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La influencia de la experiencia histórica en los nuevos gobiernos

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Desde 1853 hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, la Argentina trató de mantener su economía plenamente integrada en la economía mundial. La estructura interna de la producción reaccionaba con rapidez a los cambios en la demanda, los precios relativos y las nuevas tecnologías. La estrategia dio resultados impresionantes que explican por qué los historiadores económicos llaman al período 1870-1913, la Edad de Oro de la economía argentina.

Entre 1850 y 1913, el PBI per cápita creció en línea con los Estados Unidos, Australia y Canadá; pero entre 1870 y 1913, nuestro crecimiento del PBI global y per cápita superó a la mayoría de los países del mundo, incluyendo los Estados Unidos, Australia, Canadá y Gran Bretaña, en especial, en comparación con el vecino Brasil.

Tabla 3.1. Comparación del crecimiento del PBI per cápita entre 1850 y 1913


Fuente: propia basada en materia originalmente publicado en Maddison (2006).

Las exportaciones constituían sin dudas el motor principal de la expansión económica; el crecimiento de las exportaciones reflejó el mejor desempeño de Argentina en comparación con otros países importantes.

Como en décadas anteriores, la producción y exportación de productos agrícolas creció con rapidez. Con el tiempo, estos productos provinieron de un área geográfica mayor mientras se conquistaba la frontera y los ferrocarriles se expandían. Un gran número de inmigrantes, en especial varones adultos procedentes de Italia, España y otras naciones europeas, proporcionaban la mano de obra que permitió transformarla producción agropecuaria de la ganadería intensiva en tierra, a la producción de lana y granos con uso intensivo de mano de obra.

Tabla 3.2. Comparación del crecimiento de las exportaciones entre 1870-1913


Fuente: propia basada en materia originalmente publicado en Maddison (2006).

El paso de la producción y exportación de pieles, sebo y carne salada a la producción de lana se inició en la década de 1850. La producción de carne también pasó de baja a más alta calidad cuando la tecnología de refrigeración y transporte impulsó las exportaciones de carne congelada a los mercados europeos.

La participación de la agricultura en el PBI aumentó del 4,4% entre 1876-1880 al 15,4% en 1911-1915. Al mismo tiempo, la producción ganadera disminuyó de 56,5% del PBI en 1876-1880 a 16,2% en 1911-1915. El esquema de producción rural consistía en la rotación de cultivos y pastoreo de animales. Los cultivos, principalmente trigo, maíz y lino, se expandían con el desarrollo del ferrocarril y la caída de los costos de transporte marítimo. Por ello, la ganadería con uso intensivo de tierras tendió a desplazarse a zonas marginales, a fin de disponer más tierras para rotar entre cultivos y pasturas.

Después de la “Campaña del Desierto” en 1880, el país incorporó 45 millones de hectáreas al territorio. El área cultivada aumentó en 30 millones de hectáreas. Entre 1884 y 1913, hubo un aumento anual del 9% en las tierras cultivadas y un aumento en la producción del 10,5% anual, reflejado en un sólido crecimiento de la productividad del 1,5% anual.

Tabla 3.3. Crecimiento del PBI total, agricultura y manufactura 1875-1914


Fuente: propia, basada en material originalmente publicado en Cortés Conde (1994).

Asimismo, el crecimiento de la manufactura estuvo por encima de la tasa de crecimiento del PBI y superior al crecimiento combinado de la economía agrícola y la ganadería. Roberto Cortés Conde ha estimado que la industria creció casi 5,9% al año entre 1870 y 1914, mientras que el PBI de la economía en su conjunto creció al 5,4% y la agricultura alrededor del 4,2%. En este período se desarrollaron nuevas industrias relacionadas con la agricultura. El censo industrial de 1914 muestra que en ese año los alimentos, las bebidas y el tabaco representaban el 53% de la producción total; los textiles y el cuero, el 21% y los artículos de madera, el 5%.

