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11 / 100 ENRIQUE COLLAR, EL PRIMER «NIÑO»

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Antes que Fernando Torres jugó en el Atleti otro «niño», «el Niño Enriquito», es decir don Enrique Collar Monterrubio (San Juan de Aznalfarache, Sevilla, 2-11-1934), uno de los mejores zurdos que ha vestido la camiseta rojiblanca en la historia de este club centenario.

«El joven extremo izquierdo Collar explica sin ninguna vacilación ni un fallo cómo hay que darle a la pelota para que le hagan a uno internacional. Veamos: se recibe la pelota del extremo derecha, se regatea al defensa por un lado, ahora por otro, chuta y ya está. ¡Gol!» Así narraba Matías Prats (padre, claro) un tanto del protagonista de este capítulo en la temporada 1955-56 en el Santiago Bernabéu, en el que el delantero colchonero volvía loca a la defensa blanca. Así de simple debía ser el fútbol en aquellos tiempos. Así de bonito.

Collar fue un delantero de gran personalidad dentro y fuera del terreno de juego, y tuvo una de las carreras más longevas en el Atlético de Madrid, cuya plantilla integró desde la temporada 1953-54 hasta la 1968-69. Dieciséis cursos en los que, nada más y nada menos, disputó 339 encuentros de Liga, 80 de Copa y 51 partidos internacionales, además de ser 16 veces internacional (las cifras de encuentros y goles cambian según las fuentes en cuanto al número total debido, supongo, a los partidos amistosos). Marcó 71 goles en la Liga, 22 en la Copa, 12 en encuentros internacionales con la camiseta del Atleti y 5 con la de la selección nacional.

De regate fácil y veloz, Enrique fue una de las estrellas de los últimos años en los que el equipo disputó sus encuentros en el Stadium del Metropolitano y de los primeros tras la mudanza al Vicente Calderón, denominado en aquellos años estadio del Manzanares.

Collar formó junto con Joaquín Peiró, «el Galgo del Metropolitano», una pareja mítica en la banda izquierda del ataque rojiblanco que fue llamada el Ala Infernal —nombre en el que tuvieron que ver las alas del antiguo escudo de la entidad cuando el Atlético se fusionó en 1939 con el Aviación Nacional dando paso al Atlético Aviación— y que fue decisiva en la conquista de las dos primeras Copas, la de 1960 y la de 1961, ambas ante el Real Madrid, y de la Recopa de 1962 ante la Fiorentina, el primer título continental del club. Precisamente, el rival italiano de esa final hizo que el fútbol transalpino se fijara en los jugadores rojiblancos y el Torino fichó a Peiró poniendo fin a la pareja del «Niño» y «el Galgo». Su éxito supuso de alguna forma su fin.

Cabe destacar que la forma de conseguir ese primer trofeo europeo no deja de ser un tanto rocambolesca, algo que ha marcado el devenir del club desde su fundación en 1903, ya que hubo que jugar dos partidos tras empatar el primero y que, debido a la celebración del Mundial de Chile 62, el segundo de los choques debió aplazarse hasta después del verano. Una final que «duró» cuatro meses. La Fiorentina y el Atleti empataron a uno en Glasgow, un resultado que le llevó tras el verano a Stuttgart, donde entonces sí batió a la escuadra viola.

Un año más tarde, al comienzo de la temporada de 1963-64, Enrique, entre otros jugadores, se enfrentó a la directiva debido a que una cláusula de su contrato exigía que se le pagase la misma cantidad que al mejor remunerado del equipo, Ramiro. Finalmente, según cuenta Bernardo de Salazar en su obra Cien años del Atlético de Madrid, editada por As, el club y el delantero llegaron a un acuerdo en noviembre después de un inicio de Liga lamentable en el que el cuadro colchonero llegó a ser colista.

Enrique ha sido uno de los capitanes más longevos de la entidad y llevó el brazalete en dos encuentros históricos: la final continental ante la Fiorentina y el partido inaugural del Manzanares. Y es, tras Adelardo, Aguilera y Koke, el cuarto jugador que más ha vestido la camiseta del Atleti. Y eso teniendo en cuenta que en su época se disputaban muchos menos partidos que ahora.

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