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Las cuatro ideologías de la modernidad versus los estados ampliados de conciencia
ОглавлениеComo bien ha señalado Walter Mignolo, el pensamiento único no es solo del neoliberalismo de los últimos cuarenta años, sino el cristiano y neocristiano, liberal y neoliberal, conservador y neoconservador, marxista y neomarxista de la primera fase de la modernidad colonialista (a partir de 1492) y la segunda fase (1884 a 1970 y sus cambios hasta hoy).
La pensé unique (o la monocultura de la mente, en la expresión de Vandana Shiva) es la totalidad de los tres (o cuatro) principales macrorrelatos de la civilización occidental con sus lenguas imperiales (inglés, alemán, francés, italiano, español, portugués) y sus bases griegas y latinas. Para desprenderse de la matriz colonial del poder y la lógica de la colonialidad organizada en pensé unique (o la monocultura de la mente) es necesario instalarse en una epistemología fronteriza, y en alternativas a la modernidad (y no en modernidades alternativas): esto es, el desprendimiento y el proceso de descolonización tienen por horizonte un mundo transmoderno, global y diverso. (Mignolo, 2008: 27)
Es evidente que en la situación de crisis planetaria contemporánea (destrucción de ecosistemas y biodiversidad, cambio climático, pandemias, explotación abusiva de recursos no renovables, contaminación, deforestación y desertización, adicciones, desigualdad absoluta), sin salidas prontas manifiestas por delante, ha tenido mucho que ver la imposición de los universales abstractos occidentales (cristiandad, liberalismo, marxismo) con una misma lógica fundamentalista e imperial. Por eso los diferentes autores del llamado “giro decolonial” o “red de modernidad/colonialidad” focalizan en las dichas alternativas del pensamiento fronterizo, las luchas de los movimientos sociales (étnicos, feministas, de liberación, de minorías sexuales) y los restos de saberes y filosofías no modernas, no desintegradas totalmente por el colonialismo y la subsiguiente colonialidad del poder y el saber. Sin embargo, la relevancia de los sistemas epistémicos y espirituales basados en EAC no ha sido claramente expuesta en los desarrollos de esta red intelectual.
Por lo tanto, se hace preciso destacar cómo las “políticas teológicas y las políticas egológicas del conocimiento y el entendimiento” –y hoy día las “organo-lógicas”– (Mignolo, 2008: 35) han perseguido, hostigado, prohibido, silenciado, disfrazado y exterminado muy particularmente a los mencionados sistemas cognitivos y de sentido que integran más de un estado de conciencia. Quedará incluso más claro por qué algunas de estas ideologías ofrecieron un contenido “emancipador” diferente, mas no una lógica diferente (Mignolo, 2003: 210-215; 2008: 39).
Es decir que la retórica de la modernidad y la matriz colonial del poder y del saber no solo se han dejado sentir –como afirmó Aníbal Quijano (1992, 1997)– en la privatización y explotación de la tierra y la mano de obra, el control autoritario, el control del género y la sexualidad y el control de la subjetividad (los valores de la cristiandad, el modelo iluminista de sujeto, etc.). Relacionado a este último dominio, la represión, el control y la erradicación de los procedimientos chamánicos y usos de EAC prácticamente no ha sido explícitamente remarcado, aunque se pueda decir que es una cara implícita en aquellos trabajos fundantes. Y, vinculado por supuesto con estos sistemas, filosofías, y terapias tradicionales que en ciertos lugares han sido aniquilados por completo, está el quinto aspecto, agregado por los estudios de Edgardo Lander (1997, 2002): el control de la naturaleza y los recursos naturales.
