Читать книгу El misterio de los días - Gloria Liberman - Страница 6

Uno

Оглавление

Despierto sobresaltada, la imagen de él aún es perceptible entre las sombras de la noche.

Sus palabras hacen ecos en mis oídos.

Con su voz pausada y profunda decía: “Dios quiere que lo conozcas, que encuentres tu chispa divina. Acércate más a tu alma, a la profundidad de tu ser, sigue el camino espiritual de sabiduría trazado para ti”. Luego agregó: “Busca a tu familia espiritual, ellos te ayudarán a reconocerte si aprendes de los mensajes que te darán. Reúnelos para que te ayuden a despertar el corazón luminoso de todos los seres humanos. Puedes tardar varios años, porque están alrededor del mundo y no será fácil. Una vez que hayas realizado esa parte, vuelve a tu tierra y conversa con los sanadores y sanadoras para que entiendan que las dificultades que enfrenta el mundo se originan dentro de las personas, están viviendo un caos que es el reflejo de ellos mismos, de lo que son y lo que han hecho; si buscan soluciones externas no les servirán. Diles que todos somos uno y que es necesario trabajar juntos, sanar heridas del pasado y proyectar un futuro diferente; los humanos deben despertar a la realidad del espíritu y ser consecuentes con el amor con el que fueron creados”.

Encendí la luz de la lámpara sobre el velador, por la ventana el zumbido del viento movía las ramas de los árboles. Dije en voz alta: “Gracias, tatarabuelo, haré todo lo que pueda”.

Me quedo en silencio. Anoto para no olvidar. El espíritu da vida a la materia, sin espíritu seríamos un atado de carnes y huesos. En ese punto está lo esencial y desde ahí, aunque diversos, todos estamos unidos por esa energía cósmica que nos abraza.

Despertar esa chispa divina, ser consecuentes con nuestra propia divinidad poniendo lo mejor de nosotros al servicio de todos. Una idea maravillosa que me ha motivado largo tiempo. Años atrás había querido hacer un centro de sanación, una clínica del alma entre los cerros de la cordillera de los Andes, cerca de Santiago de Chile.

El proyecto implicaba invitar a diversas personas a trabajar y compartir. Reunir una verdadera familia espiritual para el servicio planetario. No resultó, pues cada uno estaba absorto en lo suyo, no estábamos preparados o quizás simplemente no era el momento o el lugar.

Después de esa noche de mensajes, me di cuenta de que tendría que regresar a los viajes por el mundo y que ese deseo se podría concretar en un futuro. Aún no sabía dónde se podría iniciar, pero oí el llamado y quedó grabado en mi corazón.

En África había encontrado “sanadores verdaderos” con tanta fuerza que no necesitaban convencerme, sencillamente eran linajes de sanadores que poseían el don de la “sabiduría ancestral” y su espíritu estaba al servicio con humildad.

¿Por dónde empezar? ¿Qué lugar sería la génesis de esta misión?

Al poco tiempo recibí la respuesta de una persona que me pidió un servicio: que llevara un mensaje de amistad a un maestro espiritual que se encontraba en Israel y que coincidió con otra invitación personal.

El misterio de los días

Подняться наверх