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La Vestal

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De las veintitantas óperas que compuso Gaspare Spontini sólo queda el recuerdo de La Vestale y ello gracias a que fue «resucitada» por Maria Callas en la inauguración de la temporada de la Scala de Milán en 1954.

La ópera cuenta la historia de Julia, enamorada del general romano Licinio, quien a su triunfal regreso de una campaña se la encuentra convertida en una sacerdotisa sometida al voto de castidad. Licinio no se resigna y entra en el templo dispuesto a raptar a Julia, la cual se resiste, pero no impide que se apague el fuego sagrado y la vestal, que se niega a denunciar al intruso, es condenada a ser enterrada viva. La confesión de Licinio no la salva, pero en cambio un rayo prende el velo de Julia depositado sobre el altar, con lo que la llama sagrada se reaviva, prueba de que la diosa Vesta la ha perdonado, y la feliz pareja puede unirse en matrimonio.

El final feliz sin muerte de protagonista gracias al recurso del deus ex machina no es exclusivo de la ópera barroca o clásica. Como veremos a continuación, en pleno siglo XX, Giacomo Puccini estrenó su única ópera —si exceptuamos la semi-opereta La rondine— en la que no muere nadie aunque el protagonista está a punto de ser linchado (no obstante hay que decir que Puccini hizo tres versiones de esta «prima pobre» de sus óperas y en una de ellas Magda se suicida, aunque no se representa nunca).

Otra historia de la ópera

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