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ABONADOS

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Al regresar de las vacaciones de verano, mi fervor hacia la “U” estaba por los cielos, pues tendría la oportunidad de ver a Universidad de Chile jugar por primera vez la Copa Libertadores en el Estadio Nacional, lo que se veía bastante asequible, ya que la dirigencia de la Corfuch contaba con un sistema de abonos a precios muy baratos y en varias cuotas. Mi cálculo era el siguiente: asistiendo a tres partidos de Copa Libertadores, más dos clásicos de local a tribuna Andes, se pagaba el abono de todo el año y, en mi caso, el costo disminuía aún más al ser adicional de mi viejo, por lo que también agregamos al Negro, haciéndolo pasar como sobrino de mi papá.

Ya en condición de abonado, pude hacer estreno de mi tarjeta para el partido del 12 de marzo ante Deportes La Serena en Santa Laura. Como el recinto de plaza Chacabuco no tenía tribuna Andes diferenciada de galería, con el abono se pudo entrar bajo la marquesina en plaza Chacabuco, un lugar donde nunca me había tocado asistir.

Era increíble cómo iban cambiando mis hábitos de hincha. Durante la temporada en segunda nos sentábamos en la tribuna que está al frente del sector oficial y, luego de esperar un largo rato la típica rifa de la pelota Tango en ese sector –que nunca gané–, dejaba la compañía de mi viejo para ir a la barra oficial, ubicada en el sector sur, donde había mucha batucada y banderas gigantes al estilo del fútbol brasilero. En el segundo tiempo iba al lado norte para sumarme a la naciente barra, compuesta en su mayoría por jóvenes metaleros, donde se cantaba a viva voz: A pesar de todo, yo estoy aquí, porque soy de abajo, muero por ti.

Ese partido de 1995 no iba acompañado de algún morbo especial, las fichas estaban puestas en la Copa Libertadores y el grupo de Copa Chile se veía totalmente asequible. De todos modos, el duelo con los papayeros sirvió para aumentar mis preocupaciones con respecto a los tres volantes que la “U” había traído –Juan Quiroga, Hugo Bravo y Óscar Román Acosta–, ya que su rendimiento futbolístico se veía poco convincente y estaban muy lejos de Raúl Aredes. El partido se ganó por un cómodo 2 × 0, gracias a las anotaciones de Jara y Goldberg.

Peregrinaje al Bicampeonato

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