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3. La importancia de encuentros de memoria restaurativa, cara a cara, entre víctimas y estudiantes: Descripción de un ejemplo

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“La lengua viviente que dice la palabra, el oído viviente que la escucha, nos unen, nos reúnen en una comunión como la que anhelamos en el silencio de nuestra soledad interior” (Le Guin, 2019, p. 271).

La conversación cara a cara, que requiere mirar a los ojos y prestar atención, enseña a sentir empatía y la conversación intergeneracional, en esa forma de memoria restaurativa, puede resultar más necesaria que nunca en el mundo digital actual, donde el intercambio de palabras e imágenes en las redes no cumple esa oportunidad de generación de empatía: “Porque, cara a cara, la gente pide cosas que los ordenadores nunca piden. Con la gente, las cosas van mejor si prestas mucha atención y sabes ponerte en el lugar del otro. La gente real exige una respuesta a sus sentimientos. Y no cualquier respuesta” (Turkle, 2019, p. 21). En esas conversaciones con víctimas, los jóvenes y ellas pueden aprender y crear algo nuevo, que tengan significado para ellos, que puedan recordar, quizá no en su totalidad, pero sí en lo más importante, a veces ilustrado en pequeños detalles o frases, según lo reinterpreten ellos mismos. Esto es importante porque, en nuestros grupos con ellos, se observan desconocimiento y muchos estereotipos de los jóvenes hacia las víctimas, según ilustramos en el siguiente cuadro, donde se quiere reflejar que, a pesar de ello, también se puede jugar con su curiosidad para despertar interés.


Ilustración 4: Actitudes observadas en los jóvenes universitarios

Sobre el lugar de la memoria, en cada generación, podemos aplicar el pensamiento de Harvey (2018, p. 422):

“Los lugares que nos han entregado las generaciones anteriores –materiales, representacionales y simbólicos– también fueron construidos a través de luchas y esfuerzos sociales para crear lugares materiales, simbólicos e imaginarios, que encajaran en sus aspiraciones particulares y controvertidas … Una capacidad renovada de reinterpretar la producción de la diferencia histórico-geográfica es un renovado paso previo para emancipar las posibilidades de construcciones futuras del lugar”.

A modo de ejemplo, recogemos a continuación algunas imágenes de la dinámica del grupo de discusión con víctimas celebrado el 23 de octubre de 2020 en el Centro Carlos Santamaría29. La dinámica se estructuró conforme al siguiente esquema, con los facilitadores recogiendo las notas correspondientes a modo de trabajo de campo para su elaboración:

–Introducción al grupo de discusión y presentación de las personas participantes.

–De la transmisión del trauma a la transmisión de la no violencia: La metáfora de los árboles.

–Voces, preguntas y respuestas para una conversación intergeneracional en un tiempo no lineal: La metáfora de la madeja.


Ilustración 5: Grupo de discusión sobre memoria restaurativa con estudiantes y víctimas

Círculo de diálogo intergeneracional sobre memoria restaurativa, con la participación de víctimas y estudiantes, con un pequeño olivo en el medio, símbolo de esperanza30, resistencia, voluntad y memoria.


Ilustración 6: Caligramas de árboles de violencia

El círculo de diálogo o grupo de discusión se planteó como un ejercicio de escucha, con una presentación de los participantes31 y una dinámica de dibujar un caligrama de un árbol, reflexionando, individualmente para luego compartirlo, sobre las raíces de la violencia, el tronco que la ha sostenido durante décadas y las ramas y frutos que vemos hoy y de cara al futuro32. Puede pensarse también en la imagen de un árbol invertido donde los frutos terminan siendo raíces. Al mismo tiempo, las raíces no lo condicionan todo: “El ser humano no tiene raíces sino patas porque es nómada (Mate, 2013, p. 27). El grupo se terminó con un intercambio de preguntas de forma recíproca, con el símbolo de una madeja que se va pasando; una tormenta de ideas mediante la realización conjunta de un panel con colibríes33 sobre los retos futuros; y la lectura de un poema de García Lorca34 que refleja el bálsamo de palabras que nos ofrecen los testimonios de las víctimas, no para ocultar las heridas, sino para hacer algo con ellas en clave de reflexión y acción social:

“No podrán comprender

mis dulces hojas el secreto del agua?

… sentí borbotar los manantiales

… Era el mismo fluir lleno de

música y de ciencia ignorada

…arráncame del suelo! Dame oídos

que entiendan a las aguas!

Dame una voz que por amor arranque

su secreto a las ondas encantadas;

para encender su faro sólo pido aceite

de palabras”.

Reproducimos, continuación, una selección de algunos extractos significativos del grupo de discusión realizado, primando las voces de las víctimas:

–“El testimonio de las víctimas es el del nunca más. El odio no estaba en nuestras familias, sino en la sociedad”.

