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Capítulo 3 Segundos pasos: la disciplina

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“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos [...] El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”. 1 Juan 2:3-6

Jonatán, de diecinueve meses, blandía un bate de plástico y lo usaba luego como palo de golf para darle a una pelotita, en la habitación donde estaba sentada en mi escritorio. “Bol, bol”, repetía su voz de bebé una y otra vez. Repentinamente, todo quedó en silencio. Mi experiencia maternal me recordó que, cuando los bebés están calladitos, es mejor investigar.

–Jonatán –lo llamé, justo a tiempo para verlo sobresaltarse.

Me respondió precipitadamente con algo que sonó como “¿Es?”, al tiempo que retiraba su manita del armario donde su padre guarda sus discos compactos favoritos de música clásica. Cuidadosa y firmemente, le expliqué que “esos eran de papá” y que él no debía tocarlos.

–Papá, papá –respondió Jonatán, mientras señalaba los discos.

Varias veces regresó, extendiendo su mano hacia el armario y mirando mi reacción. Cada vez reaccioné de un modo predecible.

–De papá, Jonatán no debe tocar, de papá.

Él estaba aprendiendo acerca de límites y autocontrol: duro, pero vital para un bebé ansioso de investigar el mundo.

La adquisición del autocontrol es parte del aprendizaje de la obediencia: una de las lecciones espirituales indispensables de aprender en la niñez, que forma parte del fundamento de una relación con Dios que dure toda la vida. La Palabra de Dios es totalmente clara, de modo que, si lo amamos, obedeceremos sus mandamientos. Las ramas del árbol de nuestra vida se cubrirán con los frutos que crecen de las raíces de nuestro amor a él. Ese amor confiará en que Dios efectuará cambios en nuestras vidas, que nos llevarán más cerca de él. De esta manera, la obediencia es nuestra respuesta de amor.

Si los niños no aprenden a tener dominio propio y obediencia durante la primera infancia, más tarde la vida cristiana les parecerá restrictiva.

Decirles “no” a las drogas y a la presión social será difícil para ellos. Llegarán a preferir la gratificación instantánea de cada capricho y la religión de “hazlo si te parece bueno”.

“Obediencia” no es una mala palabra, si bien algunos consideran que lo es. No se refiere a una persona que no piensa y que hace lo que todos los demás le dicen. Ni tampoco promueve una forma de acercarse a Dios del tipo “salvación por obras”. La manera en que enseñes la obediencia y los valores cristianos hará la diferencia entre una percepción de la religión como fruto de la “gracia” o de las “obras”. Afortunadamente, tenemos instrucciones claras acerca de cómo hacerlo.

Los investigadores del desarrollo infantil han identificado cuatro estilos de crianza y sus efectos predecibles en los niños. Cientos de estudios respaldan sus conclusiones, y están entre los más confiables hallazgos en desarrollo infantil. Sorprendentemente, cincuenta años antes que los especialistas en desarrollo infantil comenzaran sus estudios, Elena de White describía los estilos de crianza, usando nombres diferentes, pero identificando las mismas conductas de los padres y sus resultados en el carácter de los niños. ¡Dios siempre ha sabido lo que es mejor para los niños!

Control y apoyo son los dos aspectos principales de la relación entre padres e hijos que conducirá a su éxito o fracaso, incluyendo cuán bien los niños acepten los valores que sus padres tratan de enseñarles. Cuánto control usas con tu hijo y cuánto apoyo le provees determinan el estilo de crianza o paternidad que usas en tu familia.

En el diagrama de estilos de paternidad, notarás que la línea horizontal representa el control. El control puede variar desde poco a mucho. Entre los dos extremos hay muchos grados de control. El control describe cuánta influencia ejerces sobre lo que hace tu hijo. ¿Piensas que los niños deben ser guiados enérgicamente para enseñarles lo que es bueno y lo que es malo? ¿O piensas que los niños generalmente harán decisiones correctas por ellos mismos? ¿Piensas que tu rol es el de ser una fuente de recursos para tu hijo, más que una firme guía? El control describe quién manda en la familia: los padres o los niños.

Enséñales a amar

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