Читать книгу Los monfíes de las Alpujarras - Fernández y González Manuel - Страница 8

PRIMERA PARTE.
LOS AMORES DE YAYE
CAPITULO VIII.
¡El emir se ha perdido!

Оглавление

El médico declaró que la enfermedad de Yaye era peligrosa, y que se necesitaba sumo cuidado, gran reposo para el enfermo, y sobre todo la ayuda de Dios.

Lo primero que hizo doña Elvira, cuidando de que Yaye tuviese todo el reposo necesario, fue sacar del subterráneo á doña Isabel.

Esta se encontraba en el estado mas terrible en que podia encontrarse una mujer.

Lo que primero la aterraba era el estado de Yaye; despues el crímen que habia comprendido meditaban sus hermanos contra Miguel Lopez, luego, en fin, los zelos.

Los zelos, porque habia adivinado en un solo momento que su cuñada doña Elvira amaba á Yaye.

Ella le amaba tambien; habia sacrificado su cuerpo pero no su amor: no podia confesarle ante los hombres, pero podia guardarle en el fondo de su alma, como en un santuario.

Doña Elvira se habia abrogado enteramente el cuidado del enfermo: es cierto que doña Isabel no podia estar junto á él ¿pero acaso, doña Elvira no era tambien una mujer casada?

¿Acaso no amaba á Yaye?

Porque doña Isabel con ese delicado instinto de la mujer que ama, habia comprendido á primera vista que doña Elvira amaba á Yaye.

Ella le hubiera asistido con la pureza de un ángel.

Y sobre todo lo que mas importaba á doña Isabel en aquellos momentos era su vida.

Sin embargo ni una palabra dijo á doña Elvira.

Ni una sola vez la preguntó por el estado del enfermo.

Aquella noche el anciano Abd-el-Gewar, llegó á la puerta de la casa y llamó.

Abriéronle y preguntó por don Diego.

Dijéronle que habia salido á un corto viaje.

Entonces preguntó por un caballero que aquella mañana habia entrado en la casa.

Contestáronle que habian entrado muchos caballeros, y que nada le podian decir.

Al dia siguiente Abd-el-Gewar llamó de nuevo y pidió hablar con doña Elvira: fue introducido.

Doña Elvira contestó á sus preguntas que nada sabia de tal persona.

Abd-el-Gewar escribió inmediatamente al emir.

«Poderoso señor: tu hijo ha desaparecido el mismo dia del casamiento de doña Isabel de Válor con Miguel Lopez: no sé nada de su paradero, pero le busco de una manera incansable: suceden cosas extrañas. Don Diego y don Fernando de Válor, han salido con Miguel Lopez ayer por la mañana y á la ligera, sin que se sepa á donde han ido. Doña Isabel ha quedado casa de su hermano don Diego. No me atrevo á moverme de Granada: espero tus órdenes. Mi esclavo Kaid dice que tu hijo entró ayer casa de don Diego, pero que no sabe si ha salido ó no, por que estuvo apartado de la casa algun tiempo. Guárdete Allah: – tu vasallo Abd-el-Gewar.»

A los tres dias recibió el anciano la contestacion siguiente:

«Noble y virtuoso Abd-el-Gewar: don Diego y don Fernando de Válor han cometido un crímen contra su cuñado Miguel Lopez: los tengo en mi poder y espero saber de ellos el paradero de mi hijo: en cuanto á este tengo formado mi plan: te envio diez de mis monfíes que mas conocimiento tienen de la ciudad para que indaguen su paradero; este y el asesinato de Xerif-ebn-Aboó es obra de ese bandido miserable de ese don Diego de Válor; ¡Ay de él si muere mi hijo!

Los monfíes de las Alpujarras

Подняться наверх