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ALDEAMEDIANA (1942)
ОглавлениеUna de las más desconocidas y poco valoradas obras de Eugenio d'Ors es la narración Aldeamediana, libro pesimista, dramático y visiblemente reaccionario. Aunque parece lógico: la dedicatoria al mariscal Pétain y a su esposa que aparece en su primera edición en forma de libro, en pleno año de 1942, debe de alejar de inmediato, todavía hoy, a sus posibles lectores.
La redacción de estas glosas, según afirma el autor en el prólogo, data del año 1932. Se publicaron, efectivamente, en forma de otra de las series estivales, esta vez algo alargada, entre el 7 de agosto y el 5 de noviembre de 1932 en El Debate de Madrid, dentro de la serie de «Glosas desangeladas». Diez años tendrán que pasar entre la primera publicación de aquellas glosas y la edición de Aldeamediana en forma de libro, gracias a la iniciativa del editor Josep Janés, quien también había impulsado en los años anteriores la publicación de Jardín botánico (1940), Historias de viejos y enfermos (1941) o Gnómica (1941). Pasaron diez años convulsos, decisivos y dramáticos para Ors, para toda la cultura y para la conciencia europea.
Aldeamediana es una negra fábula apocalíptica del mundo contemporáneo. O, para seguir las mismas palabras de Ors, esta novela es la «representación simbólica de un proceso de salto atrás y descomposición en la ruralidad francesa, cuando los años inmediatamente anteriores a la guerra última, que retrocede tan visiblemente a la Paganía»40. Precisamente, para Enric Jardí, en Aldeamediana la fábula quizás peca de haber supeditado en exceso el relato a la demostración de las tesis orsianas sobre la evolución de la Humanidad en tres etapas: Subhistoria, Historia y Cultura, haciéndolo además en forma inversa: presentando el caso del pueblo francés como un ejemplo de regresión de la Civilización a la barbarie41. En todo caso, la novela presenta a un pueblo francés en estado moribundo que ha perdido toda noción de los valores tradicionales: el sacristán se da a la bebida, la ciencia y la religión parecen haber desertado frente a las estructuras políticas (de ahí que no se aluda ni al maestro ni al alcalde), el cine (metáfora de la democratización del espacio público) sustituye a la iglesia como templo sagrado y, en fin, el médico del lugar se ha suicidado. El pueblo es indeterminado y el mismo Ors afirma que varios modelos han dado materiales a las descripciones de esta «aldea mediana»/village moyen que, en resumen, adquiere, naturalmente, valor de símbolo. Como recuerda Óscar Barrero, la condición de símbolo negativo que tiene este lugar francés es reconocida también por el propio narrador en el prólogo. Para evitar que la paganización y la evolución se extiendan, Ors parece proponer que sólo el triunfo de la religión católica asegura el «destino» del país. Alfredo Sosa-Velasco ha apuntado que, en el momento de su edición, en Aldeamediana Ors sugiere, en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y con media Francia ocupada por los nazis, un modelo de sociedad elitista, basado en una concepción no igualitaria y pesimista del hombre, y «reivindica la sociedad de antiguo régimen y la necesidad de un régimen totalitario, presentando así los principios doctrinales de lo que la dictadura de Franco definirá como el proyecto nacional-católico español»42. El libro se publicó en 1942, justo cuando Ors acababa de cesar de su cargo como secretario perpetuo del Instituto de España, liberado de las obligaciones oficiales que contrajo con el primer Gobierno franquista. Y también justo en el momento en que Ors empezaba a reemprender sus actividades de promoción del arte contemporáneo con la creación de la Academia Breve de Crítica de Arte.
En una reseña publicada en la revista Escorial, la misma donde José Luis Aranguren publicará su primer trabajo sobre la filosofía de Eugenio d'Ors, José María Cossío reseñaba Aldeamediana e intentaba definir una generación, la de Ors, a partir de la descripción del pueblo francés de la novela43. A lo que el autor respondió, desde las páginas de La Vanguardia: «En nuestra terminología menudea el caso de que —según en un artículo sobre mi Aldeamediana advirtió José M. de Cossío— un sentido lato doble un sentido estrecho, así como acontece al hablar de “misticismo”. Y no porque, como dice Cossío, este último sea una ampliación de aquel, sino, a la inversa, porque de un Iluminismo general, por ejemplo, se haya hecho aplicación para inventar, como Weishaupt, una sacrílega parodia de la Compañía de Jesús»44.