Читать книгу Estudios sobre lo real en Lacan - Группа авторов - Страница 8

Tipificaciones de lo singular

Оглавление

De entrada, Freud concibe el núcleo singular de nuestro ser como un deseo inconsciente, refractario a las palabras, y cuya voluntad ejerce en nosotros unos efectos que se nos imponen de manera compulsiva9. Durante la Primera Guerra Mundial nota, al elucidar el caso del Hombre de los Lobos, que ese deseo está a su vez moldeado por un rasgo simbólico de la imagen de cierto objeto (la imago), rasgo al cual remite entonces la singularidad del analizante10. Hacia el final de su obra, el carácter compulsivo de los efectos de esa singularidad lo inclina a situarla en «el oscuro ello»11. En cualquier caso, el núcleo de nuestro ser es, para Freud, una voluntad que sin que lo sepamos nos habita y nos gobierna hasta el punto de definir el estilo de nuestros lazos libidinales.

Lacan se inscribe en esta secuencia localizando ese núcleo mediante un juego de muñecas rusas: en su tesis, lo sitúa en la personalidad, luego en los complejos que forman la personalidad, y más tarde en las imagos que constituyen el carozo de los complejos12. Por otro lado, en 1949 Lévi-Strauss prueba la existencia de una eficacia simbólica13, y ello sugiere a Lacan —que aún no había introducido sus tres registros— la posibilidad de que ese núcleo sea simbólico. Durante años avanzará en modo condicional, por así decirlo, hasta desembocar en la aporía del Seminario 8: si es imaginario, lo singular debería ser el objeto del deseo, que no es singular sino particular, y si es simbólico, debería ser un rasgo unario, pero éste masifica y borra la singularidad. Ergo, ninguna de estas opciones es correcta14.

Gracias a que, entre tanto, había demostrado que lo real es independiente de lo simbólico y de lo imaginario15, al comenzar el Seminario 9 Lacan se aboca a distinguir dos tipos de rasgos, uno de los cuales es real y consiste en el estilo singular de goce. No obstante, cuando toda su demostración apuntaba a sostener que el núcleo del ser es ese novedoso tipo de rasgo, de la noche a la mañana se inclina por otra alternativa, la de distinguir dos tipos de objeto, uno de ellos real, e identificar el Kern con este último, y así nace la teoría del objeto a real (entendido primero como causa del deseo y después como plus-de-goce) que da a los años sesenta su carretera principal16. Ese impactante giro, que tiene lugar entre la octava y la novena clases de ese seminario, ha de ser considerado un error por partida doble, ya que, una década después, Lacan se verá obligado a dar marcha atrás, tanto respecto del carácter real del objeto a, como en cuanto a la localización de la singularidad en él: en suma, ese objeto resulta ser particular, no singular, y además es un semblante no real17.

Si el núcleo del ser no es imaginario ni simbólico ni real, ¿qué es? A mediados de los años setenta, Lacan plantea una alternativa novedosa: situado en el enlace entre los tres registros, lo singular no está estrictamente incluido en ninguno de ellos.

La muerte lo encuentra abocado a extraer las consecuencias de esto. Una de ellas es que lo real es un campo heterogéneo y pulverulento que no equivale a lo imposible (como Lacan lo sostenía) pues incluye lo contingente18, y este segundo real, que es sin ley, no está excluido de lo singular.

Miller asistió al seminario de Lacan desde mediados de los años sesenta, comenzó a enseñar en los setenta, y tomó la posta dejada por él desde los años ochenta. No es de extrañar, pues, que haya equiparado la orientación lacaniana con la que apuntaba al objeto a en su carácter de real. Esa «orientación por lo real» armoniza bien con los cuatro discursos, pero no tanto con el final de la enseñanza de Lacan, y por eso tampoco sorprende que, hasta el año 2000, sus periodizaciones de esa enseñanza solieran detenerse en el Seminario 20, donde Lacan reconoce la impotencia del objeto a para dar cuenta de lo real19. El problema es que no hay manera de afirmar que el análisis lacaniano se orienta por lo real y al mismo tiempo aceptar la bifidez de lo real —su irreductible duplicidad, imposible y contingente—. ¡Una brújula con dos nortes! En 2008, el propio Miller, propulsor de la «orientación por lo real», dedica su curso a estudiar lo singular y a redefinir esa brújula, que no apunta a lo real20, sino a lo singular21.

El año 2014 marcó un importante hito en esta saga. El congreso que ese año reunió a la AMP constituyó una puesta al día de lo real22. Lo que había sido nuestra brújula ya no servía23. No era posible equiparar lo real con lo imposible, y además el real contingente nos interesa por su afinidad con lo singular. En los últimos años, pues, el movimiento analítico dejó de identificar el norte de la orientación lacaniana con lo real y lo reubicó en la categoría que siempre lo había alojado: la de lo singular. Como veremos, el porvenir del psicoanálisis depende de eso.

Estudios sobre lo real en Lacan

Подняться наверх