–“Podemos empezar recordando a las víctimas asesinadas este mismo día en que estamos juntos… El día de la Memoria en el País Vasco se eligió porque es uno de los pocos días del calendario sin víctimas mortales”.

–“Aquí tendrían que estar nuestros hijos, más que nosotros”.

–“Sigo pensando que existe una jerarquía de víctimas y que las víctimas de ETA siguen siendo mejor tratadas que las del GAL, por ejemplo”.

–Los asesinatos sin resolver y los ongi etorri siguen siendo cuestiones abiertas para las víctimas de ETA.

–“Hay que estar vigilantes ante el paso del odio a la violencia”.

–“El silencio en las familias ha sido a veces protector, pero otras veces ahuyenta y no acerca. Las palabras acercan, ponen letra a los sentimientos y a los miedos, ayudando a que desaparezcan los fantasmas”.

–“No sé hasta qué punto los hijos cogerán nuestro testigo. Ellos tienen su propia visión”.

–“Tienen derecho a su tranquilidad personal, que no es lo mismo que el silencio. Tienen mucho valor por haber intentado vivir con esto como personas normales que han construido sus vidas. No lo van a olvidar jamás, pero eso no significa que quieran hablar de ello”.

–“Yo estoy orgullosa de cómo ha reaccionado mi hija cuando han tratado de manipular a las víctimas del terrorismo”.

–“Ahora empiezo a hablar con mis hijos sobre cómo han vivido ellos que llevara escolta tras el asesinato”.

–Alumna: “Veo que las víctimas tienen más esperanza que nosotras, que vemos un cierto círculo repetitivo de violencia. Por otra parte, me da miedo la polarización a la que ayudan las redes sociales. También el mismo miedo a hablar para no entrar en conflicto con los amigos o conocidos y los gestos de radicalización de algunos jóvenes”.

En relación con la eclosión de proyectos cinematográficos y la memoria, tres de las cuatro víctimas comentaron que habían leído Patria, pero no habían visto la serie. A dos les gustó la novela, aunque a una hija de una de ellas no le convenció del todo. Una víctima comentó que un preso de ETA leyó la novela y fue el comienzo de una reflexión personal. Las cuatro estudiantes no sabían que la obra era un libro, sólo habían oído hablar de la serie, que no habían visto, aunque tras comentarlo con las víctimas, les había entrado curiosidad.

Entre las palabras recogidas como retos de futuro, se escribieron las siguientes: autocrítica, reconocimiento del daño, empatía, interpelación, memoria, reconciliación, nuevas radicalizaciones en los jóvenes y conocer la historia. Sigue pendiente una investigación sobre las segundas y terceras generaciones y la influencia de la sociedad y el entorno.

Finalmente, posteriormente al encuentro, las estudiantes pudieron plantear más preguntas pendientes a las víctimas mediante correo electrónico. El audio enviado generosamente por una de ellas, previo consentimiento, fue escuchado por todos los estudiantes de Victimología en clase y en él se contenían referencias a las iniciativas de Glencree y Eraikiz35.

Entre los interrogantes suscitados por correo electrónico, una de las víctimas les devolvió la pregunta de por qué le preguntaban si se sentía cómoda con la calificación de “víctima”, ya que ella lo veía como algo descriptivo de un hecho doloroso y un término amplio. Sobre una posible transmisión del trauma, respondió:

“Las manifestaciones de un trauma son múltiples y de difícil reconocimiento por el afectado. Personalmente me atrevo a manifestar que no tuve ningún trauma porque mi realidad día a día no lo permitía … mis hijos pequeños no me dejaban más alternativa, que manejar el día a día. Y francamente lo único, que me produjo el asesinato de mi marido eran sentimientos muy llenos de odio y rabia y al principio el deseo de revancha. Pero el polo opuesto era justamente mis hijos porque yo tenía más que claro no transmitir el veneno del odio. Ellos, toda la vida han tenido que vivir con ser “los hijos de”, pero, más que ser una victimización, ha sido un orgullo de ser hijos de su padre. Incluso me atrevo a decir que la victimización la impone la sociedad. Ellos siempre van a ser hijos de, pero su vida personal y profesional transcurre lejos del pasado, lo cual no significa el olvido del asesinato de su padre”.

Sobre las posibilidades de encuentros de memoria restaurativa con personas que pertenecieron a ETA:

“Confieso que fue duro sentarme al lado de uno de los responsables del asesinato de mi marido. Él, en una carta a todos los que asistimos a ese encuentro, pedía el perdón. Y tengo que ser sincera: acepto que ha cumplido su pena y ha reconocido el daño causado, pero, ¿cómo le puedo perdonar?… Estoy de acuerdo en que se reinserte en la sociedad…”.

Macrovictimización, abuso de poder y victimología: impactos intergeneracionales

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