Читать книгу El misterio de los días - Gloria Liberman - Страница 23
Nueve
ОглавлениеArya tenía secretos, temas de los que nunca hablaba y yo tenía que adivinar.
Había querido tener hijos con su esposo y a pesar de los muchos tratamientos de fertilidad, no podía y eso pesaba en su corazón porque le encantaban los niños y estaba deseosa de ser madre.
Era la madre de todos en la familia, también había sido la madre de su propia madre.
Algo había en Jaidev que me incomodaba. Decía que la amaba profundamente, sin embargo, su manera de relacionarse era contradictoria.
Compartir con Arya no era tarea fácil, pues tenía un carácter muy fuerte y le gustaba hacer las cosas a su modo, lo que para un hombre indio no era tan deseado, ya que es una cultura que propende a mujeres sumisas, aunque en la realidad basta compartir unos minutos en las cocinas con ellas para darse cuenta de que son tremendas mujeres, de gran fuerza.
Uno quisiera intervenir en los procesos de otros para evitar sufrimientos a las personas amadas, no obstante, la naturaleza es sabia y hace su obra silenciosamente.
No se puede hablar mal de las personas ni de las parejas de otros. Todo lo contrario, hay que resaltar con buena energía sus características positivas y así proyectar lo mejor al universo, a esta red invisible que nos conecta. De esta forma, cualquiera que sintonice con esta frecuencia recibe algo bueno que le permite mejorar su actitud.
Había diferencias de base entre ellos dos, sobre todo en cuanto a valores morales, éticos. Yo había visto a Jaidev mintiendo sin arrugar su rostro. Sabía que cuando deseaba algo lo conseguía no importando los medios, él no pertenecía a la comunidad sikh, sino que su familia venía de la India, de castas de comerciantes con poca educación formal, pero con muy buen sentido del humor, era simpático, hablador, risueño. Arya a su lado era un gran contraste, se veía muy refinada, callada, parecía una princesa educada con esmero en los mejores colegios de Inglaterra, que lucía una eterna sonrisa como una máscara facial del buen comportamiento.
Unos años después, producto de muchas discusiones y algunas desavenencias en los negocios, Arya y Jaidev se separaron.
En un viaje posterior que ella realizó a Londres se encontró con su primera esposa, la madre de los hijos de Jaidev, quien le comentó que después de tener esos dos hijos él se había esterilizado, por lo que le era imposible tener más descendencia.
Arya se sintió tremendamente traicionada.
Hay que considerar la intuición como una fuente importante de información, creer en los propios sentimientos y entender, por otro lado, que hay personas que pueden engañar a otras como un recurso de sobrevivencia que incluso les parece normal, por estar incluido en el programa de los árboles genealógicos familiares. La honestidad requiere ser enseñada y cultivada.
No puedo juzgar a los otros ni tampoco entender las formas de actuar de las personas; en lo inconcebible para uno está la fuerza de otros. Todo está repartido entre los diversos seres humanos, quizás en su foro más profundo el engaño tampoco era de él, sino que venía siendo una costumbre.
Son las aparentes contradicciones, todo es tuyo y a la vez nada es tuyo, nada es mío, está todo prestado en este viaje del alma desde y hacia la fuente.
Cada uno ve el mundo desde su experiencia personal y ancestral, desde ahí nadie es mejor ni peor que otro, a algunos les toca representar roles más complicados.
Podemos perder mucha energía tratando de convencer a los demás de nuestra perspectiva, sin tener resultados.
Entendiendo que cada persona nos aporta un mensaje y trae un espejo para mostrarnos algo en lo que nosotros también necesitamos trabajar. Fue valiosa la experiencia que Arya había vivido.
Hay mucho que aprender. Si cambiamos la forma de percibir quizás buscar la verdad interior nos ayude un poco más a no mentirnos a nosotros mismos respecto a las personas que nos atraen. Generalmente no vemos al otro como es sino como queremos que sea.
Me ha tocado conversar con muchas parejas que se sorprenden y aseguran que le cambiaron a la mujer o que le cambiaron al marido. Que la persona con la cual se casaron no es la misma de antes, del príncipe azul surgió el monstruo o la princesa se transformó en bruja. Es cierto que todos cambiamos con el tiempo, pero también es evidente que vemos lo que queremos ver.
La paz que buscamos para el planeta se inicia dentro de cada uno de nosotros cuando somos capaces de ser honestos, con nosotros y con los demás, elevando el nivel de consciencia al amor benevolente que es la esencia de la creación, actuando coherentemente y cuidando de no dañar al resto.