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PODER CON LA GENTE

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Fue imposible mantener una conversación,

todos hablaban demasiado.

YOGI BERRA

Las relaciones sociales pueden facilitar pero también impedir tu búsqueda de la excelencia. Tu habilidad para relacionarte con otros es, por ende, tan importante como tu capacidad atlética para disfrutar y triunfar en el deporte. La habilidad para relacionarse implica comprendernos a nosotros mismos y comprender a los demás, saber hablar y escuchar, y construir relaciones positivas y productivas.

Las compañeras de equipo Misty May-Treanor y Kerri Walsh Jennings son las jugadoras de beach volleyball más condecoradas de la historia. Puesto que ambas reconocen la importancia de la comunicación fluida y eficaz, trabajaron con un psicólogo del deporte antes de las Olímpiadas de 2012 para mejorar ese aspecto dentro y fuera de la cancha. El dúo dinámico batió el récord de tres medallas de oro consecutivas en Londres.

Independientemente de que practiques un deporte individual o en equipo, tu habilidad para relacionarte con otros es esencial para llevarte bien y resolver conflictos con otros: llámense entrenadores, compañeros de equipo, medios de difusión, preparadores físicos, funcionarios administrativos, rivales, familiares o amigos. A continuación encontrarás algunos consejos para desarrollar buenas destrezas sociales.

• Conoce tus derechos. No permitas que otros los vulneren. No toleres el abuso verbal, físico o sexual. Cuando la conducta de alguien vulnere tus derechos, comunícaselo de inmediato. No esperes que suceda de nuevo para manifestarlo. Lo ideal es que lo expreses de manera explícita. Del mismo modo, debes respetar los derechos de los demás.

• Estate presente cuando escuchas. Durante una conversación, brinda toda tu atención a tu interlocutor en vez de planear tu respuesta o pensar en otra cosa. Mantén una postura corporal atenta, establece contacto visual y asiente para demostrar que estás de acuerdo. Resume lo que tu interlocutor está diciendo para mostrar que entiendes. Tu capacidad de escuchar estimulará a los otros a hablar.

• Evita leer la mente. Pregúntale a tu interlocutor qué piensa, siente o experimenta en vez de expresarle lo que tú crees que siente. Del mismo modo, no dejes que otros especulen sobre lo que piensas, sientes o experimentas. Es fundamental mantener vías de comunicación abiertas y respetuosas.

• Habla de los problemas en cuanto aparecen. No permitas que un conflicto con otra persona llegue a mayores. Si es necesario, tómate un tiempo (o incluso un día) para despejar la cabeza o calmarte; después expresa cómo te sientes y lo que necesitas que el otro corrija. Esta actitud resolverá de inmediato cualquier malentendido y hará que la situación retome su cauce normal. Enojarse no sirve de nada.

• Critica el comportamiento, no a la persona. En vez de afirmar: “eres esto y aquello...”, lo que podría ser tomado como algo personal, sería más productivo preguntar: “Cuando dijiste todas esas cosas de mí delante del equipo me sentí insultado. ¿Era esa tu intención?”. Siempre conviene ser específico sobre el comportamiento que se cuestiona. Evita las generalizaciones del tipo “tú nunca...” o “tú siempre...”.

• Que la ecuanimidad sea la regla. No intentes ser perfecto ni esperes que los otros lo sean. Trata de llegar a un acuerdo cuando surjan diferencias. En tus relaciones, pregúntate: “¿Qué sería justo y razonable para ambas partes en esta situación?”. El objetivo es trabajar juntos para encontrar una solución que deje contentos a todos. Evita pensar en dicotomías del tipo correcto o incorrecto, todo o nada, malo o bueno.

La mente del campeón

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