Читать книгу Segunda virginidad - Fernanda Ballesteros - Страница 2

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Isabela pone la cabeza boca abajo para que el agua caiga sólo en el pelo y no en el cuerpo. Está en la regadera de sus hermanos porque ese baño tiene la luz más blanca, más potente, con un espejo grande donde se reflejan mosaicos azules, un cuadro abstracto, cepillos de dientes e Isabela encorvada. Piel clara, medio rosita, una cavidad entre los senos le favorece el escote cuando está con la espalda recta, alza volcanes flácidos desde un centro hundido. Pero así, con los ojos hacia el vientre, Isabela ve cómo las dos tetas enflacan como respuesta a la gravedad, alargan los pezones hasta parecer tetas de vaca. Le da asco: el hueco se convierte en otra inseguridad mientras se esparce mascarilla humectante por las colgaduras mojadas de su cabeza.

Segunda virginidad

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