El hecho de que nunca se pusiera énfasis en los EAC como un paradigma otro silenciado (y muchísimo menos se resalte a los sistemas de pensamiento polifásicos tradicionales que los incluyen como “decolonizadores mentales per se”) es parte de la dificultad misma del “desprendimiento” y de alumbrar ideas “fronterizas”. Ninguno de estos intelectuales ha tenido experiencias sostenidas y profundas en tal sentido, y la matriz moderna aún se refleja en muchos académicos (favorables o no a estas posturas sociológicas), a través de prejuicios eurocentrados, desinformación y sospechas monofásicas, al decir de Laughlin. Por otra parte –ya hemos insistido en esto–, los intelectuales “transpersonalistas” (y varios famosos escritores del “ambiente de los psicodélicos” como vulgarmente se alude sobre todo en Europa y Estados Unidos) por supuesto tienen la experiencia transformadora, que los ha hecho revalorizar los diferentes beneficios de una regulada alterconciencia. Sin embargo, casi todos ellos piensan y sienten desde el Norte global (¿modernidades alternativas?). No afirmo que no sean progresistas, y entiendo que sus vidas han sido profundamente sacudidas de lo más pernicioso de la episteme moderna, siendo pioneros y adalides en modificar ciertas visiones occidentalistas, pero el locus de enunciación, los colores, ethos y habitus de las oficinas y los laboratorios del saber superior de Estados Unidos y la Europa imperial, no son iguales al locus de enunciación, los colores, ethos y habitus de las historias locales de las oficinas del saber “subalterno” y “subdesarrollado”, y están claramente alejados años luz de una realidad como la wichí del noroeste argentino, por poner un ejemplo, cuyos sabios vegetalistas y maestros del éxtasis casi han desaparecido, al tiempo que sus niños mueren desnutridos en un monte saqueado, talado y devastado por un silencioso, negado y continuo genocidio estatal y de la “globalización neoliberal”. Al “transpersonalismo” le hace falta un cruce con el “giro decolonial” para politizar sus descubrimientos, estudios y acciones. A la vez, sus representantes neuroquímicos son quienes menos en serio toman a la sabiduría originaria. Se fascinan con las estructuras de los enteógenos que investigan, desechando desde su moderno conocimiento hegemónico, universalizado, y parcializado, las interpretaciones de los verdaderos dueños de aquellas medicinas, “por su apego al pensamiento mágico”. No todos los “desprendimientos”, “fronteras”, y “localismos” son iguales. Probablemente porque todos estamos navegando en un confuso vacío posmoderno, aun peligrosamente cerca de la colonialidad moderna, y muy, muy lejos de la esperanzada transmodernidad postulada por Enrique Dussel.
El agotamiento de la modernidad es, para Boaventura de Sousa Santos (2010, 2011; Santos y Meneses, 2009), en la medida en que la civilización neoliberal impone cada vez más el principio “regulador” de la modernidad y por un agotamiento de las ideologías modernas (cristianismo, conservadurismo, liberalismo y marxismo) para imaginar futuros posibles.
También para Walter Mignolo (2003: 35) “los principios que guían la concepción moderna del conocimiento y su estructura están sustentados en cuatro grandes ideologías y sus herencias grecolatinas: el cristianismo que fue hegemónico en Europa y en las Américas desde el siglo XVI al XVIII y las tres ideologías seculares que surgieron de la Revolución Francesa (conservadurismo, liberalismo y socialismo) El cristianismo por cierto no desaparece con la secularización. Por el contrario, se rearticula […] las críticas a esas ideologías de pensadores como Nietzsche, Freud, Heidegger o Derrida constituyen una crítica muy importante pero interior al sistema constituido por las cuatro ideologías y sus constantes cruces, siempre internos. No importa dónde se mire y cómo se mire, esas cuatro ideologías configuran la cosmovisión y la cosmología de lo que se denomina Occidente, occidentalismo. Por cierto, las cuatro ideologías se cruzan y se mezclan, a veces de manera contradictoria”.
Lo que no se dice abierta y expresamente –y venimos nosotros a manifestar sin rodeos– es que, como subsistemas de una estructura mayor –la cultura monofásica del Occidente cristiano/moderno–, las cuatro ideologías persiguieron ferozmente, y en algunos casos pudieron exterminar exitosa y completamente, chamanismos, medicinas tradicionales, formas de pensamiento transpersonalistas, filosofías extáticas y técnicas de ampliación de la conciencia con las que pueblos colonizados (y antiguas civilizaciones) mantenían una adaptación y contacto directo con la fuente que nosotros hemos perdido y que Terence McKenna (1994, 2001) llama a veces la “supermente”, a veces la “fuente de la fraternidad, imaginación y creatividad” (McKenna, 1993: 307), y que también hemos nombrado u oído nombrar como la “conciencia de Gaia”, la “otredad trascendente”, el anima mundi (neoplatónicos), la imaginatio (poetas del Romanticismo europeo), el inconsciente colectivo (Jung), el espacio imaginal (Corbin), la “realidad daimónica (Harpur, 2007); “THAT” (Acevedo, 2019:149-166; Viegas, 2018: 12, 19-20); “algo del otro lado” (Atienza, 1991: 431-446); y probablemente varios conceptos problemáticos para la etnografía como tao, mana, orenda, husek, newen, de orientales, melanesios, iroqueses, wichís, mapuches, y nociones similares de casi todas las sociedades preindustriales.
