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IV. A MODO DE CONCLUSIÓN
ОглавлениеLa obra de Ayala representa a la perfección el paso de la primera a la segunda crisis de la modernidad del siglo XX, y se ha convertido en un testimonio imprescindible para entender la dimensión crítica del siglo XX y las dos quiebras de la modernidad que a lo largo del mismo tienen lugar. Desde el primer tercio de siglo hasta los años noventa, Ayala interpreta el mundo contemporáneo como una «época crítica». La tendencia hacia la unificación del mundo, en lo macro, y la desestructuración social, en lo micro, son, a su juicio, las dos principales características del mundo contemporáneo. La crisis del primer tercio de siglo, en la que algunos autores habían situado el fin de la modernidad, se extiende en la obra de Ayala a lo largo de todo el siglo XX. La modernidad se está quebrando, y con ella la razón científico-técnica, los Estados-nación y los grandes relatos o explicaciones del mundo. Por todas estas razones no es posible ya intentar construir una Gran Teoría o una novela total. Según Ayala, hay que ajustar el pensamiento y el estilo al momento histórico presente, y ello implica construir los ensayos de un modo abierto y cada vez más fragmentario; es preciso comprometerse con la realidad presente desde la sinceridad, como advertíamos al comienzo de estas páginas. Por todo lo que hemos visto hasta ahora, se puede considerar a Ayala como un excepcional testigo, analista y teórico de la primera crisis de la modernidad, de su pervivencia a lo largo de las décadas y de su renacimiento radicalizado en el último tercio del siglo XX. Podría decirse que la sociología de Ayala es (con)ciencia de la crisis de la modernidad que en dos momentos diferenciados ha atravesado el siglo XX.
En una ocasión comentó Carolyn Richmond que la obra de Ayala es una pesadilla bibliográfica para el investigador. Es cierto: Ayala ha publicado obras que pueden enmarcarse en, al menos, seis géneros literarios tradicionales (ficción literaria, sociología, crítica literaria, memorias, estudios jurídico-sociales, artículos periodísticos). Además, sus textos han aparecido en distintos países y formatos (en libros, en revistas especializadas, en periódicos), y reaparecido después junto a textos nuevos formando así otras obras. Como se puede comprobar en el epígrafe «Procedencia de los textos» el recorrido de los que hemos incluido aquí es bastante complejo. En esta antología pretendemos reducir dicha complejidad, compendiando las más significativas aportaciones de Ayala a la sociología, exceptuando el Tratado de sociología y la Introducción a las ciencias sociales, con el fin de que tanto los investigadores y especialistas como el público general tenga un fácil acceso a su obra. Ayala ha participado o ha sido visto participando en distintos movimientos culturales (vanguardias literarias, literatura en el exilio, pensamiento social postorteguiano, sociología historicista, etc.). Han sido, por tanto, y son posibles distintas interpretaciones parciales de su obra.
Una interpretación de toda su obra estudiada como conjunto nos ofrece la imagen de un Ayala inicial que rechaza la construcción de grandes teorías. Huye de la teoría por amor a la teoría. Centra su interés en lo inmediato, en el presente, y la situación crítica del primer tercio de siglo le lleva a la sociología y a la literatura como medios de conocimiento. Así, lleva una doble vida intelectual en esas dos disciplinas, hasta que en 1952 decide acabar de fragmentar la sociología, y desde entonces se dedica a escribir obras de «sociología difusa». Pero antes se había autoenmarcado en la escuela historicista alemana, había discutido con Ortega y Posada y había escrito libros sistemáticos y académicos de sociología. Una foto fija del Ayala del período 1940-1952 nos daría como resultado un intelectual, sociólogo y literato, que simultanea escritos sociológicos con obras literarias aparentemente independientes. A nuestro juicio, ya desde sus primeras obras las ficciones literarias son también intentos de conocer, algo que él reconoce plenamente en el Tratado de sociología. Lo que sucede a partir de 1952 es que el fondo (es decir, la intención de analizar los fenómenos sociales desde la multiplicidad de puntos de vista parciales de una manera abierta) se corresponde con la forma (la sociología se hace difusa), y además abandona las reflexiones propias de la sociología académica. Mientras tanto sigue publicando ficciones literarias, que no se ven sometidas, por el momento, a esta misma operación. Sin embargo, a partir de 1971 este proceso se completará definitivamente. Fondo y forma se enlazan de una manera tan estrecha que incluso los géneros literarios se desdiferencian. Ya no hay por un lado «sociología difusa» y por otro literatura. A partir de entonces solamente habrá producciones intelectuales difícilmente clasificables dentro de los géneros literarios tradicionales. Literatura y sociología no se diferencian, desde este momento, porque ambas sirven para lo mismo, conocer el mundo social, y por tanto su (con)fusión es no sólo posible, sino inevitable. El mundo de la segunda crisis de la modernidad del siglo XX ha ido haciendo estas distinciones cada vez más complejas, como dijimos más arriba, ha puesto en tela de juicio la razón científico-natural, ha problematizado la realidad y ha dudado sobre la posibilidad de la verdad. En este contexto la «sociología difusa» (ya híbrida) de Ayala, junto con las obras de ficción literaria, separadas en dos géneros distintos, dejan paso a la aparición de los textos desdiferenciados. Desde estos nuevos textos sigue pensando e interpretando la sociedad, y matizando al adaptar al nuevo tiempo histórico sus principales análisis.
Me gustaría concluir reivindicando la actualidad y el valor de los escritos ensayísticos y sociológicos de Ayala; aunque tal vez no tenga demasiado sentido hacerlo en el prólogo de esta antología, ya que los textos que vienen a continuación hablan por sí solos. Ayala es, sin duda, uno de los narradores de ficción más importantes del siglo XX, uno de los principales clásicos de la sociología española e hispanoamericana y un intelectual imprescindible para comprender nuestro tiempo, que nos ofrece, además, orientaciones más que sugerentes para afrontar la complicada tarea de vivir este nuevo y complejo siglo XXI que es nuestro presente.
A. J. R. L.