre pequeños propietarios, colonos, comerciantes y obreros que, luego de varios intentos de huelgas, desembocó en la Masacre de obreros de 1928, ocurrida en la plaza de la estación del ferrocarril, acontecimiento que el niño siguió en las voces y los temores de mayores y vecinos.

En este ambiente de crecimiento y tensiones llega el padre de Buitrago a Ciénaga, en donde conocerá y desposará a la madre del futuro compositor y cantante. Su niñez y adolescencia las vivió, pues, en una ciudad que se caracterizaba por contar con varios periódicos, compositores, músicos y poetas, algunos de renombre como Gregorio Castañeda Aragón, el Poeta el Mar. Un ambiente sin duda favorable para el desarrollo artístico de un muchacho de sus aspiraciones y que encontró en las emisoras, fundadas a principios de los años treinta, una valiosa plataforma de lanzamiento.

Un lugar llamado La Manglaria

La Manglaria era un amplio playón del barrio Carreño adonde en el pasado llegaban a descansar pescadores y cortadores de leña, luego de extenuantes jornadas en los caños de la Ciénaga Grande y en sus selvas de mangles. Allí, al amparo de enramadas y ranchos improvisados, el barrio creció al establecerse en sus predios obreros del banano, empleados del ferrocarril y trabajadores del puerto fluvial que permitía el comercio y tráfico de pasajeros con la pujante Barranquilla.

Quedaba al sur de la ciudad, al final del viejo callejón Olivo (Carrera 6) con la calle 24, y debía el nombre a la gran cantidad de mangles que había en el lugar. Era el más musical de los barrios de Ciénaga: lugar de cumbias y festejos.

Toda una larga lista de importantes músicos vivía allí o se reunía en el sector. Algunos de ellos fueron: Enrique Álvarez, Juan Martínez, José Rosario Caguana, Gustavo Rada, el profesor Marcos Guillot Sánchez, Esteban Montaño, Manuel Yépez, Agustín Polo, Tomas Fandiño, Abelardo Carbonó Lobo, José Rodríguez, Leopoldo Sierra, el maestro Jorge López Palmarini, Santiago Padilla. Algunos vivían allí y eran humildes pescadores.

Gustavo Rada, por ejemplo, es el autor de “La araña pelúa”, cuya anécdota central sucedió durante un agasajo en su casa y a la que asistió Buitrago. Esteban Montaño, oriundo del vecino municipio de Puebloviejo, es el autor de la letra de “La cumbia cienaguera”, del paseo “Por ella”1 y sería uno de los rivales musicales de Buitrago, con quien sostuvo varias piquerias en un teatro de la ciudad. Buitrago le grabó el paseo “Buitrago me tiene un pique” y el merengue “Las contradicciones”.

La idea de La Manglaria, como nombre para el barrio, nació gracias al poeta Armando Torregrosa Pérez, quien un día, al calor de unos tragos y entusiasmado con aquellas reuniones de músicos, exclamó: “¡Ahí tenéis La Manglaria! ¡Viva La Manglaria!” A lo que todos contestaron: “¡Viva La Manglaria! ¡Viva La Manglaria!”.

Buitrago, como buen amante a la música, una vez conoció el lugar, empezó a frecuentarlo. El barrio fue significativo para la música de la región y para Buitrago. Algunos conocedores, ganados por el estilo musical de Buitrago, coincidían en afirmar que su llamativo estilo al componer e interpretar le debía mucho a la alegría y el picante de los músicos de La Manglaria.

La Manglaria fue, en todo caso, un sector muy importante para la música popular de Ciénaga y la de Guillermo Buitrago en especial: música sencilla, alegre, con ritmo que se componía casi de oído y con una letra auténtica, llena de gracia, en la que se relataban hechos de la vida cotidiana.

César Castro Hernández, músico y compositor cienaguero, en homenaje al popular barrio sureño de Ciénaga, compuso, en ritmo de paseo, un tema de nombre homólogo, cuya letra transcribo:

La Manglaria

En la región sur de este municipio

se encuentra allí una zona que la llaman La Manglaria

unos me dicen yo preparo mi atarraya

para buscar lo que solicito.

Entonces cantemos a La Manglaria

a esta zona que es muy linda de adornarla

cantaremos todos emocionados, tocaremos con toda la alegría

y tocaremos armonía para este suelo idolatrado.

Por allá juntico está el barrio de los pescadores

que al atardecer se marchan complacidos

cuando está muy lejos se escuchan los rumores

de ese mar que vive embravecido.

Cantaremos todos emocionados

tocaremos con toda la alegría

y tocaremos armonía

para este suelo idolatrado.

Carlos Matheus es un mozo inteligente

Armoniza entre nosotros la música en la guitarra

nos dice que llevará en su mente

que llegue a la meta La Manglaria.