Y si hay algo que el “transpersonalismo” ha señalado tácitamente –y muy tímidamente– es que los saberes subordinados y subalternizados por quienes se creyeron en la superioridad de la teología cristiana, y la filosofía y ciencia del paradigma dualista/materialista/racionalista, después de cinco siglos de supervivencia y resistencia están volviendo a indicar las vías de futuros posibles más allá de las vías agotadas y las posibilidades que ofrecen el pensamiento y el paradigma de la modernidad, y sus críticos, desde el Renacimiento al posmodernismo (Mignolo, 2001, 2002, 2003, 2008).
Los próximos cuatro capítulos abordarán esta cuestión exhaustivamente, antes de retomar la dimensión “decolonizadora” de los propios estados ampliados de conciencia, a nivel epistémico, sexualidad/género y relación con los ecosistemas del planeta.
En este punto, consideramos a los EAC, y a sus know how originarios asociados, una herramienta de urgente exigencia para el “desprendimiento” de los aspectos más oscuros que nos ha legado la modernidad y los valores actuales de Occidente centrados en la competitividad y explotación sin límites… antes de que sea demasiado tarde para la humanidad… o, en el peor de los casos, en preparación de quienes tengan la oportunidad y el deber de empezar de nuevo… regresando de este trastocamiento absoluto que va desde la ecología planetaria hasta las profundidades del alma humana.
1. Entrevista de Diego R. Viegas, julio de 2016. Sarmiento obtuvo simbólica, simple, y sintéticamente el conocimiento de la teoría de poblamiento americano por el estrecho de Bering y al mismo tiempo la noción de 1492 como “choque de los extremos oriental y occidental” a través de una intuición en estado no ordinario de conciencia.
2. Obtuvo este conocimiento por décadas de lecturas académicas sobre historia, filosofía y antropología.
3. El antropólogo inglés Graham Townsley (2001, citado por Narby, 2009) comenta sobre la mengua de los chamanismos entre los pueblos indígenas: “Como todos sabemos, en muchas partes del mundo estos han sido violentamente pisoteados. En otros, donde los indígenas están tratando de unirse a lo que ellos perciben como el apasionante mundo del futuro, el chamanismo empieza a parecerse a la antigua fórmula del abracadabra y directamente está siendo olvidado. De un modo u otro, la llegada de la modernidad y su parafernalia es generalmente la sentencia de muerte de estas visiones del mundo diferentes, primitivas, animistas o como se las quiera llamar. El interesante reflujo de esta corriente central de la historia es que, así como las visiones «primitivas del mundo» perecen al interior del nuevo sistema mundial, están echando raíces en su centro. Para las clases medias urbanas, saturadas con la parafernalia de la modernidad y aburridas del mundo vaciado de su sentido, el chamanismo, el vudú, la brujería y todo lo primitivo de repente parece muy atractivo. Se trata, pues, de un interesante entrecruzamiento histórico. Para los llamados primitivos, los marginados y, por lo general, los carentes de poder, la promesa de la modernidad son las cosas, la comodidad y la seguridad. Para los llamados modernos, la promesa de lo primitivo es lo único que les falta –un significado para sus vidas–. Esta prisa primitiva por lo moderno y la prisa moderna por lo primitivo es una de las características raras, pero bien reconocidas, del actual panorama cultural de nuestro mundo. Y muchos de nosotros nos pasamos la vida recorriéndola”. Por su parte, la antropóloga francesa Rama Leclerc (2004, citada por Narby, 2009: 44-45) afirma que el chamanismo shipibo está cambiando rápidamente (sus palabras valen para casi todos los otros pueblos amazónicos): “Algunos chamanes jóvenes en comunidades urbanizadas incorporan plegarias cristianas en sus sesiones y también consideran que los espíritus de los animales y las plantas, de los que los chamanes tradicionales obtienen su poder, son subfuerzas creadas por un ente superior, Dios. En consecuencia, los chamanes modernos, como se llaman a sí mismos, deben establecer contacto directo con la fuente de poder superior. Como reacción, algunos chamanes viejos señalan que la generación más joven está fallando en respetar las estrictas reglas del aprendizaje y que carecen de conocimiento sobre el mundo animal”. En ese sentido en nuestras propias investigaciones en el noroeste argentino, México y Perú, hemos visto por un lado que las generaciones indígenas más jóvenes se alejan de los conocimientos tradicionales, y en ciertos casos, cuando se acercan, lo hacen muchas veces con un