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EL JUEGO GANADOR SE LLAMA CAMBIO

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El cambio incesante hace girar la rueda de la vida,

y así la realidad se muestra en todas sus múltiples formas.

DICHO BUDISTA

A la mayoría de las personas no les gusta el cambio, excepto al bebé que tiene el pañal mojado o la persona que necesita monedas para la máquina expendedora. Hablando en serio, los grandes cambios o los grandes reveses pueden representar la pérdida de una rutina o de una zona de confort o incluso de nuestro rol en la familia, el equipo, la organización o la comunidad. Sin embargo, los ajustes y las trancisiones son manejables.

Podemos movernos al ritmo de los cambios si mantenemos una actitud flexible. Una actitud flexible es como un arroyo que fluye. Ahora visualiza una roca que obstruye el fluir del agua: eso es una mentalidad rígida. Fluye con los cambios y encuentra la mejor manera de navegar para esquivar (o incluso aprovechar) los obstáculos en vez de desanimarte ante su presencia.

Entre los cambios más grandes que puede enfrentar un deportista están:

• ser eliminado en las preliminares,

• la transición a la universidad para un estudiante deportista,

• perder la titularidad en el equipo,

• un cambio inesperado en el entrenamiento,

• una lesión importante,

• ser transferido a otro equipo en mitad de la temporada,

• retirarse de la competencia deportiva.

Los reveses no relacionados con el deporte pueden ser:

• el divorcio de los padres,

• una muerte en la familia,

• la ruptura de una relación amorosa,

• dificultades financieras,

• conflictos con los compañeros de vivienda,

• mudanzas o desarraigos,

• desafíos académicos,

• cambio en la relación con los pares.

Ante la adversidad, las personas suelen hundirse en la vergüenza y la culpa y dejan de cuidarse. A veces proyectan su enojo hacia adentro y se vuelven autodestructivas: abusan del alcohol o de las drogas, descuidan su apariencia y sus obligaciones. Incluso pueden pelear con sus seres queridos o sus amigos para alejarlos cuando más los necesitan.

Si un cambio desfavorable o inesperado te noquea, levántate de inmediato. La respuesta del campeón es “jugar donde está el juego”. Vale decir que el campeón enfrenta proactivamente la dificultad en vez de evitarla fingiéndose inmune a la decepción. Recuerda: cuanto más evites, más tendrás para evitar. Sé proactivo —no inactivo— a la hora de enfrentar los cambios.

Haz lo correcto para mejorar lo más posible, por ejemplo, recurre a tus allegados o a un psicólogo cuando te sientas emocionalmente atascado. Valora a las personas que te rodean y pide ayuda cuando la necesites. Oblígate a retomar el camino correcto cuando hayas mentido o lastimado a otros o tengas conductas autodestructivas.

Por último, concéntrate en los básicos. Porque lo fundamental nunca cambia. Estos son:

• Cumplir tu programa de ejercicios o de entrenamiento.

• Respetar tu plan nutricional.

• Mantener un horario regular de sueño.

• Tomarte tiempo para relajarte y desconectarte.

• Sentir lo que necesitas sentir.

• Compartir tiempo de calidad con otros.

• Aprovechar las oportunidades para ayudar a otros.

• Actualizar tus metas en la vida y evitar las decisiones apresuradas.

Aunque no puedas ser titular en un área de tu vida debido a un cambio mayor o un revés de la suerte —como una enfermedad, una lesión o una pérdida—, recuerda que todavía puedes destacarte en otras áreas si exploras tus talentos.

Como hemos visto en este capítulo, para convertirte en campeón tienes que perseguir el oro —batallar contra los mejores y dar lo mejor de ti— en todas las áreas de tu vida y de tu deporte, no solo durante esas pocas horas que entrenas en la pista o haces largos en la piscina. Tu plan es realizar actos de excelencia diarios que te conduzcan a tu meta final soñada. Este es un concepto clave. Ahora que lo sabes, pregúntate: ¿estoy persiguiendo mis sueños o perdiendo el tiempo?, ¿me estoy esforzando por obtener el oro personal o me conformo con la plata?

La mente del campeón

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