Читать книгу Niña y Basurero - Grimanesa Lazaro - Страница 10

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Mi abuela vivía a tres horas de mi casa. Después de que sufrió un derrame, mi mamá se iba por largas estadías a cuidarla. Se mudaba al campo con ella por unos meses porque no había un colectivo hasta ahí. Tenías que caminar diez kilómetros.

No nos llevaba con ella porque no había agua corriente ni electricidad. Esa situación se prolongó por cuatro años. Navidad, pascuas, cumpleaños no los pasaba con nosotros. Yo tenía ocho años, Martín diez y Miriam cuatro. Con mi hermano mayor aprendimos a cocinar algunas cosas y atendíamos a la menor que recién se destetaba.

Dormíamos los tres juntos en la misma habitación. Mi papá dormía en otra pieza al lado. Ninguna de las habitaciones tenía puerta y el piso era de cemento. Los tres sabíamos que los sábados mi papá se sentaba a tomar vino en la vereda. A la madrugada llegaban otras personas. Hombres y mujeres. Había lijado un par de troncos que servían de amplios asientos. Y que de vez en cuando agarraba a alguna mujer de la mano y se dirigían detrás de un árbol enorme que había en el fondo.

Un fin de semana de carnaval comenzó a tomar el sábado y era domingo y no paraba. Dormía un par de horas en los troncos y se despertaba para seguir tomando. Si nos acercábamos a la puerta de la casa nos tiraba piedras a los pies para mantenernos adentro. Esos días no nos compró leche, pan ni milanesas.

El domingo por la noche alguien trajo una guitarra. A las tres de la mañana sentimos ruidos en la casa. Había entrado con una mujer, cosa que nunca había pasado. Se notaba que ambos se tambaleaban porque tiraban cosas al caminar. Entraron a su pieza y la mujer comenzó a quejarse. Como si algo le doliera muchísimo. Mi papá le estaba haciendo daño, lastimándole los órganos internos. A nosotros también podía hacernos daño. Los tres llorábamos. Miriam mojó la cama. Después de media hora todo terminó.

El lunes nos levantamos para ir a la escuela. Me la llevé a Miriam conmigo y la dejé jugando en el patio. La maestra le dio mate cocido. Volvimos al mediodía. No parecía haber peligro. Sobre la mesa nos encontramos con una fuente con puchero hervido y muchas verduras. Choclos y calabaza. Brillaba en el medio de la mesa una Coca-Cola en botella de vidrio bien helada. Mi papá dormía solo en su habitación.

Niña y Basurero

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