objetivo económico: visitar las grandes urbes, donde cualquier romanticismo “primitivo” es bien pagado. Por otro lado, las sacrificadas formaciones clásicas requeridas para un payé, un onanya, una machi, sufren limitaciones a causa de la destrucción o pérdida de los hábitats naturales, el saqueo de territorios, la carencia de ancianos maestros, la muerte prematura de posibles candidatos por desnutrición y otras enfermedades curables o prevenibles y la nefasta influencia del evangelismo colonizador e intolerante en aquellos sitios marginalizados. Por ejemplo: los abuelos de nuestro amigo don Héctor Sarmiento (aiéwuj chorote de Tartagal) podían “materializar” de algún modo los daños y las enfermedades que extraían de los pacientes en forma pública. Las circunstancias actuales no permiten que él o sus descendientes puedan hacerlo, y este tipo de poderes desaparecen al no dársele ejercicio y al no continuarse generacionalmente. Tampoco sus vecinos evangelistas le permiten cantar, por lo que sus cantos se han silenciado y solo los pronuncia en su mente. Tras sobrevivir a todos estos obstáculos y degradaciones, finalmente es posible también que ningún descendiente quiera hacerse cargo de sus poderes, con lo cual la tradición hereditaria chorote podría desaparecer en esta generación, como tantas otras. Ciertas dietas chamánicas tradicionales amazónicas precisan un aislamiento social tan pronunciado que ya han dejado de practicarse, ya que ni en la selva existen sitios de varios kilómetros a la redonda en que no haya viviendas, ruidos artificiales, industrias, caminos o personas.
4. Un concepto similar obviamente lo encontramos en todas las lenguas uroaltaicas y del norte de Asia como entre los samoyedos, chuckchis, koriacos, etc. Según los bonpos actuales del Tíbet, el término bön podría tener muchos orígenes y significados, entre ellos, “todo cuanto puede ser objeto de conocimiento” o “doctrina” (Preciado, 2003: 35). Entre los chorotes del noroeste argentino el término es aiewuj (literalmente “gran jaguar”), con relación a la astucia, habilidad e inteligencia del jaguar, su capacidad de comprensión, por lo tanto, metafóricamente “gran conocedor” o “muy sabio” (Héctor Sarmiento, comunicación personal, 2018). También es cierto que a veces los términos equivalentes a “chamán” literalmente se refieren más al rol de sanación o curación (machi en mapuzungun) o al acto de cantar (marakame en huichol o wixárica: “el que recita o canta”, según Aceves, 2009) o incluso al psicógeno o enteógeno más usado como en los términos asháninka y matsigenka para chamán (de la familia etnolingüística arawak) sheripiari y seripi´gari respectivamente, que viene a ser literalmente “el que se embriaga con tabaco”, pero también “el que conoce las cosas ocultas con tabaco” (Viegas y Berlanda, 2012: 123-127).
5. Ver xxxclairewilliamsxxx.wordpress.com
6. Agradezco los datos proporcionados para este párrafo por la colega Verónica Pernicone, miembro de la Sociedad Interamericana de Astronomía en la Cultura (SIAC).
7. Héctor Sarmiento, comunicación personal, julio de 2020. No puedo pronunciarme sobre ello ya que aún es un proceso mental que no ha divulgado completamente; simplemente, apunto el hecho.
8. No solo podemos citar las sociedades chamánicas tradicionales; casi el 90% de todas las culturas conocidas y estudiadas por la antropología. Josep María Fericgla (2020) pone el ejemplo de los tres pilares elementales de la cultura y de los valores occidentales: la Biblia, la Odisea y la Divina comedia. Los tres han surgido de estados mentales inspirados y visionarios, de mundos inconscientes y no de la mente racional.
9. Los guardianes del corazón del mundo tienen un mensaje para la humanidad (2018), documental en YouTube de Univisión Planeta. www.youtube.com
10. De acuerdo con David de Ugarte (2017), la cristiandad no solo destruyó bibliotecas y templos de los antiguos sistemas mitológicos paganos, sino muchos significados: la fides romana –el valor de la palabra dada– pasó a convertirse en “fe” opuesta a la razón. La virtus –el coraje y la superación personal–, en “virtud” asociada a la devoción y el comportamiento sexual canónico. La pietas –el respeto y la dedicación a la familia y la tribu–, en “piedad” cristiana, es decir, en exacerbación supersticiosa del culto. Sacer, generador de significado, se convirtió en “sagrado”, es decir, en sobrehumano e incuestionable bajo la nueva ideología de Estado. Y, como no podía ser de otra manera, la religio se convirtió en “religión” con todas las connotaciones que la palabra tiene para nosotros.
