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Consecuencias de la interrupción del suministro de recursos fiscales por Potosí

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La evolución de la economía de las Provincias Unidas en su conjunto no fue tan positiva como la de Buenos Aires. Por el contrario, la interrupción del comercio regional con Bolivia, Paraguay, Uruguay y el Brasil, causada por las guerras y la precaria infraestructura vial, frustró gravemente la actividad económica en el interior del país. Incluso más, Buenos Aires impuso restricciones a la navegación de las vías fluviales del Río de la Plata y las autoridades de la Aduana de Buenos Aires prácticamente monopolizaron el comercio marítimo.

En cuanto al bienestar de la población del interior, los beneficios de los bienes importados más baratos que llegaban de Buenos Aires no compensaron la escasez de recursos fiscales derivada de la interrupción de las transferencias desde Potosí y el colapso del comercio a lo largo de la Camino Real al Alto Perú.

En la época del Virreinato del Río de la Plata, había un recaudador de impuestos en cada una de las principales ciudades, pero las dos arcas más importantes se hallaban en Potosí y Buenos Aires. Potosí recaudaba más que el costo de su burocracia. En cambio, los gastos dedicados a la administración y la defensa excedieron en gran medida los ingresos recaudados por las autoridades aduaneras de Buenos Aires y por las aduanas del interior, por lo que el Alto Perú subvencionó permanentemente al resto del virreinato. Solo la firmeza política de la dominación española centralizada en los territorios americanos mantuvo a estas dos regiones, con muy diferentes intereses, funcionando como una unidad económica y política integrada. Después de la guerra de independencia, el Alto Perú no tenía motivos para seguir enviando recursos fiscales a las otras partes del antiguo virreinato, un grave revés para las finanzas de las Provincias Unidas del Río de la Plata, no tanto para Buenos Aires como para el resto del interior.

La liberalización del comercio provocó un aumento de las importaciones y al mismo tiempo, un aumento de las exportaciones de cueros y otros subproductos del ganado. No sorprende que haya habido un fuerte aumento en los ingresos generados por la Aduana de Buenos Aires. Mientras tanto, las finanzas públicas del interior del país acusaron el golpe. Asimismo, el comercio con Potosí disminuyó significativamente, por lo que escaseaban los pesos bolivianos, lo cual afectaba, sobre todo, a las provincias del interior, pues Buenos Aires recibía oro y letras de cambio en oro o libras a través del comercio de cueros con Gran Bretaña.

A los efectos de compensar la caída de ingresos, las provincias del interior aumentaron las tasas impositivas sobre las mercancías que ingresaban en sus territorios. Estos impuestos reprodujeron las viejas alcabalas bajo el dominio español, pero con el tiempo se convirtieron en un sistema ineficiente de aduanas interiores que, junto con las guerras, restringieron el comercio interno. La economía de las Provincias Unidas del Río de la Plata se transformó en un enjambre de mercados regionales fragmentados y aislados con redes comerciales más débiles de las que habían existido durante el virreinato.

Entre 1810 y 1820, Buenos Aires asumió el papel de tesorero de todas las provincias. Para financiar sus déficits, el gobierno buscó fuentes inusuales: retrasar pagos a proveedores; confiscar propiedades y bienes; y, a la larga, tomar préstamos ofrecidos por los comerciantes locales que luego utilizaron esos créditos para pagar sus obligaciones aduaneras. Cuando los gobiernos provinciales tomaron prestado dinero, lo documentaron en forma de bonos al portador, que se convirtieron en moneda de curso legal para los impuestos y más tarde circularon como dinero.