Alrededor de 1870, los países líderes, en particular Gran Bretaña y los Estados Unidos, habían adoptado el patrón oro, que les dio estabilidad e impulsó un fructífero acople con los sistemas de comercio internacional y financiero. Los líderes intelectuales y políticos de la Argentina trataron obstinadamente de respaldar a la moneda argentina en oro a un tipo fijo, pero no pudieron mantenerlo debido a las periódicas crisis fiscales y monetarias que obligaron al país a suspender varias veces la convertibilidad. Después de cada crisis, sin embargo, reanudaban el compromiso del país con la convertibilidad. Al mismo tiempo, trabajaron para desarrollar un sistema bancario nacional y mercado de capitales locales, pero con menos éxito en esta empresa.

En la década de 1850, el Estado de Buenos Aires, aún separado de la Confederación Argentina, llegó a un acuerdo con los banqueros de la ciudad de Londres para el pago de la deuda que habían incumplido en 1827. Esta normalización de las relaciones financieras con Londres alentó la entrada de capital durante 1870 y 1880. Luego, se redujeron drásticamente a principios de la década de 1890 (Gráfico 3.1), debido a la crisis de 1890; se reanudaron entre 1893 y 1898, y cayeron de nuevo entre 1899 y 1905, volviéndose particularmente fuertes desde 1906 hasta 1913, cuando el compromiso con el patrón oro ganó credibilidad.

El ingreso de capitales permitió enormes inversiones en ferrocarriles, sistemas de telégrafos, puertos e infraestructura agrícola. Alrededor de 1913 el país tenía más de 33.000 kilómetros de ferrocarriles que conectaban la mayor parte del territorio. Buenos Aires tenía un nuevo puerto. Rosario iba camino a convertirse en un importante centro comercial y puerto para la producción agrícola. Otros puertos nuevos se instalaron en Santa Fe, Zárate y San Pedro. Y la provincia de Buenos Aires construyó una ciudad para su nueva capital: La Plata. Los millones de inmigrantes europeos atraídos por salarios más altos que en sus países de origen influyeron en gran medida en la expansión y desarrollo de la agricultura.

Gráfico 3.1. Inversión y ahorro externo 1885-1913. (En porcentaje del PBI)


Fuente: elaboración propia, sobre la base del material originalmente publicado en Taylor (1998).

Tabla 3.4. Orígenes del crecimiento de la población por periodos de cinco años entre 1870 y 1914


Fuente: propia, basada en material originalmente publicado en Recchini de Lattes y Lattes (1975).

En efecto, el gobierno promovió la inmigración europea incluso antes de que la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires se reunieran. Durante el período de la Confederación Argentina, Mitre, Sarmiento y Avellaneda favorecieron la creación de asentamientos donde los campesinos inmigrantes se convirtieran en propietarios. Pero cuando Roca se convirtió en presidente, las políticas cambiaron. Se desaconsejó el asentamiento con propiedad de la tierra y los inmigrantes se convirtieron en arrendatarios o aparceros de los grandes terratenientes, en especial en las áreas ocupadas después de la extensión de la frontera.

Entre 1870 y 1914, la migración neta representó el 49% del crecimiento de la población, que escaló a 70% en 1885-1889; solo resultó levemente negativo durante la Primera Guerra Mundial (Tabla 3.4). Los censos de 1869, 1895 y 1914 muestran la importancia de los inmigrantes como porcentaje de la población total, en particular, aquellos procedentes de Italia y España.

Tabla 3.5. Participación de los inmigrantes en los censos de población


Fuente: propia, basada en material originalmente publicado en Recchini de Lattes y Lattes (1975).

Además, la educación jugó un rol crucial para integrar y educar a los inmigrantes. Desde la época de Sarmiento, pero sobre todo durante los gobiernos de Avellaneda y Roca, la creación de escuelas primarias, secundarias y de capacitación para maestros permitió que la mayoría de los hijos de inmigrantes y muchos adultos analfabetos recibieran educación, que derivó en una integración efectiva a la sociedad argentina.

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