11. Un rescate contemporáneo del término puede verse en la reciente compilación de Frédérique Apffel-Marglin y Stefano Varese (2020).
12. La autora afirma que el mismo Lévi-Strauss anticipaba ya esta ampliación explicativa del concepto de “eficacia simbólica” cuando al final de su célebre capítulo X de Antropología estructural dice refiriéndose una vez más al paralelo entre psicoanálisis y cura chamánica: “Se trata de inducir una transformación orgánica, consistente en esencia, en una reorganización estructural, haciendo que el enfermo viva intensamente un mito y cuya estructura sería, en el plano del psiquismo inconsciente, análoga a aquella cuya formación se quiere obtener en el nivel del cuerpo. La eficacia simbólica consistiría precisamente en esta «propiedad inductora» que poseerían, unas con respecto a otras, ciertas estructuras formalmente análogas capaces de constituirse, con materiales diferentes, en diferentes niveles del ser vivo: procesos orgánicos, psiquismo inconsciente, pensamiento reflexivo”. Sin embargo, las revisiones y nuevos giros aquí apuntados a su clásica noción, sin desmentirla, arrojan un reconocimiento a los EAC, las inducciones sobre el mismo campo de la conciencia, los niveles de no localidad, e incluso más allá de la interacción entre humanos, en sanaciones observadas sobre animales (Viegas, 2016: 175), o en ritos que acompañan sucesos de sincronicidad acausal (como las danzas de la lluvia eficaces) en los que precisamente falta uno de los componentes “sugestionables” (de los tres postulados por el gran pensador francés), siendo reemplazado por la misma naturaleza (presuntamente ajena a nosotros o res externa de acuerdo con el paradigma cartesiano).
13. Al respecto, puede verse Tom Cheetham (2019).
14. Ver también la experiencia del antropólogo William H. R. Rivers en Malasia citada por Claudia Müller-Ebeling, Christian Ratsch y Wolf-Dieter Stori (2003).
15. El entrelazamiento cuántico (Quantenverschränkung) es una propiedad predicha en 1935 por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen (hipótesis EPR) en su formulación de la llamada paradoja EPR. Un conjunto de partículas entrelazadas (en su término técnico en inglés, entangled) no pueden definirse como partículas individuales con estados definidos, sino como un sistema con una función de onda única para todo el sistema, aun cuando los objetos estén separados espacialmente. Por ejemplo, es posible preparar (enlazar) dos partículas en un solo estado cuántico de espín nulo, de forma que cuando se observe que una gira hacia arriba, la otra automáticamente, de forma instantánea, recibirá una “señal” y se mostrará como girando hacia abajo, pese a la imposibilidad de predecir, según los postulados de la mecánica clásica, qué estado cuántico se observará. La paradoja EPR quedó abierta hasta que John Stewart Bell publicó sus famosas desigualdades de Bell que permitían realizar un experimento potencial que debía dar o quitar la razón a Einstein, Podolsky y Rosen. Un experimento crucial basado en el trabajo de Bell fue llevado a cabo por Alain Aspect en 1982 y mostraba sin lugar a dudas la existencia de efectos que violaban el principio de localidad en toda su extensión. El principio de localidad establece que dos objetos suficientemente alejados uno de otro no pueden influirse mutuamente de manera instantánea. Y a partir de 1982 se demostró la no localidad a nivel cuántico, en sistemas de pocas partículas. En 2014, un equipo húngaro demostró la misma correlación en muchos cuerpos. No obstante, no parece que se pueda transmitir información clásica a velocidad superior a la de la luz mediante el entrelazamiento porque no se puede transmitir ninguna información útil a más velocidad que la de la luz. Solo es posible la transmisión de información usando un conjunto de estados entrelazados en conjugación con un canal de información clásico, también llamado teleportación cuántica. Estos hechos abrieron la posibilidad a pensar, desde lo filosófico, en una unicidad básica del universo, es decir, dichas partículas en el fondo no estarían realmente separadas en un nivel implicado o más profundo de la realidad.
