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En el principio fue la cuerda
ОглавлениеEscritura que viene a establecer un nuevo more geometricus, una geometría flexible, blanda, de «sacos y cuerdas». Una geometría que no anula ni supera a la del sentido común, pero le quita fundamento.
«¿Pero por qué este homo faber que manipula, que teje y que hila, ha pasado al punto, a la línea, a la superficie, sin detenerse en el nudo?» se interroga Lacan, aventurando que quizás haya algo ahí en relación con una represión, hasta hacer que la cuerda, de por sí consistente, se vuelva inconsistente como lo es la línea, esa abstracción del pensamiento que, según hipótesis, estará sustentada en una represión. Podemos decir que en el principio fue la cuerda, después vino la línea del «corte de sierra».
Cuando a Lacan el goce se le reveló como sustancia del pensamiento, en el Seminario 20, se planteó utilizar el soporte más adecuado para la inercia del lenguaje:
[…] la idea de cadena, o la de cuerda, de cabos de cuerda que forman redondeles y que, no se sabe muy bien cómo, se engarzan unos con otros58.
Había conocido de mano de una discípula, el doblemente mal llamado «nudo borromeo»59 un objeto de cuerdas enlazadas del que de inmediato intuyó que esa era la manera de enlazar R, S, I, las tres dicho-mansiones (dit-mansions) en las que habita el parléser, y que finalmente lograron ser localizadas en esta escritura del espacio blando60.
Recibió entonces la mala dicción del nudo borromeo. Ya en pleno auge de la utilización del mismo para formalizar la clínica psicoanalítica (Seminario 23), comenzó a enmendar esta mala-dicción:
[…] encontrar un sentido implica saber cuál es el nudo y unirlo bien gracias a un artificio. ¿No es abusivo hacer un nudo con lo que llamaré una cadenudo borromea61?
Aquí propone (lalengüa propone y Lacan dispone) un nuevo nombre (chaînoeud) para el que desde 1972 se llamaba «nudo borromeo». Es un nombre propiamente lacaniano para referirse a un error de lectura de la representación gráfica de lo que es una cadena brunniana de tres eslabones.
Lacan, a partir de este error de denominación que él comienza a corregir en la Sesión IV (13 de enero de 1976), sacará importantes consecuencias respecto de lo real en la Sesión VII.
¿Cuándo surgió el nombre de «nudo borromeo»? Esta denominación parece deberse a un matemático norteamericano, Ralph H. Fox, quien dejó de lado su inmenso saber matemático para mirar fascinado el balcón del Palacio de los Borromeo sobre el lago Maggiore y decidir que aquel emblema del escudo familiar merecía ser llamado nudo borromeo. Atrapado por ese enlace brunniano forjado en hierro, turista inteligente como pocos, se rindió ante lo evidente: esa cadena de tres eslabones trivialmente enlazados, que él perfectamente conocía, lector de Herman Brunn (la escena imaginada de Fox en Italia, se plasma como maldicho en 1962, mientras que Brunn había desarrollado la teoría de trenzas en 1892) y de todos los trabajos que le siguieron indagando en el campo inaugurado por el alemán, esa cadena parecía un nudo (primera evidencia) y si era balaustrada del balcón de los Borromeo, a ellos les pertenecía (segunda evidencia).
Exceso topológico, pues es cadena brunn y no nudo borromeo. Injusticia histórica, pues en el Renacimiento los Borromeo fueron de los últimos en incorporar la escritura medieval de la Santísima Trinidad a su blasón. Ciudades, escudos, familias, políticos, nobles, militares, abusaron del enlace trivial de tres redondeles hasta perder el sentido por la multiplicación de significaciones. Así, cadenas bien hechas y todo tipo de lapsus, una vez perdido el sentido del enlace, proliferaron sobre muebles, mármoles, libros, banderas, emblemas. Lapsus de representación del enlace brunniano dictados por la codicia y el oportunismo de los que traicionaron la pureza de la escritura de la Santísima Trinidad como cadena brunniana de tres eslabones, forjada en el siglo XIII en la Escuela episcopal de Chartres y que llevados por su ambición, llegaron a constituir la burbuja simbólica renacentista, verdadera profanación de la sagrada topología avant la lettre.
El gran mérito de la perversión renacentista en el uso del enlace de Chartres fue la multiplicación de los «lapsus de enlace». En su enseñanza de la escritura nodal Lacan no cesó de mostrar, generosamente, lo inevitable del error en la manipulación de cuerdas y en el dibujo de nudos y cadenas.
Los errores de encadenamiento, los lapsus, la aceptación de las dificultades, condujeron a la formulación de la idea de lapsus como causa de suplencias, dando un paso considerable en la escritura nodal.