La ciudad de los pianos y las guitarras

Buitrago nació y creció en una ciudad en franco crecimiento, con una rica tradición cultural y musical asentada, reconocida en la región y el país (Caneva, 1998). Nace en una ciudad con destacados compositores y músicos como Eulalio Meléndez (el célebre autor de la música del Caimán y de “La piña madura”), Dámaso Hernández y Andrés Paz Barros: compositor de la famosa “Cumbia cienaguera”, a quien trató y de quien interpretó, entre otras piezas, el paseo “Dame tu mujer José”, inspirado en un motivo pícaro sucedido a un amigo2 de Paz Barros en Sevilla, trabajador de la United Fruit Company.

Esta tradición empezó a forjarse medio siglo antes de nacer el músico y es fácil de rastrear cuando se estudian los antecedentes musicales de Eulalio Meléndez, quien aprendió a tocar piano bajo la tutela del músico José C. Alarcón, padre del gran pianista colombiano Honorio Alarcón. Meléndez, que murió en Ciénaga en 1916, a la edad de setenta años, es el autor de una canción que Buitrago haría famosa, “La piña madura”, que compuso en 1881, con motivo del agasajo que la sociedad de Ciénaga le ofreció al ingeniero, político y novelista Jorge Isaac, que investigaba la existencia de minas al sur del municipio. Meléndez, quien dirigió bandas en distintos puntos de la región y creó una escuela de música en Ciénaga (en 1906), compuso la emblemática pieza “El helado de leche”, especie de himno de la sociedad samaria. Paz Barros, alumno y seguidor de Meléndez y sus hijos, pondrá a disposición de Buitrago temas suyos a los que éste, con fino instinto musical, les mejoró las letras o les puso letras y grabó, como sucedió con la canción “Por el amor de Claudia”, en cuyos arreglos Paz participó y cuyo título inicial era “De Ciénaga a Santa Marta”, según el músico le comentó al investigador Guillermo Henríquez Torres a principios de los años setenta del siglo pasado.

Esta tradición cultural y musical de Ciénaga es la que Buitrago canaliza y catapulta de manera intensa en el último lustro de los años cuarenta. Esta tradición musical culta y popular a la vez, con el piano y la guitarra como instrumentos nucleares, explica que en Ciénaga haya habido un gran aprecio por la música y hasta una academia dedicada a formar músicos en los años veinte y treinta del siglo XX, institución en la que estudió un muchacho humilde, zapatero de oficio, Andrés Paz Barros: músico de pentagrama, como también lo fue Dámaso Hernández, quien llegó a ser subdirector de la Banda de Música de la Policía del Atlántico. Ciénaga era, ciertamente, la ciudad de los espejismos y los pianos, que tocaban por igual hombres y mujeres de las familias pudientes3, enriquecidas en el comercio y en los cultivos y explotación de la madera, la caña de azúcar, el tabaco y el cacao, mucho antes de la aparición y la hojarasca del banano, a finales del mismo siglo. Era también una ciudad de guitarras y de destacados guitarristas, la mayoría de ellos de origen popular, pero de sólida formación. Esta tradición la mantuvieron viva, andando el siglo XX, hombres de la talla de Efraín Burgos García4 (Burgos, s.f.) y agrupaciones como el Trío Cienaguero, para mencionar un trío con una vigencia de más de medio siglo: sobresalientes continuadores de la música de Buitrago y espejos de las posteriores generaciones de artistas de este instrumento.

1. La letra de esta canción pertenece al poeta y educador de Tasajera (Pueblo Viejo) Santiago Montaño Castro.

2. Un gringo de la empresa bananera, enamorado de la mujer del amigo de Paz Barros, se la solicita a su subalterno a cambio de una supuesta deuda monetaria. Buitrago transforma la letra, aunque deja, según Paz le explicó a Guillermo Henríquez (1970), el nombre del amigo: José.

3. Una de ella es la célebre Juanita Monsalvo, quien, en 1865, a los dieciocho años, migró a Valledupar, donde enseñó solfeo y piano a los hijos e hijas de la élite. Ella dio origen a una rica tradición de músicos y compositores, como reconoce un bisnieto suyo, Efraín Quintero Molina, en crónicas aparecidas en el diario El Pilón de Valledupar en fechas recientes (2020).

4. Efraín Burgos fue uno de los grandes ejecutantes de la guitarra en su tiempo. Hizo vida europea en la segunda mitad de los años sesenta. Se presentó varias veces en el Teatro Olympia de París, ciudad donde vivió. Es el heredero de una tradición de reconocidos guitarristas cienagueros: José y Domingo Mazilli Ribón, Alfonso Cayón, Marcos Guillot Sánchez, José Hilario Castro, Santiago Padilla, Hispano Góngora y Efraín González. Fue alumno de Andrés Paz Barros a finales de los años cincuenta. Murió en Ciénaga, en 1995, ciudad en donde naciera en 1938. Actuó en las orquestas de los Hermanos Martelos y en la Tropibomba, entre otras agrupaciones. Muy joven, en Girardot, conoció al bolerista colombiano Tito Cortés, con quien anduvo de gira un corto tiempo.

Guillermo Buitrago: Precursor de la música vallenata

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