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Historia y definición de los cuidados paliativos en México y el mundo JUAN ORLANDO CASTILLO RODRÍGUEZ
JUAN CARLOS GÓMEZ MUÑOZ

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No quiero que me curen, quiero que me entiendan.

Ranthes, en el filme Hombre mirando al sudeste

Para hablar de cuidados paliativos no hay necesidad de remontarse demasiado en el pasado, pues es una ciencia de la medicina que hoy en día, en pleno siglo XXI, sigue siendo un terreno desconocido para la mayoría, por ello históricamente se ha menospreciado y minimizado la intervención del especialista en dicha área. Con los avances en el desarrollo de nuevas terapéuticas, globalmente ha aumentado la presentación de enfermedades crónicas –aunado al envejecimiento de la población– y no solamente enfermedades no oncológicas, sino del mismo cáncer. Se sabe que en la actualidad ha ido aumentando la esperanza de supervivencia y la posibilidad de mejorías en el confort que se les ofrece a los enfermos.

A mediados del siglo pasado se comienzan a formar las primeras sociedades interesadas en el manejo del cuidado paliativo, con selectividad geográfica a Estados Unidos, Canadá y Europa (Inglaterra y España), con la eventual creación de hospicios para enfermos terminales y formación de recursos humanos en salud. En la década de los noventa de manera más formal se constituyen asociaciones como la Española de Cuidados Paliativos (1992), paralelamente la Organización Mundial de la Salud (OMS) comienza trabajos formales de especialización, emitiendo su consenso en 1990.

Por su parte, el doctor Vicente García Olivera introduce en México la algología; fue contemporáneo del doctor John Bonica, fundador del Movimiento Mundial de Atención al Dolor que posteriormente daría origen a la International Association of the Study of Pain (IASP). En 1972 se funda la primera Clínica de Dolor en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, a cargo del doctor Ramón de Lille Fuentes. Por su parte, el doctor García Olivera permaneció en el Hospital General de México donde capacitó al doctor Ricardo Plancarte Sánchez, quien a su vez establece la Clínica del Dolor en el Instituto Nacional de Cancerología; fue su alumno el doctor Jorge Jiménez Tornero, quien conjuntamente con la doctora Dolores Gallardo Rincón fundó la Clínica del Dolor en el Hospital General de Occidente Zoquipan en Guadalajara; en el Hospital Civil viejo de la misma ciudad hace lo propio el doctor Óscar Sierra Álvarez.

Una vez comprendidos los conceptos básicos, es importante recalcar que dicha terapéutica per se no se confina propiamente a los últimos días de la vida, sino que intenta abordar al paciente de una manera escalonada y progresiva conforme avanza la historia natural de la enfermedad y, sobre todo, a la par de las necesidades de manera dinámica, tanto del paciente como de los cuidadores, quienes habitualmente resultan ser integrantes de su círculo familiar cercano.

La definición de esta disciplina fue acuñada por la OMS de esta manera: “Enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicológicos y espirituales”. Esta definición además fue complementada con una lista de preceptos básicos que deben conocer las unidades de cuidados paliativos:

•Brindar alivio del dolor y otros síntomas.

•Afirmar la vida y considerar la muerte como un proceso normal.

•No intentar acelerar ni retrasar la muerte.

•Adjuntar como mancuerna los aspectos espirituales con los psicológicos del cuidado del paciente.

•Ofrecer una red de soporte para el auxilio de los pacientes a vivir lo más activos posibles hasta su deceso.

•Ofertar la red de ayuda para la familia tanto para la adaptación a la enfermedad como a la aceptación del duelo.

•Maximizar los recursos del equipo multidisciplinario para tener un adecuado sistema de respuesta a las necesidades de los pacientes y sus familias, incluyendo soporte emocional en el duelo cuando esté indicado.

•Mejorar la calidad de vida con la intención de tener resonancia positiva en el curso de la enfermedad.

•El uso oportuno durante el curso de la enfermedad de manejos que puedan prolongar la vida, como bien pudieran ser terapéuticas como quimioterapia o radioterapia, así como la realización de las investigaciones clínicas necesarias para el adecuado entendimiento y manejo de escenarios clínicos de mayor complejidad.

De tal manera que, incluso en el colofón de la enfermedad, cuando la piedra angular del tratamiento es el manejo paliativo, es probable que exista lugar para un último intento de medidas para beneficiar al paciente, sin embargo es importante no excluir el abordaje del duelo dentro de su círculo proximal de cuidadores, quienes tal vez lleguen a requerir de una intervención terapéutica por periodos prolongados.

Así, la eventual traslación del manejo curativo a los cuidados paliativos generalmente debe ser escalonado, siempre teniendo como premisa las necesidades intrínsecas de cada paciente para ese momento sin estipularse un plazo de supervivencia esperada.

Pacientes potenciales de ser ingresados a cuidados paliativos
•Pacientes oncológicos en fase terminal. •Insuficiencias orgánicas en fases avanzadas: cardiaca, pulmonar, renal. •Enfermedades neurológicas degenerativas avanzadas: demencia, enfermedad de Parkinson, esclerosis lateral amiotrófica. •Accidentes cerebro-vasculares con gran incapacidad, no recuperables y con complicaciones asociadas. •Poliulcerados con inmovilidad irreversible. •Hipertensión portal y sus complicaciones. •Síndrome de inmovilidad. •Psicopatías crónicas.

Tomada de Wilson Astudillo, Eduardo Clavé, Carmen Mendinueta y Carlota Arrieta, Cuidados Paliativos en Geriatría. Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos, San Sebastián, España, 2000.

Principios prácticos de medicina paliativa y del dolor

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