A nivel de aplicaciones prácticas, se buscan avances en computación cuántica, es decir, un paradigma distinto al de la computación clásica. Se basa en el uso de cúbits, una combinación de unos y ceros, en lugar de bits, en los que solo se usa el 1 o el 0, pero no pueden estar a la vez. Esto da lugar a nuevas puertas lógicas que hacen posibles nuevos algoritmos. En 2019 IBM presentó el primer ordenador cuántico para uso comercial. Otra aplicación es en criptografía cuántica, a través de láseres y fibras ópticas, y finalmente en teleportación cuántica, donde los físicos chinos en 2012 establecieron un récord al teleportar a casi 100 kilómetros de distancia el estado cuántico de un fotón, a través del aire y sin cables de fibra óptica o soporte físico.
Desde un punto de vista poético, los etnógrafos encontramos una similitud con la magia simpática o simpatética de la que habló George Frazer, y que constituye un sistema de creencia fundamental en muchas culturas tradicionales.
16. En especulaciones de fenomenología de la conciencia y física teórica, lattice refiere a un modelo en red de acuerdo con un principio holográfico de la estructura fundamental del espacio-tiempo y la conciencia. Sería una matriz energética holográfica hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría, que debe poseer una capacidad de inclusión informacional colosal para permitirle contener toda la información del universo en cada uno de sus puntos. Esta matriz holográfica de interrelaciones ha sido descripta en otras culturas con distintos nombres, entre ellos, akasha y el Collar de Perlas de Indra, y encuentra similitudes con el concepto budista sunyata (vacío); o más aún con la concepción Dzogchen de “estado primordial” o “base de todo” (ye gzhi y kun gzhi en tibetano, también traducido como “espaciosidad”: pura potencia indeterminada). A su vez, el físico David Bohm la ha denominado orden implicado, y también se conoce como campo cuántico, o, para las hipótesis especulativas de Ervin Laszlo, “campo A, psi, o metaverso”. Se trata de la visión de un orden subyacente, acausal transespacial y transtemporal y una renovada perspectiva holística del cosmos que incluye la participación cocreativa de la conciencia humana.
17. La literatura de cordel es un género popular hecho en verso y de origen tanto escrito como oral. Recibe tal nombre por haber sido distribuida en los llamados “pliegos de cordel”, cuadernillos impresos sin encuadernar y exhibidos para su venta en tendederos de cuerdas. Tuvo su origen en la península ibérica, siendo exportada a las colonias de España y Portugal, y arraigando de forma especial en Brasil. Narraba temas populares elementales, desde sucesos cotidianos hasta episodios históricos, legendarios o religiosos. Se desarrolló especialmente en la región nordeste, en los estados de Pernambuco, Paraíba y Ceará.
18. Recordemos, además, que la revolución haitiana (1791-1804) fue el primer movimiento revolucionario de América, donde se dio la única rebelión de esclavos exitosa de la historia, que luego apoyó con armas y hombres al mismísimo Simón Bolívar para que este reemprendiera la lucha independentista de América del Sur, después de tocar fondo en Jamaica, y donde la medicina tradicional, la religión vudú, sus houngan y mambo (chamanes varones y mujeres) tuvieron mucha relevancia. Las potencias del Norte global no perdonaron jamás aquella afrenta –y los cuestionamientos al sistema-mundo moderno colonial de los intelectuales haitianos que siguieron– incluso hasta hoy. Siempre nos ha asombrado que en las facultades y escuelas de antropología no se recuerde al antropólogo y diplomático Joseph-Anténor Firmin, calificado por José Martí como un “hombre extraordinario”, quien refutó en su propia época al conde de Gobineau, respondiendo a la célebre obra Sobre la desigualdad de las razas humanas (1853) del filósofo racista con su libro De l’égalité des races humaines de 1885, donde afirma que “todos los hombres tienen las mismas cualidades y faltas, sin distinción de color o formas anatómicas. Las razas son iguales” (Firmin, 2011: 91), además de predecir que en menos de cien años un presidente negro podría gobernar el país más poderoso del mundo, Estados Unidos (en aquel entonces una democracia esclavista y por lo tanto no auténtica), hecho que se cumplirá recién en 2009 con su 44° presidente, Barack Obama. Hoy sabemos también que Firmin estuvo presente en una sesión de abril de 1892 en la Sociedad de Antropología de París (fundada por Paul Broca) cuando se discutía aquella espantosa cuestión de la clasificación de cráneos, braquicéfalos o dolicocéfalos, poniendo en evidencia las absurdas argumentaciones de los sabios blancos. Su libro contiene una memorable frase final: “Yo tengo el derecho a decirle a esta antropología mentirosa: ¡no!, tú no eres una ciencia”. Por eso proponemos que, en cada escuela de antropología de América Latina, exista un cuadro con su efigie.