Luego de la disolución del gobierno nacional en 1820, la provincia de Buenos Aires recobró su autonomía como el resto de las provincias. Dado que la aduana estaba en su jurisdicción, Buenos Aires pudo administrar su situación fiscal. Además, algunas reformas como la creación del Banco de Buenos Aires en 1822 ayudaron a proveer financiamiento adicional sin generar inflación durante cinco años consecutivos. El acceso a los mercados de capitales también fue importante. La provincia de Buenos Aires obtuvo su primer préstamo externo de Baring Brothers por un millón de libras esterlinas. El gobierno depositó el producto de ese préstamo, destinado al pago de infraestructura, en el banco que financiaba a comerciantes y terratenientes. El banco tenía un capital limitado y sus activos eran ilíquidos pues, si bien se suponía que descontaba letras de cambio hasta 90 días, en la práctica los deudores solicitaban una continua refinanciación.

Este período de disciplina fiscal y orden monetario terminó alrededor de 1825 debido a la guerra con el Brasil. El gobierno tuvo que financiar al ejército que luchaba al este del río Uruguay, mientras sufrió una drástica caída en las recaudaciones de las aduanas debido al bloqueo del puerto de Buenos Aires por parte de los brasileños. Bajo estas circunstancias apremiantes, el gobierno decidió utilizar el préstamo obtenido de Londres y solicitó un préstamo adicional en oro al Banco de Buenos Aires, que aceptó con la condición de declarar la inconvertibilidad del papel moneda emitido. El banco se transformó en Banco Nacional y sus notas se volvieron inconvertibles.

El banco volvió a la provincia de Buenos Aires luego de la disolución del gobierno nacional en 1827 y en el mismo año se dejó de pagar el crédito a la Baring Brothers. Esta sucesión de acontecimientos llevó a Buenos Aires a entrar en un largo período de financiamiento inflacionario. Entre 1826 y 1831, el peso inconvertible sufrió una fuerte devaluación: por primera vez desde la creación del Virreinato, la inflación rondó entre el 20% y 22% anual.

Durante su primer mandato, Rosas restauró la disciplina fiscal y monetaria, estabilizando el peso inconvertible. El peso se mantuvo estable durante los dos primeros años de su segundo gobierno. Sin embargo, en 1837, las rentas aduaneras disminuyeron cuando los franceses bloquearon el puerto de Buenos Aires en apoyo de la Confederación de Perú y Bolivia, y el gobernador volvió a imprimir pesos inconvertibles para financiar el déficit fiscal. Cerró el Banco de Buenos Aires para que la Casa de la Moneda acuñara el dinero, una nueva institución a la que se le otorgó el monopolio de imprimir billetes. Cuando el banco cerró, la cantidad de papel moneda ascendía a 15 millones de pesos. En 1852 había aumentado a 126 millones de pesos.

El peso inconvertible sufrió continuas devaluaciones hasta 1842. Entre 1838 y 1842, la inflación osciló entre el 25% y el 45% anual. El fin de la guerra y el bloqueo contribuyeron a la apreciación del peso y durante tres años hubo deflación. Al momento de la nueva guerra con Montevideo y del bloqueo francés y británico de 1845 a 1849, el peso se devaluó nuevamente, y la inflación reapareció a una tasa de alrededor del 14%. La inestabilidad monetaria continuó después de la caída de Rosas; durante el período en que la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires funcionaron como entidades separadas.

Solo después de la reunificación y consolidación de la Nación Argentina, el gobierno llevó a cabo reformas monetarias y financieras orientadas a la creación de una moneda convertible y un sistema bancario. Tanto los intelectuales liberales en el exilio como los políticos advirtieron que el sistema monetario y la inflación se comportaban de manera muy diferente en la Argentina en comparación con Gran Bretaña y los Estados Unidos (Gráfico 2.3). Esta evidencia los convenció de la necesidad de emprender una reforma monetaria y financiera tras la organización constitucional del país.

Gráfico 2.3. Nivel de precios y tipo de cambio, Argentina EE. UU. y Gran Bretaña 1820-1852


Fuente: elaboración propia, basada en material originalmente publicado en Ferreres (2010) y metodológicamente usado en Della Paolera y Taylor (2001).

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