Читать книгу Las guerras de Yugoslavia (1991-2015) - Eladi Romero García - Страница 11
La Bosnia austro-húngara
ОглавлениеLa ocupación austro-húngara de Bosnia y Herzegovina en 1878, aunque solo como potencia administradora, aunque preservando la soberanía otomana, no se hizo sin resistencia de las poblaciones musulmana y ortodoxa. De hecho, las tropas imperiales sufrieron algunos percances en Maglaj y Tuzla, aunque lograrían ocupar Sarajevo en octubre de 1878. La breve campaña de conquista duró tres semanas, y costó al ejército invasor unas 5.000 bajas.
La tensión se mantuvo en algunas partes de la provincia, particularmente en Herzegovina, provocando una masiva emigración de disidentes musulmanes. Sin embargo, pronto se alcanzó relativa estabilidad, y las autoridades austro-húngaras lograron culminar una serie de reformas sociales y administrativas. Sirva de ejemplo el hecho de que en 1885 comenzó a funcionar el tranvía en Sarajevo. Con el objetivo de establecer la provincia como un modelo político estable que ayudase a disipar el creciente nacionalismo de los eslavos del sur, los Habsburgo promulgaron leyes para introducir nuevas prácticas políticas que definieran a los bosnios musulmanes (los bosniacos) como un pueblo con carácter propio, y en general para intentar modernizar la provincia.
En este sentido destacó la labor del conde Benjamin von Kállay, gobernador austro-húngaro de la provincia entre 1882 y 1903, quien se mostró habilísimo a la hora de fomentar la animosidad de sus distintos grupos étnicos apoyando sobre todo a los musulmanes, más numerosos y menos peligrosos, cuyas prerrogativas sociales alcanzadas durante la dominación otomana fueron conservadas.
Temiendo al expansionismo serbio tras el golpe de Estado que situó en el trono del reino de Serbia a Pedro I Karađorđević, la diplomacia austro-húngara negoció con Rusia los términos de la anexión, y tras una reunión celebrada el 16 de septiembre entre los ministros de Exteriores de ambos imperios Alois Aehrenthal y Aleksandr Izvolski, el emperador Francisco José I de Austria anunció el 5 de octubre de 1908 la anexión de Bosnia, que recibió un nuevo régimen constitucional en el que se reconocía su autonomía. El Imperio otomano protestó airadamente ante la anexión, boicoteando militar y económicamente al imperio de los Habsburgo. Finalmente, ambas potencias llegarían a un acuerdo por el que las autoridades austro-húngaras pagarían a los turcos 2,2 millones de libras esterlinas. Además, entregó el sanjacato de Novi Pazar (en serbio conocido como Sandžak), integrado en Bosnia, a los turcos. Una cesión que duraría pocos años, pues los serbios lograrían apropiarse de dicho sanjacato tras las guerras balcánicas de 1912 y 1913.
Como hemos dicho, la Administración austro-húngara intentó inculcar un ideal bosnio entre sus habitantes, pero las poblaciones croata y serbia, incentivadas además por la cuestión religiosa, vivieron al margen de la nacionalidad bosnia, y a partir de 1910 el nacionalismo dominó la política de la provincia. Una inestabilidad que culminó con el asesinato en Sarajevo del heredero al trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando de Austria, el 28 de junio de 1914. Su asesino, un joven serbobosnio llamado Gavrilo Princip, formaba parte de un grupo de nacionalistas eslavos armados por militares serbios desde Belgrado, deseosos de provocar un conflicto que les permitiera ocupar Bosnia. La muerte del mandatario provocó a su vez que varios serbios fueran masacrados y diversas propiedades pertenecientes a gentes de dicha etnia acabaran destrozadas.