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3.6 Las primeras estrellas

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Dos activas programadoras y conductoras destacaron nítidamente en esos años: Rosa Hernando (OAX4A Radiodifusora Nacional) y Rosa Elvira Figueroa (Radio Goicochea). Hernando había sido la voz femenina en la inauguración de OAX en 1925; fue, también, la directora de la revista especializada Radiocultura (1934). Rosa Elvira Figueroa había estudiado canto lírico en la Academia Alzedo y sería elegida la primera reina de la radio en los carnavales de 1936; su apoyo a la música peruana, tanto de inspiración andina como criolla, fue notable.

El director artístico de Radio DUSA era César Miró. Poeta, narrador, cronista, cantante y compositor de música criolla (y décadas más tarde director de cine y conductor de televisión), Miró, quien se había iniciado en la revista Amauta, que dirigiera José Carlos Mariátegui, y había seguido cursos en La Sorbona y Madrid, fue una presencia destacadísima en la radio prácticamente desde que dejó escuchar su voz en ella. Además de la dirección artística de DUSA, tenía a su cargo La revista oral, el programa informativo de mayor relieve de entonces, y la animación y presentación de conjuntos de música peruana.

Los directores artísticos mencionados eran también locutores o speakers, como se les llamaba entonces. Los speakers establecían un contacto diario con el público y sus voces identificaban a las emisoras. En DUSA se distinguieron en esos años, además de Miró, Juan Malmborg (Humorista Miope) y Jorge C. Aprile (Gaucho). En Gilco, José Pepe Muñoz conducía, con éxito, La voz de la capital. En Dávila, Graciela Lorza concentraba interés en La hora Zenith. En Grellaud se perfilaba Roberto Cruzalegui (sería una de las personalidades más importantes del medio en años posteriores), y llamaba la atención el mexicano Alfonso D’Alessio, quien había sido locutor de Radio Mercurio en Chile y animaba los espectáculos del restaurante La Cabaña. A fines de 1936, D’Alessio sería contratado por Radio Nacional, y lo reemplazaría en Grellaud el tenor Guillermo Lecca Iturbe, que había interpretado tangos en Radio Miraflores, y sería en el futuro actor de radioteatro y el más reconocido locutor nacional.

Una jovencísima Maruja Venegas, quien hasta hacía poco tiempo había tenido a su cargo la discoteca de Radio Internacional, se convertía a fines de 1936 en “el alma de la emisora, sino en el corazón” (Pirulete 19, suplemento de Social 139, 5 de diciembre de 1936), participando en diversos programas como La hora de pedido y La hora infantil, comentando las modas de Hollywood con el seudónimo de Maruvene, y hasta terciando en números cómicos con el Cholo Revolledo y el Roto Palomino en un programa especial con artistas chilenos invitados (El Universal, 23 de noviembre de 1936).

Por otro lado, la cantante y actriz cómica Teresa Arce, ya famosa en el teatro local, fue incorporada en 1935 a la plantilla de Radio Grellaud, y motivó de inmediato comentarios entusiastas por sus monólogos, en los que interpretaba a personajes populares e imitaba acentos regionales.21 Sería durante décadas primera figura de la radio peruana y haría memorable su creación de “La Chola Purificación Chauca”.

Por entonces, las emisoras empezaban a disputarse a los artistas que gozaban del beneplácito del público. Eran frecuentemente citados y elogiados por la prensa el pianista Filomeno Ormeño, el trío Guido-Espinoza-Hernández, los guitarristas Ángel Monteverde y Jorge Costa, el conjunto Los Criollos, los cantantes José Pipo Cómena, Alberto Mecklenburg y Ernesto La Hoz (al comienzo integrantes del Conjunto Callao y, poco después, destacados solistas), Eduardo Villanueva (El Cantor Proletario), La Limeñita, Alicia Lizárraga, Celia Miller, Micaela González, Aída Medrano, Mercedes Segura, Elena Campos, Rodrigo Llorens, Santiago Bacigalupo e Ismael Hoyos, y los humoristas Carlos Cholo Revolledo y Paco Andreu. José Cómena fue elegido, en 1935, El Astro de la Radio, gracias a un concurso convocado por la revista La Lira Limeña. Cómena fue, quizá, el primer artista de la radio peruana cuya vida se convirtió en objeto de interés de las revistas de espectáculos; al menos eso parece desprenderse de estas líneas aparecidas a comienzos de 1937 en la sección “Captando la onda” del diario El Universal:

Al estilo de las revistas extranjeras que traen simpáticas crónicas sobre la vida de las estrellas radiotelefónicas, ha comenzado en Lima a publicarse algo de este género. Lo ha hecho un semanario de ameno y agradable material de lectura, y el primer motivo brindado: “La vida y milagros de Pipo Cómena” (El Universal, 11 de noviembre de 1937).

La radio en el Perú

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